Horror en Japón: más de mil muertos
Un sismo de 8,9 grados -el peor en la historia del país- y un tsunami con olas de hasta 10 metros causaron muerte y destrucción en todo el archipiélago; hay cientos de desaparecidos y rige una emergencia nuclear por una fuga radiactiva
TOKIO.- El peor terremoto en la historia de Japón, de 8,9 grados en la escala de Richter, provocó ayer un devastador tsunami con olas de hasta diez metros, que sembró caos y pánico en la costa este del país y dejó más de mil muertos de muertos, cientos de desaparecidos y destrozos de magnitudes inconcebibles en todo el archipiélago.
El sismo, además, encendió la alarma en el país por los daños registrados en varias centrales atómicas, que forzaron la evacuación de miles de personas.
Anoche, la mayor preocupación del gobierno -que decretó una emergencia nuclear- giraba en torno a los altos niveles de radiactividad en dos centrales nucleares situadas en Fukushima. En una de ellas, aumentaron 1000 veces por encima de los niveles normales debido a problemas de enfriamiento.
El gobierno japonés advirtió que podría haber un número extremadamente alto de víctimas, superior al millar, debido al gran número de personas que anoche permanecían desaparecidas. Sólo en la ciudad costera de Sendai, la localidad más cercana al epicentro del terremoto, se encontraron 300 cadáveres en las playas.
De acuerdo con el Servicio Geológico de Estados Unidos, el epicentro del movimiento telúrico, que duró dos minutos, se localizó a una profundidad de 10 kilómetros del lecho marino, a 125 kilómetros de la costa oriental de Japón y 380 kilómetros al nordeste de Tokio.
Fue el quinto terremoto potente que sacudió al mundo en el último siglo, y el más intenso entre los registrados en Japón desde que se iniciaron las mediciones, hace 140 años, incluso por encima del que sacudió a Kobe, en 1992, y causó 6400 víctimas. El sismo, además, fue seguido de 103 réplicas, en su mayoría con una magnitud superior a 6 grados, que paralizaron al país. Varios geólogos también señalaron que el terremoto fue 700 veces más poderoso que el que azotó a Haití, en enero de 2010.
Poco después del terremoto, que comenzó a las 14.46 (hora local), el Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico, en Hawai, activó una advertencia para todo el Pacífico, que abarcó a países tan dispares como Sudáfrica, México, toda la costa este de Estados Unidos, Chile, Perú y Ecuador.
Incluso para Japón, el país más preparado del mundo para hacer frente a los terremotos, con normas de construcción muy estrictas y un código de respuesta que la población interioriza desde la infancia, la devastación que provocó el terremoto y el posterior tsunami fue impactante. Los mayores daños fueron causados por las olas de hasta 10 metros de alto, que penetraron cinco kilómetros tierra adentro y arrasaron con todo lo que encontraron a su paso en las provincias del nordeste.
La televisión local mostró imágenes dantescas de barcos completamente fuera de control que se estrellaban contra puentes; ríos desbordados y diques destruidos; carreteras abiertas, calles convertidas en mares, y casas y autos arrastrados por una gigantesca marea. Un tren fue dado por desaparecido en Sendai.
El Ministerio del Interior reportó 100 incendios en distintas ciudades del país y cifró en cuatro millones la cantidad de viviendas que quedaron sin suministro eléctrico. El sismo también paralizó el transporte en gran parte de Japón, tercera potencia mundial, y forzó el cierre de los aeropuertos de Tokio, que por la tarde reanudaron sus operaciones.
En la capital del país, que con más de 30 millones de personas en toda el aérea metropolitana constituye la mayor ciudad del mundo, los edificios se tambalearon durante varios minutos, mientras la gente corría a la calle, asustada.
"No podía mantenerme parada por el violento temblor. Las réplicas no nos dieron respiro", dijo una mujer mientras intentaba regresar a su hogar a pie. Si bien el sismo causó cuantiosos daños materiales y pérdidas humanas, los expertos destacaron que la catástrofe hubiese sido mucho mayor, de haber ocurrido en otro país, ya que la calidad y el diseño de los edificios y otras construcciones en Japón, uno de los países más densamente poblados del mundo, fueron clave para evitar mayores consecuencias.
La gravedad del desastre despertó la inmediata solidaridad de la comunidad internacional, y varios líderes políticos solicitaron un presupuesto de emergencia para colaborar con los esfuerzos de rescate. Más de 68 equipos de búsqueda y rescate de 45 países ofrecieron su ayuda, mientras que el presidente estadounidense, Barack Obama, se comprometió a colaborar en todo lo que fuera necesario.
El violento terremoto se sintió también en los mercados: el índice Nikkei, de la bolsa de Tokio, cerró en un mínimo de cinco semanas, al igual que el precio del petróleo, debido a que Japón es uno de los principales consumidores mundiales de crudo.
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