Entre la resignación y la resistencia
CIUDAD DE GAZA (AFP).- Una excavadora se encargaba de erigir una trinchera en la entrada al campo de refugiados de Jabalia, en la Franja de Gaza, mientras combatientes palestinos armados declaraban con determinación qué harán frente a los israelíes en caso de ataque. Así era la situación ayer en los territorios palestinos, minutos antes del comienzo de la ofensiva ordenada por el gobierno de Ehud Olmert.
Jabalia, como otros asentamientos de refugiados, se transformó en un campo atrincherado habitado por palestinos acostumbrados a los ataques israelíes y listos para resistir. Incluso se creó una suerte de "cuartel general" para seguir minuciosamente los movimientos de las tropas de Israel.
"No tenemos miedo a los judíos. Son cobardes. Sus blindados no lograrán entrar en el campo", sostuvo Ahmed al-Ustaz, de sólo 11 años, mientras miraba pasar sobre su cabeza a los aviones israelíes de reconocimiento.
Los palestinos, resignados a vivir en un estado de guerra latente permanente, multiplicaron ayer sus gestos de apoyo al gobernante grupo terrorista Hamas, cuyo brazo armado participó del secuestro del soldado israelí que provocó la ofensiva de ayer.
Pocos eran los que culpaban al movimiento extremista por el retorno de la violencia a la franja y, más bien, aprobaron el secuestro del soldado, en represalia por la cantidad "inaceptable" de civiles palestinos muertos en ataques de Israel.
Para convencer a la población de que están preparados para "hacer frente a toda agresión israelí", los grupos armados palestinos multiplicaban sus desfiles militares dentro de los campos de refugiados.
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