Guerra Rusia-Ucrania. Dos ucranianos que viven en El Calafate se alistan para luchar: “Nuestra patria nos llama a la guerra”
Son hermanos que hace casi 20 años se radicaron con su familia en la Argentina; están dispuestos a sumarse a trabajar o luchar donde los designen
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EL CALAFATE.- “Cuando una persona defiende lo suyo, está lista para todo”, reflexiona Nazar Kuzmin, tiene 32 años, nació en Odessa, pero hace casi 20 que vive en la Argentina, cuando con sus padres partió de Ucrania en busca de otros horizontes. Ahora, en El Calafate, junto a su hermano Taras decidió volver a su país y alistarse para la guerra. Las tremendas imágenes y noticias que llegan desde allá les generaron a los hermanos la urgencia por volver. Aquí queda Olga, su madre; en Ucrania espera el padre.
“No me siento tranquilo quedándome acá sin hacer nada, sufro mirando en las noticias todo lo que pasa a la gente en mi país, siento que debo ir”, le cuenta Nazar a LA NACION, mientras apura un café al final de la tarde en el corazón de una ciudad aún con turistas. Su hermano, de 41 años, ya partió a Buenos Aires donde en las próximas horas se embarcará hacia Frácnfort, Alemania, y desde allí hacia la frontera de Polonia con Ucrania.
Taras realizó el servicio militar antes de migrar a la Argentina y tiene el grado de sargento de reserva; un contacto lo esperará en la frontera en Ucrania para aprovisionarlo para la guerra y espera sumarse a algún batallón o a la Guardia Nacional ucraniana. Nazar cree que, en su caso, será más complejo, dado que no hizo el servicio militar, pero está dispuesto a sumarse a trabajar o luchar donde lo designen.
A mediado de los años 90, la familia Kuzmin decidió que la ciudad portuaria de Odessa ya no era un lugar seguro y tranquilo para sus hijos. Leonid, policía retirado y su hijo mayor Taras fueron los primeros en llegar a Buenos Aires en 2000. Primero consiguieron trabajo en las Salinas Grandes (Salta y Jujuy), y luego en la construcción. Una empresa los llevó a El Calafate, en los albores del auge de la construcción de hoteles.
“En Ucrania decimos que un hombre que no sabe de construcción, no es hombre”, afirma Nazar, un poco en serio un poco en broma, al explicar cómo su padre y su hermano se incorporaron al rubro de la construcción. “Todos en Ucrania nos construimos nuestras casas, somos famosos por eso”, añade. En 2003, Nazar y su madre llegaron a Buenos Aires, se instalaron allí y, un tiempo después, hicieron un inolvidable viaje por tierra hasta el Sur.
Nazar llegó sin hablar una palabra en español, “el primer año y medio no hablé en la escuela, solo escuchaba y trataba de aprender”, rememora. Además de manejar un remisse, hoy oficia de traductor de ucraniano y ruso para los turistas que llegan a visitar los glaciares. Incluso en estos días le tocó oficiar de traductor a un grupo de Kazajistán. Ahora habla español casi perfecto. Solo cuando se emociona se trasluce el acento. Juega al rugby, tiene novia y amigos. Una vida tranquila y feliz en la Patagonia.
¿Por qué la familia eligió quedarse aquí? “Había trabajo, lo más importante para nosotros. Además, en esos años, con dos de residencia nos daban un terreno para poder construir nuestra casa. Mi padre siguió trabajando y yo desde los 18 ya empecé a trabajar en turismo”, detalla Kuzmin. Y más de una vez le tocó interactuar con turistas rusos en estos años.
Pero todo cambió el 24 de febrero, cuando Rusia invadió Ucrania. Desde ese día, siente un deber, una necesidad moral de alistarse para ser parte de la guerra y defender a su país. “No quiero que pasen 30 años y yo me pregunte ‘¿y yo que hice por mi país? ¿Dónde estuve?’”, explica Nazar. Ya en 2014, cuando Rusia anexó la península de Crimea, los hermanos Kuzmin sintieron la necesidad de sumarse, pero no llegaron a viajar.
¿Por qué siente que debe alistarte ahora? “Porque ahora ya atacaron a todo el país. Por la libertad, nuestro país ya tuvo un tiempo de libertad, no queremos que la vuelva a perder. Es un país, muy trabajador, unido, queremos lo nuestro, vivir tranquilos y en paz, a defender eso vamos”, explica Kuzmin, a quien los años transcurridos en la Argentina no le desvanecieron el amor por su tierra.
Su padre, que regresó a Ucrania, hace cuatro años vive cerca de Odessa. Hoy tiene impedimentos por las secuelas de un ACV. También allí quedaron una abuela y otros familiares. ¿Cómo vive su madre la partida de sus dos hijos a la guerra? Kuzmin busca las palabras: “Sufre, pero lo entiende. Así nos criaron. Si ella fuera más joven, seguro estaría allí armando barricadas, es nuestra historia, nuestra cultura”.
Mientras se da esta entrevista, un vecino de la ciudad, se detiene al reconocerlo, lo saluda y le avisa que ya le giró dinero. Nazar agradece emocionado por la ayuda, cambian saludos y abrazos. Muchos conocen aquí, una ciudad chica, a los hermanos Kuzmin. “Todas las agencias tienen nuestros teléfonos cuando necesitan un traductor para ruso o ucraniano”, afirma con orgullo. En estos días, los dos hermanos encararon una colecta en las redes sociales para poder comprar los pasajes bajo el lema: “Nuestra patria nos llama a la guerra. Debemos viajar para combatir por nuestra tierra y nuestra gente”.
Este fin de semana venderá un menú de “pollo con ensalada de papá y huevo” y espera reunir lo que le falta para el pasaje y poder viajar a fin de mes.
Nazar Kuzmin sacará un pasaje de ida y vuelta, porque es más barato. No tiene certezas de cuándo volverá. Será la primera vez que regrese a su país; es el único de la familia que no volvió en estos años. Estima que no tendrá inconvenientes en ingresar con su pasaporte ucraniano. “Me quiero alistar, para trabajar, ayudar en lo que sea, pelear, que me designen donde me necesiten”, asegura, urgido por partir a la guerra que puso en vilo al mundo.
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