Temblor financiero en la UE / Opinión. Estados Unidos no es Grecia
NUEVA YORK.- Es un viento maligno que no le hace bien a nadie, y la crisis de Grecia está haciendo muy feliz a alguna gente? la gente que se opuso a la reforma del sistema de salud y que se muere por encontrar alguna excusa que permita el desmantelamiento del sistema de seguridad social. Donde se mire, hay editoriales y comentarios, algunos fingiendo ser información objetiva, que afirman que la Grecia de hoy será el Estados Unidos de mañana si no abandonamos todas esas tonterías de proteger a los que más lo necesitan.
La verdad, sin embargo, es que Estados Unidos no es Grecia, y que, en cualquier caso, el mensaje que nos transmite Grecia no es el que esa gente nos quiere hacer creer.
Entonces, ¿cuál es la comparación que se puede establecer entre los Estados Unidos y Grecia?
Ultimamente, ambas naciones han incurrido en grandes déficits presupuestarios, más o menos comparables como porcentajes del Producto Bruto Interno (PBI). Los mercados, sin embargo, tratan a ambas de manera muy diferente: la tasa de interés sobre los bonos del gobierno griego es de más del doble del interés sobre los bonos estadounidenses, porque los inversores consideran que existe un elevado riesgo de que Grecia finalmente entre en default de su deuda, mientras que no ven prácticamente ningún riesgo de que Estados Unidos pueda hacer algo semejante. ¿Por qué?
Una respuesta es que nosotros tenemos un nivel de deuda mucho más bajo respecto del PBI. Es cierto que nuestra deuda debería ser aun menor. Estaríamos en mejor posición de lidiar con la actual emergencia si no se hubiera malgastado tanto dinero en recortes impositivos para los ricos y en una guerra sin fondos. Pero aún así, entramos en esta crisis en mucha mejor situación que los griegos. Sin embargo, aún más importante es el hecho de que tenemos un camino claro hacia la recuperación económica, algo de lo que Grecia carece.
La economía de Estados Unidos crece desde la mitad de 2009, gracias al estímulo fiscal y a las políticas expansionistas de la Reserva Federal.
Grecia, por su parte, está metida en una trampa. Durante los años buenos, cuando el capital ingresaba a raudales, los costos y precios griegos se diferenciaron mucho de los del resto de Europa. Si Grecia aún tuviera su propia moneda, podría recuperar competitividad por medio de una devaluación. Pero como no la tiene, y ya que abandonar el euro es inimaginable, Grecia se enfrenta a años de demoledora inflación y muy escaso o nulo crecimiento económico. Por eso, la única manera de reducir el déficit es por medio de feroces recortes presupuestarios, y los inversores se muestran escépticos respecto de que esos recortes verdaderamente se produzcan.
En suma, no somos Grecia. Actualmente podemos tener déficits comparables, pero nuestra posición económica -y, en consecuencia, nuestro enfoque fiscal- es mucho mejor. Dicho esto, hay que agregar que sí tenemos un problema presupuestario a largo plazo. Pero ¿cuál es la raíz de ese problema? "Exigimos más de lo que estamos dispuestos a pagar", es la respuesta usual. Sin embargo, esa respuesta es profundamente engañosa.
En primer lugar, ¿quién es ese "nosotros" del que habla la gente? Es necesario tener en cuenta que el impulso de reducir impuestos benefició a una pequeña minoría de estadounidenses: el 39% de los beneficios de establecer los recortes impositivos de Bush le correspondería al 1% más rico de la población.
Y también hay que tener en cuenta que, en parte, los impuestos han quedado atrás con respecto a los gastos debido a una estrategia política deliberada, la de "matar de hambre a la bestia": los conservadores deliberadamente privaron al gobierno de ingresos fiscales en un intento destinado a forzar los recortes de gastos que, según repiten ahora, son necesarios.
Mientras tanto, cuando se examinan en profundidad estos perturbadores cálculos a largo plazo del presupuesto, se descubre que no están basados en algún problema generalizado de gasto excesivo.
En cambio, son el reflejo de una sola cosa: la presunción de que los costos del sistema de salud aumentarán en el futuro tal como lo han hecho en el pasado. Esto nos dice que la clave de nuestro futuro fiscal es mejorar la eficiencia de nuestro sistema de salud? algo que, como recordarán, la administración Obama ha tratado de hacer.
Entonces, he aquí la realidad: las perspectivas fiscales de Estados Unidos para los próximos años no son malas. Tenemos un serio problema presupuestario a largo plazo, que tendrá que ser resuelto mediante una combinación de la reforma del sistema de salud y otras medidas, que probablemente incluyan un aumento moderado de los impuestos.
Pero deberíamos ignorar a aquellos que fingen estar preocupados por la responsabilidad fiscal, pero cuyo verdadero objetivo es desmantelar los programas sociales del estado? y que quieren usar las crisis de otros lugares del mundo para asustarnos y conseguir que les concedamos lo que quieren.
The New York Times