Escapar, una decisión peligrosa y expuesta a brutales represalias
ALEPPO, Siria.- Con ayuda de los rebeldes y temiendo que su deserción le cueste la vida en represalia, el primer ministro sirio, Riad Hiyab, huyó a Jordania, junto con decenas de miembros de su familia, fuera del alcance de las milicias del presidente Bashar al-Assad.
La envergadura del operativo, montado para llevar a Hiyab y a sus familiares a través de la frontera con Jordania -su núcleo familiar y las familias de sus nueve hermanos ya están en un lugar seguro-, habla a las claras de las dificultades que enfrentan los potenciales desertores.
"Gracias a Dios, hoy puedo decirles que hay diez familias a salvo, que llegaron a un lugar seguro y que están en perfecto estado de salud", dijo desde Jordania a Al-Jazeera el vocero de Hiyab, Mohammed Atari.
Hay otros que ya desertaron, como soldados, diplomáticos y políticos, pero el temor a las represalias contra los familiares que quedan en Siria es lo único que impide que la ola de deserciones se transforme en tsunami, según los mismos desertores.
El teniente Abu Furat al-Garabolsi, comandante de una brigada de blindados, se enfrentó al mismo dilema de todos los potenciales desertores cuando planean su fuga. Si dejaba a sus familiares, los condenaba a una muerte casi segura, pero si realizaban algún viaje fuera de lo normal, seguramente despertarían sospechas.
"Si se enteraban de que un soldado del ejército mandaba a su esposa e hijos al extranjero, era obvio que el hombre planeaba desertar", dijo Al-Garabolsi, de 42 años, desde Aleppo, donde ahora dirige un grupo de combatientes. "El castigo hubiese sido la ejecución de toda mi familia y de todos mis conocidos", añadió.
Hace dos meses, al aprovechar el receso escolar, Al-Garabolsi envió lejos a su familia. "El día que decidí desertar, me ordenaron movilizar los tanques contra el Ejército Libre Sirio [ELS] -dijo-. No podía hacerlo, así que me escapé."
Aunque su familia ya estaba a salvo, todavía tenía un precio que pagar. Hace unos días, lo llamó su ex chofer del ejército para contarle que su casa de Qerdaha, donde estaba destinado, había ardido hasta los cimientos como castigo por su deserción.
"La casa es reemplazable, pero me duele el corazón por las fotos que perdí de mis hijas", contó Al-Garabolsi. "Cada dos meses, las llevaba a que las fotografiaran, y así fui cubriendo las paredes de la casa con sus fotos. Todos esos recuerdos se perdieron."
Hosam Hafez, un diplomático que desertó el mes pasado de la embajada siria en Armenia, dijo que el tratamiento brutal que recibían las familias de los desertores fue utilizado desde el principio del levantamiento como una forma de disuasión.
"Asesinaron a casi toda la familia de Hussein Harmoush, el primer funcionario en desertar. Mataron a decenas de personas", afirmó.
Los rebeldes dicen que desde la deserción de Harmoush, hace un año, miles de soldados se unieron a sus filas, incluidos más de 20 generales. Pero las deserciones de civiles de alto rango fueron escasas.
Hafez dijo que, hasta el momento, seis o siete diplomáticos sirios desertaron, a pesar de los esfuerzos de la cancillería para restringir sus movimientos. Y hay otros a la espera de una oportunidad para escapar.
"La política de nuestra cancillería fue convocar de regreso a Siria a la mayor cantidad posible de nuestros diplomáticos. Usualmente, tenemos entre 350 y 400 diplomáticos destacados en el exterior. Supongo que ahora tenemos menos de la mitad", dijo.
Hafez, que estaba en Londres cuando empezó la revuelta, hace 17 meses, dijo que recibió amenazas de partidarios del régimen sirio cuando expresó su preocupación por el modo en que se reprimía la protesta. Fue transferido a Armenia hasta que, hace diez días, pudo escapar. "No fue nada fácil", dijo, sin dar más detalles.
El operativo de fuga de Hiyab debe de haber sido mucho más complejo. Atari dijo que después del bombardeo sobre Damasco en el que murieron cuatro altos mandos de la seguridad de Al-Assad, hace tres semanas, al primer ministro le asignaron decenas de soldados de custodia.
"Hiyab estaba en una mezquita. Se le acercó un coronel con 45 miembros de la Guardia Republicana, y le dijo: «Estamos aquí para protegerlo»", reveló Atari, y agregó que la fuga del premier se tramaba desde hacía dos meses.
Ahmed Ramadan, miembro ejecutivo del opositor Consejo Nacional Sirio, dijo que la organización está en contacto con otros potenciales desertores. "Nos estamos organizando para ayudarlos", dijo, y agregó que se creó un equipo especial para garantizar su seguridad.
"Tengo en mi poder una lista de 15 funcionarios políticos y diplomáticos que pidieron desertar", señaló.
Traducción de Jaime Arrambide
Hadeel Al-Shalchi
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