Finlandia ofrece su receta para la crisis argentina: seriedad
Hace diez años vivieron una debacle similar; hoy se identifican con nuestro país
HELSINKI.- Los finlandeses hablan poco, muy poco. Interrumpir cuando otra persona habla es considerado de pésima educación. Pero esa tradicional parquedad, alimentada posiblemente por inviernos en los que el termómetro marca hasta 30 grados bajo cero, parece desvanecerse cuando se trata de discutir sobre la Argentina.
Son pocos los que no conocen nuestro país, desde los empresarios en sus oficinas en Helsinki con imponentes vistas al Báltico, o en Espoo, una suerte de blanca Silicon Valley a pocos kilómetros de la capital, hasta los jóvenes adictos al celular que se pasean por la elegante avenida Esplanadi. Aunque la Argentina esté, como dicen aquí, "del otro lado del mundo".
La razón, fundamentalmente, es el tango: curiosamente, es casi tan conocido y popular aquí como en la Argentina. Y también por la crisis económica. "¿Qué está pasando en la Argentina? ¿Qué planes tiene el gobierno?", son las preguntas que uno escucha insistentemente apenas se acerca a los poderosos empresarios finlandeses, a los funcionarios, a los periodistas.
Sucede que los finlandeses se sienten, en parte, identificados. Y ofrecen, siempre con su tradicional humildad y discreción, las recetas de lo que muchos consideran el milagro finlandés.
Después de haber sido durante la década del 80 uno de los países con la mayor tasa de crecimiento del mundo industrializado, Finlandia se sumergió a principios de los 90 en una crisis económica sin precedente. La causa, en parte, fue el colapso de la Unión Soviética, destino de la mayoría de los productos finlandeses.
En unos pocos años la producción se contrajo un 13%; el marco finlandés se devaluó más de 25%; el sistema bancario prácticamente colapsó, y el desempleo se disparó del 3,5% a casi un 20%. Fue, como dicen aquí, el año en el que Finlandia se cayó del cielo.
La crisis llevó a una drástica reestructuración de la economía, que durante décadas vivió, literalmente, del bosque y que se concentró deliberadamente en la alta tecnología. La devaluación ayudó al crecimiento de las exportaciones, que hoy representan el 42% del crecimiento del PBI.
La transformación, en apenas 10 años, fue de tal magnitud que este año Finlandia desplazó por primera vez en años a Estados Unidos en el ranking de los países más competitivos del mundo, según el Foro Económico Mundial. Y esto pese a que tiene las tasas impositivas más altas de Europa.
El motor detrás del milagro
Los expertos afirman que, además del fuerte recorte presupuestario, el secreto del éxito fue un gobierno que trabajó mano a mano con el sector privado e hizo una fuerte apuesta a la investigación y el desarrollo (Finlandia es el segundo país en el ranking de investigación y desarrollo: invierte 3% del PBI).
Pero sin duda el motor detrás del milagro fue una sola empresa, Nokia, que comenzó fabricando botas de goma para los soldados y se convirtió en un gigante de la electrónica y un modelo de empresa en el nivel mundial.
Para los ojos argentinos resulta más que difícil imaginar similitudes entre la Argentina y la prosperidad y previsibilidad que emana de todos los aspectos de la vida en Helsinki, con su eficiente educación pública, sus servicios de salud gratuitos, sus calles y avenidas sin congestionamientos de tránsito ni bocinazos, los restaurantes y supermercados con precios prohibitivos (hoy más que nunca para los argentinos) y las veredas calefaccionadas.
Ni hablar de la expresión con la que responden cuando se les pregunta por la corrupción. Finlandia fue bautizado el país menos corrupto del mundo por Transparency International.
Parece otro mundo, y lo es. A tal punto que, con ironía, muchos festejan que, al menos, Finlandia no está primero en el ranking de los países más aburridos del mundo. Sólo está segundo.
"Hay muchas similitudes entre lo que está sucediendo en la Argentina y la crisis de Finlandia hace una década", dice Pentti Vartia, director del Instituto de Investigación de la Economía Finlandesa. "La gran diferencia -afirma- es que en la Argentina está acompañada por una crisis política de gran magnitud."
Ni hablar de los cacerolazos o escraches, palabras a las que los finlandeses no les encuentran traducción. "En Finlandia hubo protestas en las calles, pero fueron pacíficas, y había un consenso político que permitió al gobierno tomar las medidas necesarias", agrega Vartia. "Aquí, las políticas populistas nunca fueron una tentación."
Claro que las características del país son más que distintas de la Argentina. Con apenas 5 millones de habitantes, este helado vecino de Rusia era conocido sólo por su residente más famoso: Papá Noel. Los finlandeses vivieron siempre entre dos mundos y pasaron la mayor parte de los últimos 900 años bajo el dominio de sus vecinos. Durante cinco siglos Finlandia fue parte de Suecia, y durante cien años formó parte de Rusia. Las huellas son evidentes en todas partes, desde la impactante Plaza del Senado, que parece una postal de San Petersburgo, hasta los carteles, que por ley deben estar escritos en finlandés y en sueco.
La mira en América latina
Sin duda su ingreso en la Unión Europea fue crucial en su recuperación. Durante años un bastión del escepticismo a la integración europea, Finlandia se unió a la UE en 1995 y se convirtió, en enero, en el único país nórdico en adoptar el euro. Moneda a la que hoy, tres meses después, ya están completamente habituados, aunque no falten los nostálgicos de su marco. Un 60% del comercio finlandés es con la UE. Pero el país tiene la mira puesta hoy en nuevos mercados, fundamentalmente Rusia, China y América latina.
"Creemos que son las regiones con mayor potencial de crecimiento", dice Jari Vilén, ministro de Comercio Exterior de Finlandia. Con apenas 38 años, es uno de los ministros más jóvenes del gobierno socialdemócrata y encabezará esta semana una misión de empresarios finlandeses a América latina. Buscan hacer negocios en Chile, Brasil, Venezuela y Uruguay.
En la Argentina la tarea será otra."Será más una misión de solidaridad, en nombre de la UE, para recabar información. Necesitamos averiguar más sobre los planes de recuperación del gobierno argentino", dice.
Y también ofrece consejos. "Nuestra experiencia nos ha enseñado la importancia de una tradición de consenso entre los partidos. Además, la necesidad de invertir en educación, investigación y desarrollo."
Pero su gran advertencia es sobre el desempleo, que hoy sigue en 9% y que muchos consideran en talón de Aquiles del modelo finlandés. "Una de nuestras lecciones es que hay que evitar a toda costa que el desempleo suba muy rápido", dice Vilén. "Nos costó 10 años reducir el desempleo de 20 a 9%, y en algunas áreas sigue siendo de hasta 35%", agrega.
Parece otro mundo. Y lo es.
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