Henri Falcón, un exchavista que atiende su propio juego
CARACAS.- Henri Falcón llegaba de madrugada a los barrios populares de Lara, estado central que gobernó durante ocho años. Equipado con ropa deportiva y dispuesto a trotar a buena velocidad, recordando el paso marcial de sus años militares. Cuando arrancaba, colaboradores, seguidores, vecinos y periodistas intentaban seguir su paso, cada uno como podía, con mayor o menor éxito.
De esta forma tan venezolana, el líder de Avanzada Progresista supervisaba las necesidades del pueblo al que siempre ha querido defender. A su propio paso, al mismo ritmo que hoy "evalúa" su candidatura a las elecciones presidenciales del 22 de abril, que en su último mensaje a la nación dependería de la presencia de observadores de Naciones Unidas y de las negociaciones que mantiene con el gobierno, que incluiría ceder alguno de los reclamos electorales de la oposición, incluso la misma fecha de las presidenciales.
"Siempre he defendido el camino electoral, la Constitución y la paz, pero el gobierno se empeña en cerrar las puertas a la sensatez, colocando obstáculos permanentes a este camino", alertó tras los amagos de megaelecciones de esta semana. El último arrebato de Falcón lo dejó solo: sus compañeros de la Mesa de la Unidad Democrática, la Iglesia Católica a la que tanto mimó con la construcción del monumento a la Virgen de la Divina Pastora, las universidades, el Movimiento Estudiantil, colectivos profesionales, organizaciones civiles y sindicatos han dejado claro que apuestan por la abstención y la conformación de un Frente Amplio Nacional para exigir condiciones democráticas electorales. Si pese a tener todo en contra finalmente se lanza al 22 de abril, Falcón será apartado de inmediato por traidor del seno de la MUD y tratado como un "caballo de Troya" del chavismo, una sospecha que lo acompaña desde hace años.
Este abogado y militar retirado de 56 años, político hasta la médula, creyó en los sueños de Hugo Chávez y acompañó a la revolución hasta 2010, pero siempre de forma crítica, lo que lo fue separando de un régimen tan presidencialista. Tras ocho años al frente de la Alcaldía de Barquisimeto, tercera ciudad del país, Falcón se convirtió en gobernador de Lara, creó su propio partido y más tarde aterrizó en Patria Para Todos (PPT) para encabezarla. Al chavismo aquello ya le pareció demasiada competencia: el Tribunal Supremo intervino el partido e impuso una junta fiel. Así nacería meses después la escindida Avanzada Progresista, partido que Falcón maneja con destreza. Desde que se uniera a la MUD paso de ser el rebelde del chavismo al rebelde de la oposición, aquel que prometía integrar en sus nuevas filas a los decepcionados de la revolución.
Durante años, Falcón apareció como una opción distinta a los pesos pesados de la MUD, pese a que incluso llegó a ser el jefe de campaña de Capriles en 2013. Progresista, administrador loado, buen conocedor de las entrañas del chavismo y con el cartel de ganador electoral, Falcón entró en zonas más oscuras la misma noche de su derrota en las regionales de octubre.
Tras protestar por las irregularidades del chavismo, su discurso dio un giro de 180 grados como por arte de magia, como si quisiera evitar quedar al margen de la pelea política: no reclamó lo que él mismo denunció, acusó a la oposición de conspirar contra él y se lanzó a competir con Avanzada Progresista en las municipales de diciembre, pese a la mayoría abstencionista de la MUD.
La segunda derrota en dos meses fue estrepitosa, pero eso no varió un ápice su hoja de ruta: el exgobernador se lanzó como precandidato a las presidenciales, aceptando las condiciones arbitrarias del gobierno pero avisando que no estaría a favor de unas primarias internas en la MUD. Como si todo valiera para ser el candidato que se enfrentará a Maduro.
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