Horror en Cleveland: revelan detalles del cautiverio de las tres jóvenes
Habrían estado encadenadas y en cuartos separados; en el barrio donde estuvieron secuestradas, crece el malestar con el desempeño de la policía, que ignoró varias advertencias
WASHINGTON.- Atadas con cadenas y sometidas a violaciones repetidas. Abortos. Diez años de encierro en una habitación y sólo dos ocasiones en las que respirar al aire libre. Silencio, soledad y terror permanente mientras la vida pasaba, tan cerca, del otro lado de la ventana.
El espanto en el que vivieron los mejores años de su juventud las tres jóvenes milagrosamente liberadas en Cleveland apenas empieza a desenredarse y hay, hasta ahora, muy pocas pistas ciertas.
Entre ellas, que el dueño de la casa del terror, Ariel Castro, de 52 años , un norteamericano oriundo de Puerto Rico y ex conductor de transporte escolar, es, hasta ahora, el único que enfrenta una imputación concreta por secuestro y violación reiterada.
Sus dos hermanos, Pedro y Onil, que también fueron detenidos, no han sido, hasta ahora, acusados de nada. "No hay evidencia contra ellos", dijo el vicejefe de policía de Cleveland, Ed Tomba.
La incredulidad crece, sobre todo, porque hay testimonios de que los hermanos frecuentaban la casa del horror y muchos se resisten a admitir que no advirtieran nada anormal. Lo cierto es que, por momentos, a la policía le cuesta explicar su proceder en el caso.
Se sabe que las tres secuestradas permanecieron encerradas en habitaciones distintas, aisladas unas de otras. Pero que "tenían conciencia" de su existencia. Pasaban buena parte del tiempo atadas, con sogas o con cadenas. Nunca dejaron la propiedad. Sólo dos veces salieron de la casa para ser trasladadas a un garaje, en la zona posterior. Fue una de las pocas ocasiones, en toda una década, en que respiraron aire puro.
Es mucho lo que no se sabe. "Las víctimas declararon hasta donde pudieron. Puede que esto demore muchos años en conocerse del todo", deslizó Tomba.
"Estamos en un momento de celebración. Las jóvenes se han reencontrado con sus familias", intentó atajar el fiscal Víctor Pérez, en la conferencia de prensa en la que confirmó los cargos contra Castro.
Las versiones no confirmadas son mucho más espantosas. Hablan de una posible cuarta víctima. Hay quienes aseguran que se trata de Ashley Summers, una adolescente que desapareció en la misma época en que ocurrieron los hechos que ahora salen a la luz y de cuya suerte nada se sabe. La familia está ilusionada en que pueda haber alguna conexión.
"No hay indicios sobre ella", dijo Pérez.
Otros hablan de una leyenda con el nombre de una mujer y la frase "Que en paz descanse" supuestamente hallada en el sótano de la casa, en el mismo sitio donde permanecía encerrada una de las víctimas. La policía se negó a confirmarlo.
Tal como informó LA NACION, la vivienda fue sometida a la pericia de perros adiestrados, en busca de posibles restos humanos enterrados en el jardín. Una de las sospechas eran fetos de otros embarazos ocurridos durante el cautiverio de las tres víctimas. Apenas después de liberadas, las jóvenes habrían revelado que habían sufrido varios abortos.
"Sí es verdad que las víctimas pasaban gran parte del día encadenadas o atadas con sogas", admitió un vocero policial. Su captor las mantuvo encerradas durante diez años y las sometió reiteradamente a violaciones. Una niña de seis años, hija de Amanda Berry -secuestrada cuando tenía 16- es fruto de ese suplicio.
Por todo eso, el único acusado, hasta ahora, es Ariel Castro, de 52 años. Además de Berry, sus otras dos víctimas son Gina DeJesus y Michelle Knight. Esta última, de 31 años, es la única que permanece hospitalizada. Las otras dos están reunidas con sus familias, que pidieron "privacidad".
Los padres de Gina comparecieron en el patio de su casa, exultantes de alegría. Hay quienes conjeturan que es posible que, en un primer momento, la felicidad por la recuperación de la hija impida comprender el tormento por el que pasó y lo que le costará procesar lo ocurrido. "Hay una tendencia a la negación de semejantes horrores", dijeron expertos consultados por medios locales.
En el barrio donde todo ocurrió hay malestar con la policía. Se la acusa de no haber tenido en cuenta advertencias de los vecinos.
Tampoco sale muy bien parado el servicio de emergencia del 911, cuyo operador muestra rara pericia para comprender y valorar el caso que tenía enfrente, cuando Berry logró escapar.
"Soy Amanda Berry, llevo diez años secuestrada", dijo la joven al operador. "Hable con la policía cuando llegue a donde usted se encuentra", contesta, lacónico.
“Necesito que vengan ya mismo, él puede volver”, clama la joven, al borde de la histeria. “Le enviaré un auto apenas tenga uno”, contesta, impasible, el operador.
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