El referéndum sobre el Tratado de Lisboa. Irlanda impone su rotundo no a Europa
Irlanda rechazó el Tratado de Lisboa -reemplazaría a la constitución europea- y hay preocupación en los países por el futuro del proceso político y económico del bloque
DUBLIN.- Irlanda rechazó el Tratado de la Unión Europea (UE), según el escrutinio oficial de hoy tras el referendo celebrado ayer, en donde 43 de las 33 circunscripciones votaron mayoritariamente en contra de ratificar el Tratado de Lisboa.
Un 53,43% de la población votó en contra del Tratado, y el 46,6% votó a favor, según indican los resultados oficiales difundidos por el gobierno irlandés. La tasa de participación fue de 53,13%, agrega la información oficial.
El claro rechazo por Irlanda de este tratado --que debía reemplazar a la Constitución Europea que fue rechazada por Francia y Holanda en 2005-- suma a Europa en una nueva crisis institucional.
Incluso antes de la confirmación oficial del rechazo por Irlanda del documento, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, instó a la continuación de las ratificaciones del Tratado de Lisboa en los países de la UE.
"El proceso de ratificación está conformado por 27 proceso nacionales. Dieciocho Estados miembros ya han aprobado el tratado y la Comisión Europea cree que las restantes ratificaciones deben continuar", indicó Durao Barroso en una conferencia de prensa en Bruselas.
Problemas reales. "La brecha se agranda entre la estrategia europea y las preocupaciones a corto plazo de los ciudadanos", indicó el secretario de Estado francés para Asuntos Europeos, Jean-Pierre Jouyet, cuyo país ejercerá la presidencia de la UE a partir del mes de julio.
Para Jouyet, esta "dicotomía" nunca fue tan evidente como en las últimas semanas con la disparada de los precios del petróleo y la ira de pescadores y camioneros en varios países de Europa.
Durante tres semanas, la Comisión Europea no reaccionó, indicando simplemente que había que acelerar la adaptación de la economía europea a la era post-petróleo.
Finalmente, el pasado miércoles cambió de discurso declarando que eran necesarias ayudas nacionales para los más vulnerables y afectados.
"Muchos de nuestros conciudadanos no llegan a asimilar todo lo que debemos hacer y todo lo que hacemos en Europa", reconocía esta semana el primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker, un europeo convencido y decano de los dirigentes de la UE.
"Utilizamos un vocabulario que ya no se comprende. Deberíamos trabajar para hablar el lenguaje de aquellos que gobernamos", declaró.
Los dirigentes europeos son conscientes de esta brecha desde hace varios años y por ello al redactar la Constitución de la UE habían decidido convocar una "convención" que incluía a los diputados nacionales y un largo debate público.
Pero tras el golpe que significó el "no" francés y holandés en 2005 a la Constitución, un texto que pretendía ser comprensible para todos, "volvieron al viejo método tecnócrata de hacer las cosas", explica el analista Goran von Sydow, del instituto sueco de estudios políticos europeos en Estocolmo.
En ese sentido, el Tratado de Lisboa renegociado tras el fracaso de la Constitución es un texto incomprensible para quienes no son juristas.
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