Horror por un caso de lapidación en Nigeria
BRUSELAS (GDA).- La historia de Safiya Huseini, una humilde nigeriana, tiene escandalizada a Europa. Un tribunal islámico de Nigeria la condenó al espantoso método de la lapidación por haber tenido un hijo sin estar casada con el padre.
A pesar de estar divorciada desde hace años, Safiya fue sentenciada a morir lapidada por un tribunal islámico. La van a enterrar hasta la altura de las axilas, para que no pueda moverse. Luego le colocarán una capucha y, finalmente, decenas de personas le lanzarán piedras a la cabeza hasta que muera.
Ella alega que fue forzada a tener relaciones sexuales por un hombre de su pueblo, Tungar Tudu, en el norte de Nigeria. Pero su juez ha decidido que ni eso ni el hecho de estar divorciada son atenuantes para una falta que, según su estricta interpretación de la Sharia (ley islámica), debe pagarse con la muerte.
El responsable de la tragedia que vive Safiya está plenamente identificado. Pero ha sido exonerado de toda responsabilidad a pesar de estar casado, ya que, según la ley islámica, hay dos formas de condenar a un hombre por adulterio: o él lo confiesa, o cuatro hombres -no mujeres- deben haber presenciado el acto de adulterio y testificarlo ante un tribunal.
"Me puse enferma cuando el juez leyó la sentencia (...) es una enorme injusticia (...) es porque soy pobre y mujer", dijo Safiya a un periodista del diario británico The Observer que llegó hasta la humilde casa campesina donde viven la mujer, su padre ciego y Adama: la niña de 11 meses que nació de esa relación que hoy la tiene al borde de la muerte.
El caso se encuentra ahora en un tribunal de apelación del Estado de Sokoto, donde la principal tesis de la defensa es que se trató de una violación. Esto, porque el delito de fornicación, penado con 100 latigazos, se aplica sólo a las vírgenes.
La última esperanza de Safiya es la presión internacional. Su historia ha sido publicada a lo largo y ancho de Europa y diversas ONG dedicadas a la defensa de los derechos humanos han levantado su voz alrededor del mundo.
El gobierno de Nigeria ha dado señales de estar sintiendo la presión. El ministro de Justicia, Bola Ige (cristiano) ha dicho que no permitirá que se lleve a cabo una lapidación en Nigeria en pleno siglo XXI.
Pero para desgracia de Safiya, su caso se enmarca en un conflicto de mayores proporciones: la creciente tensión entre la mayoría musulmana (50 por ciento de la población) y los diversos grupos cristianos de este país de 126 millones de habitantes.
Tensiones religiosas
La llegada al poder del presidente Olusegun Obasanjo en 1999 marcó el comienzo de una era democrática en un país acostumbrado a resolver sus problemas políticos por la vía del golpe de Estado y abrió la esperanza de un futuro mejor para un pueblo que carga con la pésima reputación de ser el segundo más corrupto del mundo, según el informe 2001 de Transparencia Internacional.
Pero Obasanjo, un hombre que años atrás fue postulado para el cargo de secretario general de la ONU, es católico, y eso ha disparado las tensiones religiosas con la clase dirigente de la mayoría musulmana.
Para reforzar su poder, este último sector está aplicando la Sharia de forma cada vez más rigurosa en varios Estados del norte de esta república federal, donde son mayoría. La tensión es cada vez más grande y unas 4000 personas han perdido la vida por enfrentamientos entre las dos comunidades en los últimos dos años.
Safiya Huseini -que ruega a Alá por su vida- es sólo una víctima más de este enfrentamiento político-religioso.
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