Irán se aparta más del acuerdo nuclear: enriquecerá uranio por encima del límite
En medio de las tensiones con EE.UU., Rohani dijo que el país “dejará de lado” el compromiso de no superar el 3,67%, uno de los puntos claves del pacto que se firmó con las potencias en 2015:
PARÍS.- En la peligrosa pulseada que libra contra Estados Unidos, Irán lanzó ayer una nueva amenaza, precisando que, a partir del domingo, "dejará de lado" su compromiso de no enriquecer uranio más allá del 3,67%, límite fijado por el acuerdo internacional sobre su programa nuclear de 2015.
La decisión fue anunciada ayer en el Consejo de Ministros por el presidente iraní, Hassan Rohani, que repitió sus reproches contra Estados Unidos, Rusia, Francia, Gran Bretaña, Alemania y China, los otros firmantes del pacto.
"[A partir de esa fecha, enriqueceremos uranio por encima de 3,67%] todo lo que deseemos, todo lo necesario, todo lo que nuestras necesidades lo impongan", advirtió.
Rohani también habló de la posibilidad de reactivar el proyecto de reactor de agua pesada en la ciudad de Arak, "que podría producir plutonio". "A menos que ustedes [los otros firmantes del pacto] respeten sus compromisos", amenazó.
Con la firma de ese tratado, Irán se había comprometido a no fabricar armas atómicas y limitar su programa nuclear, a cambio del levantamiento de una parte de las sanciones internacionales que asfixiaban entonces su economía.
Poco diversificada, la economía iraní siempre dependió del petróleo, que representa el 80% de sus exportaciones. Pero ese sector sufrió sensiblemente con el impacto que tuvieron las sanciones impuestas por Estados Unidos y después por el conjunto de la comunidad internacional en 2005 y 2006, debido a sus intentos de desarrollar armas nucleares, acusación que el régimen siempre desmintió.
Durante esos años, cuando las exportaciones europeas cesaron y los bancos extranjeros rompieron sus lazos con Teherán, el país asistió al derrumbe de su sector industrial privado. Un sector que, en todo caso, pesa bien poco frente al Estado, que controla el 80% de la economía.
El acuerdo firmado en Viena en 2015 debía permitir la recuperación de la economía iraní, pero la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca dejó ese proyecto al borde del abismo, cuando Estados Unidos se retiró en forma unilateral en 2018, reactivando una serie de duras sanciones punitivas contra el régimen chiita.
Desde entonces, la tensión no cesa de aumentar entre Teherán y Washington.
El 8 de mayo, exactamente un año después del retiro estadounidense del pacto, Teherán anunció que no tenía más obligación de respetar los plafones definidos por el acuerdo: limitar sus reservas de agua pesada a 1,3 toneladas y 300 kilos de reservas de uranio enriquecido.
El lunes, el régimen chiita anunció haber superado el límite de los 300 kilos de uranio enriquecido. La información, confirmada por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), provocó la reacción de Trump, que acusó a Teherán "de jugar con fuego".
La administración norteamericana también repitió su voluntad de proseguir su campaña de "máxima presión, hasta que los dirigentes iraníes no cambien su actitud".
Desde la caída del sha de Irán en 1979 y la llegada del ayatollah Ruhola Khomeini, Estados Unidos -junto a sus principales aliados en la región: Arabia Saudita e Israel- ha intentado derribar al régimen iraní, acusado de financiar a todos los movimientos insurreccionales chiitas de Medio Oriente. La distensión producida durante la presidencia de Barack Obama, uno de los firmantes del pacto, fue de corta duración: durante su campaña, Trump lo calificó como "el peor acuerdo jamás firmado por Estados Unidos".
En concreto, el presidente norteamericano argumenta que el pacto no estipula nada sobre control de programas balísticos iraníes, expansionismo regional de Irán y, en particular, sobre lo que sucederá "después de 2025", cuando caduque la vigencia del tratado.
Irán, en todo caso, está convencido de que los europeos pueden "ayudarlo" a evitar las sanciones norteamericanas que llevaron al país al borde de la recesión. Por esa razón, también lanzó un ultimátum dándoles 60 días para lograrlo.
Por el momento, sin embargo, los europeos no pueden hacer mucho más. La Unión Europea (UE) anunció recientemente la puesta en funcionamiento de Instex, un mecanismo de trueque concebido por Berlín, Londres y París para ayudar a Irán a eludir las sanciones norteamericanas. El problema reside en que Instex no puede ser utilizado para que las empresas occidentales compren petróleo iraní. Y eso, precisamente, es lo único que le interesa a Teherán.
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