Hay cinco caras de la gestión Trump y todas son peligrosas
NUEVA YORK.- Ya debería quedarnos claro que hay cinco administraciones Trump arremolinándose frente a nuestros ojos -Trump Entretenimientos, Trump Limpieza, Trump Loco, Trump Republicano y el Trump Esencial-, y es imposible predecir cuál definirá esta presidencia, y menos aún cuál tendrá éxito.
Trump Entretenimientos aparece todos los días bajo la forma de un indignante "hecho alternativo", una belicosa conferencia de prensa, un tuit acusando a los medios de ser "los enemigos del pueblo norteamericano", o como un show de porristas en Florida, sin la menor conexión con ninguna agenda legislativa y organizada para que el ego del presidente reciba su dosis de adrenalina.
El país, sin embargo, se está haciendo adicto a Trump Entretenimientos. Cuesta desviar la mirada de un presidente que está a punto de decir cualquier cosa todo el tiempo. Es tan raro como un elefante volador o un caballo parlante, y uno no puede sacarle los ojos de encima. Me pregunto si los chinos perderán el tiempo de esta manera, y sospecho que en el poco tiempo que Trump lleva en el poder, ya han construido un nuevo tren bala.
Trump Limpieza abarca a los adultos de su equipo que siguen con atención el derrotero de Trump Entretenimientos para "clarificar" lo que quiso decir el presidente. Como por ejemplo el secretario de Defensa, Jim Mattis, que les aseguró a los surcoreanos que a pesar de los dichos de Trump, Estados Unidos honrará sus compromisos en materia de seguridad; a los iraquíes que en realidad no teníamos pensado robar su petróleo.
El indisputado jefe del Trump Loco es su estratega Steve Bannon, que apuró el decreto sobre inmigración en medio del caos inicial del presidente. Bannon es el encargado de socavar el peso internacional de China, la Unión Europea e Irán, y de hacer de Estados Unidos un país más cerrado a la inmigración y el comercio, un país más blanco y más nacionalista, lo más libre posible de la influencia musulmana y de los inmigrantes. Bannon seguramente alentó los embates de Trump contra las agencias de inteligencia y los medios de prensa como una manera de socavar todas las fuentes independientes de información verdadera, para que Trump pueda inocular su propia realidad a todo el cuerpo político de Estados Unidos vía Twitter.
Trump Republicano está encabezado por Reince Priebus y representa la histórica agenda de intereses republicanos. Sabe que Trump es un invasor exógeno que embichó todo el jardín del partido. Mientras tanto, el partido se limita a intentar sacar lo mejor de Trump -como matar el Obamacare, recortar los impuestos, desregular Wall Street y fomentar el uso de combustibles fósiles-, y al mismo tiempo frustrar sus peores ideas, como su promesa de restringir el libre comercio.
La cobertura periodística de las falacias seriales diarias de Trump ocupa tanto espacio que nos distraemos del Trump Esencial, que puede resumirse con su más verdadera afirmación desde que lanzó su campaña: "Podría pararme en el medio de la Quinta Avenida y dispararle a alguien y aún así no perdería votos".
Ése es el Trump Esencial. Un hombre que valora la lealtad por encima de todo y que piensa que sus seguidores son tan estúpidamente fieles que ni lo condenarían por un crimen cometido ante sus propios ojos. Un hombre que piensa que la única manera de conseguirles trabajo es ponerle un arma en la cabeza a las grandes empresas. Un hombre que no ha mostrado el menor interés por ganarse la confianza de los que no lo votaron. Lo único que le importa es ser el presidente de su propio club de fans.
La sumatoria de todos estos Trump no transmite la sensación de un buen equipo. Parece un equipo de básquet de rejunte. No arrancan con una visión compartida del mundo en el que vivimos ni sobre las principales fuerzas que operan en él. Es un equipo cuyo punto de partida son las conclusiones sobre las que Trump basa sus "hechos".
Lo cierto es que vivimos en un mundo que está siendo transformado por la extendida aceleración de la tecnología, la globalización, el cambio climático y el crecimiento poblacional, y la labor de un gobierno es permitir que más ciudadanos puedan prosperar y al mismo tiempo amortiguar los efectos adversos. Esos son los hechos en los que baso mis conclusiones.
En esta era, los líderes tienen que esforzarse para que los ciudadanos entiendan que si quieren seguir en la clase media, tendrán que seguir aprendiendo y actualizándose de por vida.
En una era en la que los gobiernos que más éxito tengan serán los que más se abran al mundo, y al mismo tiempo alentar a los emprendedores más radicales, proporcionar redes de contención, como el servicio de salud, y generar oportunidades de aprendizaje a largo plazo para todos los ciudadanos. O sea que un gobierno que quiera prosperar tiene que ir a la izquierda y a la derecha al mismo tiempo. Son gobiernos que no se abocan a construir muros sino justamente a preparar a sus ciudadanos para que puedan vivir sin muros.
Es una era en la que los mejores líderes generan confianza en la cima del poder y entre ellos y su pueblo, porque la confianza es la que permite que los equipos avancen con rapidez y experimenten más. Es una era en la que para devolverle a Estados Unidos su grandeza hay que hacer cosas muy difíciles, y las cosas difíciles sólo se logran trabajando en conjunto. Y es una era en la que, debido a la velocidad de los cambios, los pequeños errores de navegación de un líder pueden descarrilarnos definitivamente.
Pero quién sabe. Tal vez las muchas administraciones Trump nos sorprendan. Tal vez los elefantes vuelen. Tal vez no.
Traducción de Jaime Arrambide
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