Felipe VI bajó el tono con Cataluña, pero las críticas le llegaron igual
En su mensaje navideño, el rey se mostró más moderado; fuerte rechazo de los independentistas y de la izquierda
MADRID.- La relación con la convulsa Cataluña se reafirma como uno de los principales desafíos para el reinado de Felipe VI . Un expediente de compleja resolución ante el rechazo que su posición como "defensor de la unidad" del país genera entre dirigentes independentistas.
En un lenguaje moderado y con tono mucho más conciliador que el duro "mensaje extraordinario" del pasado 3, el joven rey pidió al futuro gobierno catalán que "evite el enfrentamiento o la exclusión".
Fue una clara apelación a que las futuras autoridades no incurran de nuevo en una ruptura unilateral con España como la que se registró el pasado 27 de octubre con la fallida declaración de independencia.
La tensión se renovó ante el generalizado rechazo que el tradicional mensaje de Navidad del monarca cosechó entre los dirigentes independentistas, que hace sólo cinco días renovaron su mayoría en el Parlamento catalán y, seguramente, serán capaces de formar gobierno.
"Alejado de la realidad, extemporáneo, propio del siglo pasado y alineado con lo peor de la política que es el saqueo del Partido Popular", fueron algunas de las críticas que cosechó el mensaje, tanto entre dirigentes independentistas catalanes como entre la izquierda antisistema de Podemos.
"El camino no puede llevarnos otra vez al enfrentamiento o a la exclusión que, como sabemos ya, sólo generan discordia, incertidumbre, desánimo y empobrecimiento moral, cívico y, por supuesto, económico", señaló el rey Felipe VI.
Con eso hizo mención del enorme costo económico aparejado por el llamado proces independentista, que empujó una fuga récord de empresas de la región, con más de 3000 firmas relocalizadas fuera del territorio en poco más de dos meses.
Llamó también el joven rey a que "las ideas no separen ni distancien a las familias y a los amigos", en referencia la fuerte grieta que todo el proceso independentista dejó en la sociedad catalana.
Mientras los principales partidos nacionales -el Popular (PP), el Socialista Obrero Español (PSOE) y Ciudadanos- respaldaron y se sumaron al llamado del rey, los independentistas catalanes, los nacionalistas vascos y la izquierda de Podemos lo rechazaron de plano.
El partido de Pablo Iglesias dijo que el discurso de Felipe VI es propio "de otra época, está alejado de la realidad y que en Cataluña será la gente la que decida", según dijo Rafael Mayoral, de la dirección del partido.
"Para la mayoría de la gente, este tipo de discursos están alejados de la realidad y no responden a sus necesidades", con el añadido de que la institución monárquica se ha convertido "en vocera de lo peor del sistema político de nuestro país, que es el gobierno del saqueo que ejerce el PP", dijo.
Rechazo independentista
Desde su refugio en Bruselas, el líder de Junts per Catalunya y posible futuro presidente del gobierno catalán, Carles Puigdemont, rechazó el mensaje de parte de un jefe de Estado "donde anida la persecución a las ideas legítimas, democráticas y no violentas".
El líder prófugo de la justicia española señaló que esa es una situación que "no puede dejar de denunciar" a la vez que se proclamó en la línea de quienes en el pasado "lucharon por las instituciones históricas" de Cataluña.
Marta Pascal, del Partido Demócrata de Cataluña (Pdecat), puso en duda las palabras del rey al recordar que "hay dirigentes catalanes que no pueden celebrar la Navidad en sus casas porque están presos por defender sus ideas".
Desde Izquierda Republicana de Cataluña (ERC), el mensaje fue el mismo. Una "exigencia" para que el "monarca" deje de lado "la violencia, los machetes policiales, la suspensión de gobiernos legítimos y la existencia de presos políticos".
El de ayer fue el cuarto mensaje de Navidad de Felipe, que asumió la corona en junio de 2014, ante la abdicación de su padre, el rey Juan Carlos, en medio de cuestionamientos por corrupción en la familia real.
En la escasa escenografía que acompañó el mensaje figuró una alusión a la relación de la corona con Cataluña a partir de una reproducción del Premio Fundación de Girona.
Pero, sin sorpresas, ese fugaz guiño no fue suficiente para aplacar la tensión que confirma al expediente catalán como uno de los principales desafíos para el joven reinado.
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