Tras el histórico acuerdo sobre la Constitución. Fuerte crítica de Juan Pablo II a la UE
Rechazó en duros términos la omisión de las raíces cristianas del continente en la nueva carta magna
ROMA.- El papa Juan Pablo II reforzó ayer sus críticas a los líderes de la Unión Europea por su decisión de no incluir una referencia explícita a Dios y al cristianismo en el preámbulo del borrador de la Constitución comunitaria acordado el viernes pasado en Bruselas, en la cumbre de jefes de Estado y de gobierno.
"No se cortan las raíces de las cuales se ha nacido", dijo el Pontífice tras el rezo del Angelus en la plaza de San Pedro, en un mensaje en polaco. El Sumo Pontífice aprovechó además la ocasión para agradecer a su Polonia natal "haber defendido fielmente las raíces cristianas" en las instituciones europeas.
Por su parte, en una declaración firmada por el presidente de la Conferencia Episcopal de Polonia, monseñor Jozef Michalik, y sus dos adjuntos, los obispos instaron ayer a "todos los hombres de buena voluntad a reflexionar sobre el futuro de una Europa construida fuera de los valores fundamentales".
"No se puede construir una casa europea común falsificando la historia del Viejo Continente e imponiendo una visión laica", afirmaron.
Sin embargo, el primer ministro de Irlanda, Bertie Ahern, cuyo país además ejerce actualmente la presidencia rotativa de la UE, estimó ayer que el preámbulo de la nueva carta fundamental tiene "su inspiración en la herencia religiosa de Europa".
"Estoy particularmente satisfecho por el hecho de que al llegar al acuerdo sobre la nueva Constitución la presidencia irlandesa haya logrado mantener intacto el artículo I-51", afirmó.
"Este artículo confirma que la Unión [Europea] respetará el estatuto de las iglesias y que mantendrá un diálogo abierto con ellas", consideró en Dublín.
Ahern respondió de este modo a las críticas formuladas por el Vaticano y otros países -principalmente Polonia e Italia- que abogaron por una referencia explícita a la fe cristiana. A la inclusión se opusieron sobre todo Francia y Bélgica, que hicieron hincapié en la necesidad de una separación clara entre Iglesia y Estado.
Finalmente, se optó por una fórmula que se refiere a la "inspiración de la herencia cultural, religiosa y humanitaria de Europa". La decisión alegró a Turquía, país musulmán que desde 1999 es candidato a incorporarse a la UE y espera con ansiedad iniciar las negociaciones de adhesión.
Más críticas
Por su parte, el presidente checo Vaclav Klaus se quejó ayer de la manera como fue aprobada la Constitución, pocos días después de que la mayoría de los gobiernos europeos fueron castigados en los comicios para el Parlamento de Estrasburgo, en los cuales se registró un ausentismo récord y los partidos escépticos mostraron espectaculares avances.
"La adopción de una constitución de este tipo por decisión de políticos cuyo mandato había sido debilitado pocos días antes en las elecciones es desafortunada", dijo el mandatario, quien también es considerado escéptico. En una entrevista con el diario checo Pravo, Klaus dijo que el ingreso de su país a la UE fue una de las decisiones más fatales de la historia checa.
Por otra parte, de acuerdo con una encuesta publicada ayer por el diario The Sunday Times, en Gran Bretaña sólo el 23 por ciento de los ciudadanos votaría a favor de la adopción de la carta magna, mientras que un 49 por ciento la rechazaría.
Los indecisos suman el 16 por ciento, y otro 12 por ciento dijo no estar interesado en el tema. La mayoría de los británicos cree que la Constitución tendrá consecuencias negativas, como la pérdida de su asiento permanente en el Consejo de Seguridad, de la soberanía para llevar adelante una política exterior y de defensa nacional independientes y la capacidad para fijar sus impuestos.
El primer ministro británico, Tony Blair, prometió a la opinión pública que el texto no tendrá vigencia en el Reino Unido antes de ser aprobado en un referéndum.
Blair no sólo enfrenta a la mayoría de la ciudadanía, a la oposición conservadora y a un grupo de empresarios que temen que la Constitución debilite la democracia, sino también la resistencia de miembros de su propio Partido Laborista.
En una entrevista emitida ayer por la cadena televisiva BBC, Blair dijo que el debate en torno de la carta magna será "una lucha entre la realidad y el mito".
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