La guerra contra el terrorismo. Habrían matado a cuatro periodistas
Cayeron en una emboscada de rebeldes talibanes a 90 kilómetros de Kabul Uno era de El Mundo (Madrid); otra, del Corriere della Sera (Milán), y dos, de Reuters Pocas esperanzas de que sigan con vida
TALOQAN, Afganistán (De una enviada especial).- "Nos vemos en Kabul en unos días". Nos despedimos así la última vez que hablé por teléfono con Julio, hace cuatro días. Yo estaba en Dushanbé, Tadjikistán, intentando entrar otra vez en Afganistán para llegar a Kabul, la meta de todos, y él estaba en Peshawar, Paquistán.
Ayer, sin embargo, esa cita quedó postergada, acaso para siempre. Julio, Julio Fuentes, español, enviado especial del diario El Mundo, de Madrid, desapareció -se cree que fue asesinado- cuando intentaba llegar desde Jalalabad hasta Kabul, donde nos íbamos a encontrar. Con él habrían muerto la italiana Maria Grazia Cutuli, del Corriere della Sera, de Milán; el australiano Harry Burton y el afgano Azizullah Haidari, estos dos de la agencia Reuters.
Anoche, aunque no nos animábamos a aferrarnos demasiado a ella, surgió una leve esperanza, ya que los cuerpos no fueron hallados y muchos, tal vez como una última defensa ante el dolor, preferían esperar antes de darlos por muertos. En el diario Corriere della Serra, por ejemplo, afirmaban que aunque el gobierno italiano ya daba por muerta a Maria Grazia, ellos se negaban a aceptar la noticia hasta ver su cadáver.
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Mientras escribo esto, sobreponiéndome al horror, llegan las noticias que dicen que mis cuatro colegas viajaban en dos autos, a la cabeza de un convoy de periodistas que intentaban, como todos los que estaban acá, llegar hasta la capital afgana. Esas noticias dicen que fueron detenidos por seis hombres, que algunos testigos identificaron como pro talibanes. Que los hicieron bajar de los autos, que los apedrearon y que luego les dispararon a quemarropa. Estaban cerca de su meta: a apenas 90 kilómetros de Kabul.
Como todo buen corresponsal de guerra, Julio estaba impaciente por entrar en Afganistán, y cada vez que hablábamos por teléfono me lo demostraba. "Cuidate", siempre hay riesgos en las coberturas.
Según relató después Eduardo Sanjuan, de la cadena española TV3, que estaba en el convoy de ocho autos, los guerrilleros hicieron detener a la caravana "probablemente diciéndoles que más adelante estaban siendo atacados".
Según Sanjuan, el chofer de uno de los autos le contó que "los periodistas bajaron, los agresores les preguntaron si eran espías y les empezaron a tirar piedras y luego a disparar".
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Desde la caída de Mazar-e-Sharif, la estratégica ciudad del norte de Afganistán que dio pie al colapso de los talibanes, con Julio nos manteníamos en contacto para ver qué posibilidades había de llegar desde la ciudad fronteriza de Termez, en Uzbekistán, donde me encontraba.
Para eso, él ya se había ocupado de conseguir tanto la visa uzbeka como la tadjika en Islamabad, como le había aconsejado. "La historia está en Mazar-e Sharif", decía la voz de Julio en el teléfono, apasionado como siempre de su trabajo, que sabía hacer muy bien, sobre todo en situaciones difíciles.
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El chofer, dicen ahora las impersonales y frías crónicas, le suplicó a los atacantes que lo dejaran libre, y mientras huía vio como le disparaban a la mujer y a uno de los hombres con una Kalashnikov. Después, mientras corría para ponerse a salvo, avisó a los demás autos que iban detrás que huyesen del lugar.
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Con Julio nos habíamos conocido unos meses atrás en Damasco, Siria, durante el viaje que el Papa hizo allí. El no cubría el Vaticano, pero como en poco tiempo más iba a haber elecciones en Italia, el corresponsal de El Mundo en Roma no había podido ir y a último momento habían mandado a Julio. En la sala de prensa, montada en un hotel de Damasco, enseguida nos hicimos amigos.
Conocía muy bien LA NACION, que leía por Internet, así como la Argentina. Allí había vivido de chico por motivos de trabajo de su padre, yendo entonces unos años al colegio Champagnat. Años que habían marcado en su corazón un especial afecto por nuestro país.
Inquieto como todo periodista, autor de tres libros y corresponsal de guerra en Irak, en Bosnia, en Belgrado durante la guerra en Kosovo, y conocedor de Medio Oriente, temas de conversación no nos faltaban.
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Los cinco cuerpos, los cuatro periodistas y el traductor, quedaron tendidos a un costado del camino, y uno de ellos fue localizado por los pasajeros de un colectivo que iba hacia Jalalabad. El conductor dijo que detuvo el vehículo y que, al bajarse, se encontró con tres cadáveres. Ninguno, afirmó, tenía heridas visibles, salvo un hombre que parecía haber sido golpeado en la cara.
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Cuando ayer escuché que había un español entre los periodistas atacados en la ruta hacia Kabul, enseguida supe que era Julio. Más tarde la confirmación fue una puñalada. En un primer momento pensé que no podía escribir sobre él. Pero después, hablando con Angelo Macchiavello, el periodista italiano con el que comparto esta cobertura de guerra, cambié de idea. Angelo, que también está shoqueado porque lo conocía a Julio, con quien había estado hace veinte días en Paquistán, me dijo: "A Julio morir así seguramente le gustó. Y estoy convencido de que escribir sobre él es el mejor tributo que podés rendirle".
Quiénes eran
Azizullah Haidari
Afgano, Reuters
33 años. Pasó la mitad de su vida como refugiado en Paquistán. En 1992 comenzó a trabajar como fotógrafo para la agencia.
Harry Burton
Australiano, Reuters
33 años. Camarógrafo de la agencia desde hace dos años, cubrió el conflicto de Timor Oriental y otras crisis en Indonesia.
Maria Grazia Cutuli
Italiana, Corriere della Sera
39 años. Redactora de la sección Exterior del diario italiano, cubría la información referida a Asia y Medio Oriente.
Julio Fuentes
Español, El Mundo
42 años. Corresponsal de guerra, cubrió casi todos los conflictos de las últimas dos décadas, desde El Salvador hasta Bosnia.
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