Encarnar a Lula, la gran apuesta que enfrenta Haddad para captar sus votos
El candidato aceptó las condiciones de su líder, se muestra cercano a la gente y calla ante los ataques de la centroizquierda
RÍO DE JANEIRO.- La metamorfosis ya está en marcha. "Haddad es Lula. Lula es Haddad", afirman los nuevos carteles de la campaña del Partido de los Trabajadores (PT), que ahora apuesta todas sus fichas a la fusión entre la imagen del popular expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, encarcelado por corrupción, y la de Fernando Haddad, el exalcalde de San Pablo, que se convirtió en su candidato accidental para las elecciones del 7 de octubre.
Desde su celda en Curitiba, Lula diseñó toda la estrategia que sería puesta en marcha una vez que llegara el momento inevitable: la impugnación de la Justicia Electoral a su postulación por estar condenado en segunda instancia a una pena de 12 años de reclusión. Desconfiado sobre cómo se manejaría su "heredero oficial", el máximo líder petista le impuso como condición aceptar su programa de gobierno, sus coordinadores de campaña, su equipo de comunicación y hasta su discurso de victimización. Solo entonces, el aspirante a vice fue ungido como candidato a presidente del PT.
Hasta ahora, el plan de Lula, que contaba con preferencias electorales en torno del 40%, dio resultado. Desde la impugnación de su candidatura, el 1º de septiembre, hasta hoy, las intenciones de voto por Haddad aumentaron del 4% al 9%. Y así, este exprofesor universitario, exministro de Educación, entra de lleno en el ruedo para pelear codo a codo con los otros principales contendientes -el exgobernador de Ceará Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (11%-13%); la ecologista Marina Silva, de la Red Sustentabilidad (9%-/11%), y el exgobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, del Partido de la Social Democracia Brasileña (9%-10%)-, un puesto en el eventual ballottage del 28 de octubre junto al favorito, el diputado ultraderechista Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (24%-26%).
Las encuestas de Datafolha e Ibope divulgadas esta semana coinciden en que Haddad es el candidato que más potencial de crecimiento tiene. Según Ibope, un 38% de los electores lulistas apoyarían al elegido por el líder. En tanto, Datafolha destacó que, entre los aspirantes principales, Haddad es quien enfrenta una de las tasas de rechazo más baja, 22%-23% (Bolsonaro padece un altísimo 41%-43%).
"Haddad se lanza a la campaña desde una plataforma sólida y tiene ante sí un techo muy alto para moverse, que es el caudal electoral de Lula. Si juega bien sus cartas y se asegura la transferencia de votos lulistas, está frente a una gran oportunidad", señaló a LA NACION Paulo Calmon, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Brasilia.
Con fuertes resistencias dentro del PT por sus aires intelectuales, alejado de las bases petistas, en la cúpula del partido han dejado a Haddad con poco margen de maniobra para presentarse ante el electorado y lo tienen muy controlado. Las críticas que hacía al gobierno de Dilma Rousseff salieron de su discurso; en cambio, entraron nuevas referencias al "golpe" que la exmandataria sufrió. Si en el pasado Haddad tuvo elogios para el expresidente socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso, ya nadie en el PT se quiere acordar.
El característico modo académico que tenía Haddad para expresarse ha ido ablandándose con frases más simples (de ser la "antítesis del statu quo" pasó a estar "contra el proyecto de Michel Temer que amenaza el Bolsa Familia y afecta a los más pobres"). Y en el terreno, lo presionaron a dejar de lado sus trajes de profesor y mezclarse con el pueblo; días atrás, en un recorrido por el pueblo natal del expresidente, Caetés, Pernambuco, Haddad llegó incluso a vestir un tradicional sombrero de cuero.
Los veteranos líderes petistas también lo han obligado a mantener encuentros más regulares con los movimientos sociales y sindicatos aliados al partido, que suponen una musculatura clave de movilización durante la campaña. Le han aconsejado escuchar más que hablar.
El equipo de comunicación petista cree que la mutación Lula-Haddad será eficiente, pero prevé que el mayor competidor por los votos del expresidente será el centroizquierdista Ciro Gomes. Exgobernador de Ceará y exministro de Integración de Lula, Gomes desarrolló toda su carrera política en el nordeste, bastión petista, zona pobre que representa el 30% del electorado y que fue beneficiada durante la gestión de Lula.
Ante los ataques que Haddad ya empezó a sufrir de la campaña de Gomes, le han recomendado callar y mostrarse moderado y conciliador. Gomes, que ya fue candidato presidencial en 1998 y en 2002, tiene en su haber un historial de declaraciones infelices que lo convirtieron en su peor enemigo. Para los estrategas petistas, es mejor esperar; ante una eventual segunda vuelta, el electorado de Gomes será clave.
"Si en la primera vuelta Haddad buscará explotar al máximo la identificación con Lula y abrazar las causas de la izquierda, en el ballottage tendrá que moverse hacia el centro y dejar de ser considerado una marioneta de Lula para vencer a Bolsonaro", dijo el historiador Lincoln Secco, de la Universidad de San Pablo.
Para Secco, autor de Historia del PT, Haddad también tendrá que cuidarse de no aferrarse al discurso radical de la vieja guardia petista y de los movimientos sociales. "Suena muy bien en campaña y como oposición a un presidente tan impopular como Temer, pero en caso de victoria, Haddad tendrá que hacer un giro hacia el centro, acercarse al mercado y convocar a la conciliación nacional si quiere garantizar estabilidad en su gobierno", resaltó.
Otro revés para lula: no podrá votar
El expresidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva sufrió una nueva derrota en la Justicia, que rechazó su pedido para votar en la unidad de la policía federal donde está arrestado desde abril pasado por una condena a 12 años por corrupción y lavado de dinero. El líder del Partido de los Trabajadores (PT) solicitó autorización para emitir su voto en las elecciones del 7 de octubre próximo y, eventualmente, en el ballottage del 28 de ese mes en la superintendencia de la policía federal de Curitiba, capital de Paraná. Pero el Tribunal Regional Electoral de ese estado no hizo lugar al pedido porque en esa sede policial no hay 20 reclusos en condiciones de votar, y ese número es el mínimo para que se habilite una urna electrónica. Lula ha sufrido una sucesión de reveses desde que quedó arrestado el 7 de abril. Una de las últimas derrotas ocurrió el 1° de septiembre, cuando el Tribunal Superior Electoral impugnó su candidatura a la presidencia.
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