Hay cada vez más esclavos en China
Se explota al emigrante rural
PEKIN.- La esclavitud se está extendiendo por toda China junto con la caótica industrialización y "privatización" de la economía, después de décadas de monopolio estatal de la práctica en los campos de trabajos forzados, han denunciado fuentes humanitarias.
Un número indeterminado de emigrantes chinos del interior, que podrían ser cientos de miles -en su mayoría, campesinos que escapan de regiones pobres-, se han convertido en los nuevos esclavos del siglo XXI ante la creciente incapacidad del gobierno de Jiang Zemin para mantener cierto control sobre la práctica.
Las denuncias de nuevos casos no han dejado de acumularse en los últimos meses, principalmente en medios extranjeros y de Hong Kong, con detalles cada día más escabrosos.
En junio último, la prensa de Hong Kong reveló que 867 obreros fueron descubiertos en una fundición en Xinjiang, en el oeste del país, donde eran obligados a trabajar entre doce y veinte horas por día sin paga, con una comida diaria, sometidos a palizas.
En mayo, 27 esclavos fueron liberados por la policía en Hebei, muy cerca de Pekín, después de un año de retención. Y en febrero dos minas con 46 esclavos de entre 14 y 73 años fueron tomadas por la policía en la provincia central de Henan.
Estos casos son considerados por los expertos como un muestrario del total que pasa inadvertido y ocultado por las autoridades locales, frecuentes cómplices en el trabajo forzado en plantas estatales arrendadas a gerentes que pagan impuestos sobre sus operaciones.
"Claro que hay leyes -declaró el gerente de una fábrica acusada de emplear mano de obra cautiva, citado en un informe publicado en el último número de la prestigiosa revista Far Eastern Economic Review (FEER), de Hong Kong-, pero nadie se preocupa por ellas; los funcionarios nunca nos molestan."
"China es tan grande y caótica... Nada que ocurra aquí es sorprendente", aseguró el gerente, que reconoció que retiene a "varios" trabajadores contra su voluntad.
Cuestión de léxico
El concepto de "esclavo" es difícil de definir en China, como en otros países donde la práctica ha reaparecido -especialmente en Africa- y muchos de los trabajadores que acaban en la esclavitud tienen presuntas deudas, reales o ficticias, con las empresas que los emplean.
En este sentido, uno de los casos más espectaculares fue descubierto en las afueras de Pekín en 1999 e implicó a la policía de la capital, acusada de vender a emigrantes ilegales como esclavos "temporales" en canteras o fábricas cercanas.
El negocio salió a la luz tras la denuncia a fuentes humanitarias de un campesino, Guo Yongli, que fue "alquilado" por 30 dólares norteamericanos durante un mes, en el que "redimió" su delito en una cantera.
Una vez que los emigrantes caen en la red de la esclavitud, las autoridades locales no se consideran responsables de su destino y las víctimas se ven obligadas a esperar a que alguien denuncie su situación en sus zonas de origen o escapar, lo que es penado con severas palizas, multas que implican trabajo extra, o la muerte.
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