Coronavirus: en España, las dificultades de desconfinarse a distintas velocidades
El plan de fases, aplicado a distintos ritmos en los municipios, crea confusión en la población y los agentes civiles
BARCELONA.- "Esta calle es la frontera. En la otra vereda, ya cambias de ciudad", comenta Juan Miguel, un obrero del puerto sentado en la terraza de un bar. El confín invisible al que se refiere separa Barcelona de Sant Adrià de Besòs, un pequeño municipio de 35.000 habitantes que fue engullido por el crecimiento de la capital catalana durante la época del "desarrollismo", en los años 60.
Las demarcaciones municipales cobraron una renovada importancia ahora que España sale progresivamente de la dura cuarentena provocada por la Covid-19, pues muchas actividades, como el deporte o las compras, están limitadas al municipio de residencia. Las multas por incumplimiento de las normas oscilan entre los 600 y los 30.000 euros, pero son tantas e incluyen tantas excepciones y incongruencias que generaron confusión o una velada rebeldía entre la ciudadanía.
"Hay un supermercado en Sant Adrià, pero está mucho más cerca otro en Barcelona, a solo dos calles de aquí. Y allí vamos, aunque suponga violar la ley", confiesa Juan Miguel, mientras un vehículo de la policía circula sigilosamente por la fronteriza Calle Argentina. En otra mesa, Francisco discute con un amigo con una cerveza en la mano: "¿Ahora que cambiamos de la fase 0 a la 1, ya no hay horarios diferentes para grupo de edad, no?... Es que no me entero".
La reaparición de mesas, comensales y sombrillas ha devuelto una añorada apariencia de normalidad a este barrio periférico, donde hay un bar en casa esquina. Barcelona y Madrid entraron en la fase 1 del desconfinamiento el lunes pasado, lo que ha permitido la apertura de cafés y restaurantes, aunque solo pueden servir en la terraza, y habilitada a un 50% de la capacidad habitual.
El presidente socialista Pedro Sánchez, que al principio modeló el confinamiento con una brocha gorda, aplicando en todo el territorio las mismas medidas, optó por diseñar la desescalada con un fino pincel, discriminando entre regiones en función del impacto del Covid-19 y el riesgo de rebrotes. La transición a la llamada "nueva normalidad" se hará en cuatro fases, y cada provincia o región sanitaria avanza de fase en función de sus indicadores de salud.
A partir de mañana, ya habrá regiones en fase 3, mientras otras, continúan en la 1.
La definición de las medidas a seguir en cada sector económico o actividad social da lugar a una casuística casi infinita que ha rellenado cada semana cientos de páginas del Boletín Oficial del Estado. Incluso la Protección Civil en Cataluña admitió esta semana que sus propios agentes se sentían abrumados ante la multitud de normas cambiantes que deben hacer cumplir.
La reciente reapertura de la playa de Barcelona, en la que se produjeron algunas aglomeraciones, suscitó preocupación y críticas entre políticos y epidemiólogos. En teoría, solo está permitido el acceso a deportistas, y el ingreso al mar a nadadores. Y siempre respetando las franjas horarias que cada grupo de edad tiene para salir a la calle a pasear. Al mediodía, en pleno horario infantil, se pueden ver varios adultos tumbados tomando al sol.
"Aprovecha, métete al agua que no está la policía", gritó un chico paraguayo mientras salía de la arena. "En esta hora solo pueden bañarse familias, pero me puse al lado de una para disimular", dijo con una sonrisa pícara. Y es que no siempre la violación de las normas es fruto del desconocimiento.
Comunicación
"La policía está ahora más relajada y ya no pone tantas multas", asevera Loli, que comenta que deja entrar en su panadería a clientes sin barbijo, aunque la norma obliga ahora a llevarlo en espacios cerrados. "La comunicación del gobierno no ha sido muy buena. Primero dijeron que las mascarillas no hacían falta, ahora que sí. Aquí viene mucha gente mayor sin mascarilla porque andan perdidos y yo se lo advierto", se justifica.
Luego de haberse convertido en el epicentro mundial de la pandemia en marzo pasado, las cifras de muertes y nuevos contagios muestra una tendencia muy positiva en España. Mientras el 2 de abril la curva alcanzó su pico con 950 fallecidos, durante la última semana, varios días se han registrado menos de 50 muertes. Por eso, y por la presión del sector turístico, Sánchez anunció que se levantará la cuarentena obligatoria para los extranjeros que viajen a España a partir del 1° de julio.
No obstante, los dueños de restaurantes y hoteles aún sopesan si volver a abrir sus puertas ante el miedo a un rebrote que genere el retorno del confinamiento.
A diferencia de la mayoría de países, la dureza de la epidemia no llevado una tregua a las agrias luchas partidistas.
Esta semana, una dirigente del opositor Partido Popular (PP) acusó en el Parlamento al vicepresidente progresista Pablo Iglesias de ser "hijo de un terrorista". La sesión fue muy tensa tras la destitución de un alto cargo de la Guardia Civil por un informe crítico con la decisión del gobierno de permitir la manifestación feminista del 8 de marzo, en los albores de la epidemia. Tras la judicialización del conflicto en Cataluña, se atisba un intento fiscalizar la gestión gubernamental de la crisis a través de los tribunales. Ni tan siquiera una crisis tan atroz como la actual ha servido de paréntesis a la lucha fratricida de las "dos Españas" del poeta Antonio Machado.
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