Rescate en Tailandia: extraen de la cueva a otro grupo de chicos y se aceleran los tiempos
MAESAI, Tailandia.-La marina tailandesa clamaba victoria unos minutos después de que los últimos buzos salieran de la cueva. "Dos días, ocho jabalíes. Hurra", decía su cuenta de Facebook. Los buzos acababan de entregar su segunda y, previsiblemente, penúltima remesa de jóvenes futbolistas del equipo Jabalíes Salvajes FC. Todavía seguían en la gruta los últimos cuatro y el entrenador. La secuencia sugiere que saldrán mañana y la epopeya tendrá su feliz colofón después de dos semanas de drama.
La jornada mostró que los 18 buzos tailandeses e internacionales refinaron la maniobra. Las tareas de rescate habían empezado a las 11, hora local, y el primer chico alcanzó la superficie antes de las 17. Esas horas rebajan las seis empleadas el domingo, que ya habían sorprendido por su escasez. Los tres restantes salieron de forma escalonada. Fue una tarde de rumores, informaciones sin contrastar y desmentidos, con la prensa contando ambulancias y helicópteros para calcular el número de salvados. La confirmación llegó al caer la noche en la preceptiva conferencia de prensa de Narongsak Osatanakorn, jefe del operativo. "Sacaron a cuatro y el proceso fue más rápido que ayer (por el domingo). Esperamos hacerlo incluso mejor mañana", dijo el político con la mueca más relajada.
Su intervención concluyó con una salva de aplausos y felicitaciones de periodistas locales. Antes se había negado a aclarar si el operativo de mañana contempla la extracción de todos los restantes. "No lo sé. No estoy al cargo de eso sino que es decisión del equipo de buzos. Su plan está diseñado para sacar a cuatro", dijo.
Muchos habían alertado de que extraer a chicos que no saben nadar a través de galerías anegadas estrechas, serpenteantes y sin visibilidad anunciaba el desastre por muchas aceleradas clases de buceo que recibieran. En la práctica ni siquiera bucean, sino que se dejan arrastrar por un par de submarinistas a sus espaldas y cabezas que les sujetan la máscara facial y su bomba de aire comprimido. Algunos expertos sugerían que recibieron tranquilizantes para evitar ataques de pánico. Las dos jornadas confirmaron que el plan funciona.
Chiang Rae, la capital provincial de donde provienen, recibió la certeza con alivio y la sensación de que se vislumbra el final del túnel. Los vecinos transitaron por la desolación, al darlos por perdidos, al júbilo tras su encuentro o el desvelo por la complejidad de la operación.
Las autoridades habían informado al mediodía de ayer que los buzos habían regresado a las grutas tras comprobar que persistían las condiciones óptimas del domingo: la moral y fuerzas de buzos y chicos y, sobre todo, los niveles declinantes del agua.
Ese era el temor después de que el monzón arreciara en la noche anterior y amenazara con arruinar la febril extracción de agua de las centenares de bombas durante una semana.
Tampoco en los últimos días se esfumó el riesgo de que una súbita inundación obligue a dejar a los chicos en la gruta hasta que el monzón se retire en octubre. El equipo de 18 buzos enviado a las entrañas de Tham Luang fue prácticamente el mismo del domingo para aprovechar su conocimiento con algunas sustituciones debidas al agotamiento.
La rumorología también cubrió a las identidades de los cuatro rescatados el domingo. Las autoridades se niegan a revelarlas para, según la versión oficial, no acrecentar la ansiedad de los padres que aún esperan. Todos siguen en la boca de la gruta y ahí seguirán hasta que haya salido el último.
Los doctores confirmaron que todos se encuentran en un estado razonablemente bueno si tienen en cuenta sus dos semanas sin luz y poca comida. Por ahora resisten sus deseos de celebrar la salida engulliendo pad krapao, plato típico tailandés de cerdo o pollo frito con perejil, coronado de un huevo frito. Esa orgía calórica se entiende peligrosa para unos estómagos desentrenados.
El hospital los somete a una exhaustiva observación en busca de enfermedades que hubieran podido contraer en el entorno hostil y ordenó una cuarentena en previsión de que sean contagiosas. Los equipos médicos insinuaron que la situación se mantendrá durante los próximos días, por lo que una mampara de vidrio separará a los chicos de sus familiares en sus primeros encuentros.
Los jóvenes y su entrenador se adentraron en la cueva de Tham Luang dos semanas para cumplir un rito iniciático. Las lluvias provocaron una súbita inundación que frustró su salida y tuvieron que esperar nueve días hasta ser descubiertos por dos buzos británicos.
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