Intrigas: la condena ejemplar que recibió un expresidente del banco del Vaticano
ROMA.- Con una condena ejemplar (8 años y 11 meses de prisión, y una multa de 12.500 euros), culminó hoy en el Vaticano un inédito proceso contra el ex presidente del IOR (Instituto para las Obras de Religión, el banco del Vaticano), Angelo Caloia, de 81 años, hallado culpable de reciclaje y apropiación indebida agravada junto a su abogado, Gabriele Liuzzo, de 97 años.
Caloia presidió el IOR durante 20 años, entre 1989 y 2009, es decir, en tiempos de san Juan Pablo II y Benedicto XVI, papa emérito.
En una sentencia muy esperada, que confirmó la voluntad del papa Francisco de limpieza en las finanzas del Vaticano y de "tolerancia cero" ante conductas y operaciones turbias, también fue condenado a 5 años de prisión Lamberto Liuzzi, hijo del abogado, que también deberá pagar una multa de 8000 euros. Los tres imputados en un proceso que comenzó en mayo de 2018, tampoco podrán acceder a empleos públicos en el futuro.
Según dictaminó el presidente del tribunal del Vaticano, Giuseppe Pignatone, exprocurador jefe de Roma, también se dispuso la confiscación de 38 millones de euros (ya incautados de las cuentas corrientes de los imputados) y un resarcimiento al IOR y a la Sgir (ente controlado por el IOR, resposable de una parte del patrimonio inmobiliario del instituto) de una cifra superior a los 20 millones de euros, según informó el Vaticano.
El Vaticano había comenzado a investigar a Caloia en 2014, luego de una denuncia salida del propio IOR por "conductas ilícitas" cometidas en las altas esferas del instituto entre 2002 y 2007, cuando fue malvendido parte del patrimonio inmobiliario del instituto, en provecho de sus directivos.
Caloia, que difícilmente irá a prisión porque se trata de una condena de primera instancia, que será apelada y por su edad, desempeñó sus funciones después del período oscuro del instituto, en los años ochenta, cuando oscuras tramas con implicaciones criminales unieron el nombre del banco a logias masónicas y miembros de la mafia.
Mucha agua ha pasado debajo del puente y desde 2014 al frente del IOR, que ha sido redimensionado y donde se han cerrado cuentas y se ha hecho limpieza, se encuentra el banquero francés Jean-Baptiste de Franssu.
Los fiscales del Vaticano habían acusado a Caloia y a su abogado de haber vendido 29 inmuebles ubicados principalmente en Roma, pero también en Milán y en Génova, que valían 150 millones de euros en el mercado a un precio mucho más bajo. Algo que causó un agujero de aproximadamente 59 millones de euros para las arcas de la Santa Sede, suma de la que se apropiaron indebidamente y luego en parte reciclaron en Suiza, con la ayuda del hijo de Liuzzo, los mismos inmuebles a través de empresas off-shore.
Ninguno de los tres condenados estuvo presente durante la lectura de la sentencia, sino sus letrados. Durante la audiencia, que fue la número 23, el promotor de Justicia del Vaticano, Gian Piero Milano, destacó que el juicio, seguramente muy complejo, había sido llevado adelante en forma "muy profunda y rigurosa de parte de todos". "Aunque se realizó en el ‘microsistema’ y en el mínimo Estado del Vaticano, se trata de un proceso destinado a quedar en la historia", subrayó, según pudo relatar un pool de periodistas acreditado para la audiencia.
En línea se manifestó el presidente del Tribunal, Pignatone, que agradeció a todos por la contribución que le habían dado a este proceso, "tanto en la reconstrucción de hechos complicados, como en la contribución de derecho para cuestiones de notable complejidad".
La misma complejidad que seguramente los fiscales del Vaticano han encontrado en otra investigación en curso, que pronto desembocará en otro gran juicio, relacionada con el escándalo financiero por la oscura compra de un inmueble en Londres con fondos reservados de la Secretaría de Estado. Esta inversión fue realizada cuando era sustituto de la Secretaría de Estado el excardenal, Angelo Becciu, que fue defenestrado por el papa Francisco en octubre pasado. También en este caso, tal como contó el propio Papa, fue el director general del IOR, Gianfranco Mammí, quien levantó la perdiz, avisándole a la magistratura del Vaticano que había algo oscuro. Para cortar por lo sano, el Papa decretó recientemente quitarle el manejo de dinero e inmubles a la antes todopoderosa Secretaría de Estado, otro paso adelante sin precedente en la limpieza y la transparencia.
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