España comienza a plantearse lo impensable: su "segunda transición"
De a poco, cada vez más dirigentes debaten un gobierno de coalición entre conservadores y socialistas; creen que sería una salida a las secuelas políticas y sociales de la debacle económica
MADRID.- Era algo así como un secreto inconfesable de la política española hasta que salió días atrás de la boca del ex presidente Felipe González: "Si el país lo necesita, los dos grandes partidos deben sumar fuerzas y hacer una gran coalición".
¿Derecha e izquierda gobernando juntos? Lo que en otro tiempo hubiera parecido una hipótesis afiebrada empieza a vislumbrarse en los círculos de poder de España como una salida posible a medida que se acumulan las secuelas políticas, sociales y territoriales de la devastadora crisis económica que empezó en 2008.
Con ésa u otra variante, cada vez más dirigentes debaten sobre la necesidad imperiosa de una "segunda transición"; un proceso de reformas y consensos tan amplio que pueda compararse con la etapa que llevó de la dictadura franquista a la democracia a mediados de los años 70.
La sugerencia de Felipe González parte de datos objetivos, aunque luego él se arrepintiera de haber hablado por la incomodidad que causó a sus propios compañeros socialistas, enfrascados en una campaña a cara de perro para superar al Partido Popular (PP) en las elecciones europeas del próximo domingo.
La primera certeza, resaltada en todas las encuestas, es que el PP y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ven reducida al mínimo histórico su cuota de intención de voto, culpados los dos por el manejo de la crisis económica y los masivos recortes sociales de los últimos seis años. Si esa tendencia no variara, ninguno alcanzaría la mayoría en las elecciones de 2015 y tendrían muy difícil encontrar aliados para formar gobierno.
La segunda, el próximo presidente deberá enfrentar la tormenta perfecta que suponen el serio desafío independentista de Cataluña; el juicio por el caso de corrupción que sentará en el banquillo al yerno y tal vez a la hija del rey Juan Carlos, y un escenario económico todavía delicado, sobre todo en el plano laboral.
José Pablo Ferrándiz, vicepresidente de la consultora Metroscopia, destaca que las encuestas muestran una mayoría favorable a aprobar en situaciones extremas una gran coalición al estilo de la que gobierna Alemania, aunque se percibe como un escenario por ahora lejano. "La gente añora la época de la Transición. Se idealiza el momento de encuentro entre los partidos", indicó.
El sociólogo Juan Carlos Jiménez, de la Universidad CEU San Pablo, ve "absurdo" pensar en un gran pacto PP-PSOE mientras Mariano Rajoy tenga la mayoría absoluta que ganó en 2011. "Existe una tradición de enfrentamiento ideológico que se remonta a la idea de las dos España y los dos partidos tienen vocación de gobernar en solitario", indicó. Pero planteó que todo puede cambiar si las próximas elecciones arrojaran un gobierno débil en medio de la crisis de Estado con la que amenaza en convertirse el conflicto catalán.
El economista y ex constituyente Ramón Tamames es una de las voces que se suman a la idea de un pacto: "Se necesita reformar la Constitución y esto no es posible si no se ponen de acuerdo los dos grandes partidos. La idea de Felipe es interesante. En Alemania funciona cuando necesitan grandes transformaciones".
El impulso a una revisión amplia de la Constitución de 1978 es el eje del discurso del PSOE desde hace un año. Ramón Jáuregui, ex ministro y uno de sus principales dirigentes, señaló que "el problema entre España y Cataluña va directo al desastre". Pidió disolver el gobierno en 2015 y llamar a elecciones constituyentes.
El secretario general del socialismo, Alfredo Pérez Rubalcaba, suele insistir en la necesidad de adaptar la Constitución para revisar el encaje de Cataluña (ofrecerle más autogobierno y nuevas reglas de financiación a cambio de renovar su lazo con España), pero se sintió tocado con la idea de Felipe González. "No ocurrirá mientras yo sea el líder del PSOE", dijo. Es lógico: las terceras fuerzas que buscan ganar bancas en Bruselas vieron servido el discurso de que el PP y el PSOE "son lo mismo". El propio González quiso rectificar anteayer lo que había afirmado en una entrevista en TV: "Me arrepiento de haberlo dicho. Fue inoportuno".
Al PP lo incomoda menos el tema. El ex ministro y actual cabeza de lista para Europa, Miguel Arias Cañete, dijo que un gobierno de concentración nacional en 2015 "no sería malo si la situación lo exigiera". Los conservadores se ilusionan con que Rajoy gane la reelección, pero descuentan que será con un margen escaso. El estatal Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) le otorga al PP una ventaja de 31% a 26% en proyección de voto (11% menos que en 2011). Metroscopia, en su último relevamiento, ve un escenario más parejo con un virtual empate en 31 puntos.
Al PSOE, aún golpeado por el tortuoso final del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, le queda definir en elecciones internas su crisis de conducción. Las encuestas son lapidarias con los dos líderes. Los españoles rechazan (con cifras superiores al 80%) la gestión de Rajoy y la oposición que hace Rubalcaba, mientras ninguna tercera fuerza emerge como opción real de poder.
A los dos partidos los señalan por los casos de corrupción y se derrumba la confianza en el sistema político. Como muestra, el CIS pronostica que en las elecciones europeas la suma de votos de los dos partidos mayoritarios llegará a un mínimo histórico del 64%, frente al 80% de 2009.
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