Escepticismo palestino sobre el resultado de la cumbre en Egipto
JERUSALEN.- "Espero que Alá castigue a todos los líderes y gobiernos árabes del mundo, incluido Arafat. Los maldigo a todos. Ellos hablan mucho, pero somos nosotros los que estamos acá, sufriendo la ocupación israelí y la masacre. Sólo nosotros sabemos cómo nos tratan los israelíes."
Las duras palabras de Mustafá, un anciano con la cabeza cubierta por un kefíeh a cuadros rojos y blancos y que vende berenjenas en la parte árabe de esta Ciudad Santa, resumen el escepticismo que reina entre los palestinos por el resultado que pueda arrojar la cumbre de la Liga Arabe, en Egipto.
Nadie cree que habrá un apoyo concreto a los "hermanos palestinos" que luchan por reconquistar Jerusalén: los intereses económicos y las presiones de los Estados Unidos con países "amigos", como Egipto, Jordania y Arabia Saudita, son demasiado fuertes. Nadie cree aquí que los "hermanos árabes" se unirán a la guerra santa por Jerusalén contra el Estado judío.
"Hace 33 años (desde la Guerra de los Seis Días, en 1967, cuando Israel ocupó Jerusalén y Cisjordania) que estamos esperando que los países árabes nos ayuden a luchar contra los asesinos israelíes -apunta Mustafá-. Pero los gobernantes árabes son unos hipócritas. No les interesa lo que les pide la gente ni lo que sufre el pueblo palestino."
Apoyo a la nueva Intifada
Desde que comenzó la escalada de violencia, en muchísimos países árabes hubo manifestaciones en apoyo a la nueva Intifada palestina en contra de Israel. Estas protestas fueron tan fuertes que pusieron en duda el liderazgo de aquellos gobernantes moderados que no quieren romper ni con Israel ni con los Estados Unidos y tienen posiciones ambiguas, tendientes a mantener el equilibrio.
Conscientes de esto, ayer se realizaron manifestaciones en Cisjordania y en Gaza llamando al apoyo de la Liga Arabe a la causa, así como en contra de los líderes árabes -en Hebrón quemaron un póster con la figura del presidente egipcio, Hosni Mubarak-, ya que muchos en verdad saben de antemano que no pasará nada. El escepticismo también tiene que ver con la figura de Yasser Arafat, quien, al seguir negociando tanto con Israel como con los Estados Unidos, es considerado un traidor que no oye el grito de guerra santa que lanza su pueblo para recuperar por la fuerza Jerusalén, así como la dignidad.
"Por lo menos en Jerusalén -explica Sami, un taxista- a nadie le gusta Arafat. No es el líder que queremos: necesitamos un líder más fuerte, que nos apoye, que no nos robe y que no arreste a la gente de Hamas o de la Jihad (grupos integristas islámicos que se oponen al proceso de paz). La gente quiere que ellos tengan el control, junto a los Tanzim (la juventud armada de Fatah). La gente ya no quiere palabras, sino hechos."
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