Entre presiones y denuncias, empieza la cumbre sobre abusos en la Iglesia
Dos cardenales ultraconservadores atacaron al Papa antes del inicio; las víctimas mostraron decepción porque Francisco no asistió ayer a un encuentro privado con otros sacerdotes
ROMA.- En un clima de inmensa expectativa mediática, que recuerda al que se vivió antes del cónclave que eligió a Francisco , comienza hoy en el Vaticano una cumbre mundial sobre el escándalo de abusos, un hecho sin precedente que el Papa espera que marque el inicio de un cambio verdadero para ponerle fin a este flagelo.
Durante tres días 190 altos prelados, entre los cuales 114 presidentes de conferencias episcopales de todo el mundo (por la Argentina, el arzobispo de San Isidro, Oscar Ojea), disertarán sobre responsabilidad, rendición de cuentas y transparencia, tres temas cruciales para derrotar un horror que dañó como nunca la credibilidad de la Iglesia Católica.
Francisco convocó la cumbre en septiembre pasado, inmerso en una crisis por una nueva oleada de informes demoledores en diversos países. El Papa hasta fue acusado a finales de agosto pasado por un exnuncio de haber encubierto el emblemático caso de un excardenal estadounidense, Theodore McCarrick, hallado culpable de abusos. Este fue expulsado del sacerdocio el sábado pasado, una pena jamás infligida a un exmiembro del colegio cardenalicio, en una nueva señal del Papa de que en el tema de abusos "no habrá hijos de papá" -como afirmó al principio de su pontificado-, sino que el rigor será absoluto contra los culpables de este crimen y sus encubridores.
La cumbre, que se abrirá con una oración en el Aula Nueva del Sínodo y se cerrará el domingo con una misa y un discurso final del Papa, no solo estuvo precedida por esta expulsión clamorosa de un excardenal. También por la noticia de que la Justicia francesa está investigando al "embajador" del Papa en París, el nuncio italiano Luigi Ventura, acusado de "agresiones sexuales" a un joven.
Para dejar en claro que el espanto de los abusos es una prioridad, el Papa quiso que el encuentro fuera organizado por altos prelados considerados pesos pesados en el tema. Entre ellos, el cardenal estadounidense Blase Cupich, arzobispo de Chicago; el arzobispo maltés Charles Scicluna, máximo experto en pedofilia; el padre jesuita alemán Hans Zollner, presidente del Centro de Protección de Menores de la Pontificia Universidad Gregoriana; y el padre jesuita Federico Lombardi, exvocero papal, que será moderador de la cumbre.
Todos ellos se reunieron ayer durante dos horas, en privado, con 12 víctimas de grupos que han llegado a Roma para reclamar de viva voz que el Vaticano de una vez por todas aplique una política de "tolerancia cero", algo proclamado pero que no sucede en muchos países.
Al salir de la reunión las víctimas -de ambos sexos, diversos países del mundo y organizaciones- no ocultaron cierta decepción porque esperaban que asistiera también el Papa. Y se mostraron cautas.
"Ha sido una reunión honesta y todos dijimos lo mismo: que se acabó el tiempo de las palabras, que llegó la hora de acciones contundentes, que esto es una pandemia global, que se necesita un plan de acción global, creíble, con un calendario, con medidas muy específicas, con un régimen sancionador para los obispos que no cumplan y que esto se necesita para ya: si lo hubieran hecho hace 30 años yo no habría sido abusado", dijo el español Miguel Hurtado.
Fiel reflejo de que hay gran distancia entre lo que el Papa reclama y lo que hacen los obispos, Hurtado contó que el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez, no solo no se reunió con él, ni con ninguna otra víctima antes de la cumbre, como había pedido el Papa, sino que, al contrario, se reunió con el abad de Montserrat, el encubridor de su caso.
Juan Carlos Cruz, emblemática víctima chilena que el año pasado fue invitado por el Papa durante varios días al Vaticano y que organizó el encuentro, se mostró levemente optimista. "Fue una reunión constructiva, hubo una disposición de oír y quedé muy contento. Creo que es importante que se apliquen las leyes que ya existen y espero que de esta cumbre salgan cambios radicales, necesarios ya", dijo. Al igual que Hurtado, él también criticó a los obispos de su país, especialmente golpeado por el escándalo abusos, "porque no entienden nada, viven en la luna de Valencia y van a tener que ir a la cárcel". Ante una pregunta de LA NACION, Cruz denunció especialmente al presidente de la Conferencia Episcopal Chilena, Fernando Ramos, que viajó para la cumbre: "Es un encubridor, tremendamente arrogante y no tengo ninguna confianza en él".
En vísperas de una cumbre que los organizadores esperan que represente un antes y un después, dos cardenales ultraconservadores que suelen atacar a Francisco volvieron a aparecer con una carta abierta a los presidentes de las conferencias episcopales que asistirán a la cumbre. El alemán Walter Brandmuller y el estadounidense Raymond Leo Burke, ya conocidos porque en 2016 le exigieron al Papa en otra carta que respondiera sus dudas sobre la exhortación apostólica Amoris laetitia, llamaron a poner sobre el tapete la "plaga de la agenda homosexual que se ha extendido dentro de la Iglesia", para ellos el verdadero problema, más que los abusos. Y, en un nuevo dardo a Francisco, denunciaron que "el mundo católico está desorientado y a la deriva" y que es necesario "salvaguardar y proclamar la integridad de la doctrina de la Iglesia".
Aumentaron las denuncias respecto de 2017
La Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) registró en 2018 un aumento de las denuncias de abusos, que alcanzaría casi el doble que el año anterior. Las denuncias, según pudo saber el diario español El País, fueron cerca de 900, un dato que, comparado con las 410 tramitaciones de delicta graviora (los delitos que afectan a los abusos a menores y pasan a la CDF), muestran un enorme crecimiento. El motivo principal es la investigación de Chile.
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