Israel recibió cálidamente a Juan Pablo II
JERUSALEN.- Pese a la lluvia, a la tensión y a las milenarias controversias entre católicos y judíos, el anciano papa polaco -"peregrino de la paz" en una de las regiones más conflictivas del mundo- fue recibido ayer en Israel de forma muy cálida y significativa.
"Apreciamos vuestro papel en la condena del antisemitismo como pecado contra el Cielo y la Humanidad, y vuestro pedido de perdón por las acciones en contra del pueblo judío perpetradas en el pasado por la Iglesia", le dijo el presidente israelí, Ezer Weizman, en su discurso de bienvenida en el aeropuerto Ben Gurion.
"Como Su Santidad ha puesto en evidencia, debemos actuar juntos para combatir la plaga del racismo y del antisemitismo en el mundo", agregó.
La definición de la máxima autoridad del Estado hebreo fue relevante porque el histórico mea culpa que hizo el Papa el 12 de este mes fue considerado por muchos judíos insuficiente.
Indicando la importancia que el Estado judío le otorga a su histórica visita a Tierra Santa, la primera de un Pontífice en 36 años, prácticamente todo el gobierno israelí estuvo presente en la recepción oficial que tuvo lugar en el aeropuerto Ben Gurion, de Tel Aviv, donde el Papa llegó a la tarde, procedente de Jordania. Además de Weizman, estaban el premier, Ehud Barak, y varios ministros.
Entonces, no sólo las palabras del jefe de Estado israelí, que reconoció el importante papel que tuvo este Papa en el restablecimiento de las relaciones con el Vaticano, en 1994, así como su reiterada voluntad de cerrar viejas heridas del pasado -pisando por primera vez una sinagoga, yendo a un campo de concentración, pidiendo perdón más de una vez por actitudes no cristianas-, fueron simbólicas, sino también todo el resto.
Tres niños, un judío, un musulmán y un cristiano, por ejemplo, fueron quienes alzaron hasta sus labios una fuente para que pudiera besar, como es su costumbre, tierra israelí. Se subrayó, de esta forma, lo importante que es que haya una convivencia pacífica entre las tres grandes religiones monoteístas en este rincón del mundo que es llamado "santo", pero en el cual aún reinan el odio y la guerra.
El Papa fue recibido con todos los honores y la pompa en una zona del aeropuerto rigurosamente custodiada -con alfombras rojas, bandas militares, guardias de honor- y decorada con banderas vaticanas y del Estado judío. "Israel saluda a Su Santidad Juan Pablo II", se leía en un cartel.
Bajo el mayor operativo de seguridad en la historia israelí, Juan Pablo II comenzó la parte "más difícil" de su anhelado viaje tras las huellas de Jesús, a 2000 años de su nacimiento, recordando que se trata de un "peregrinaje personal y espiritual" a las raíces de la fe.
No dejó de lado, sin embargo, el profundo significado político de su presencia aquí, al referirse al proceso de paz en curso, y al subrayar la "urgente necesidad de paz y justicia no sólo para Israel, sino para toda la región", como ya había hecho en Jordania.
Antes de partir en helicóptero hacia Jerusalén, ciudad santa para judíos, musulmanes y cristianos, el Papa también pidió que se profundizara el diálogo entre las tres religiones que coexisten en esta tierra, otro gran objetivo de su peregrinaje, vinculado obviamente con lo anterior.
"Ruego para que mi visita contribuya a aumentar el diálogo interreligioso que llevará a cristianos, hebreos y musulmanes a individualizar en sus respectivas creencias y en la hermandad universal que une a todos los miembros de la familia humana, la motivación y la perseverancia para obrar en favor de esa paz y de esa justicia que los pueblos de Tierra Santa aún no poseen, y que anhelan tan profundamente", exhortó.
Tras finalizar su discurso diciendo "Shalom", "paz" en hebreo, tomó la palabra el presidente israelí. Este recordó que hace dos mil años "el pueblo de Israel fue echado de su tierra", que durante siglos de exilio fue perseguido y exterminado, y que "con mis hermanos y contemporáneos hemos nacido en la época del retorno y de la refundación" de la patria judía.
Tras "apreciar" el papel del Papa en la condena del antisemitismo, Weizman dijo que Israel se encuentra en medio de un proceso de paz "alentador y emocionante". "Por más de 100 años, desde la realización del sionismo, hemos esperado estas paz: anhelamos esta paz, la soñamos, y por ella rezamos", puntualizó.
La conflictiva Jerusalén
Pero el presidente israelí también puso sobre el tapete la cuestión más explosiva: el status de Jerusalén. Y dejó bien en claro que esta ciudad es "la capital" del Estado judío pese a que palestinos, el Vaticano y buena parte de la comunidad internacional lo cuestionan. "Jerusalén es la ciudad de la eternidad, la ciudad reunificada, la ciudad capital y orgullo del Estado de Israel", dijo.
Los palestinos -que aspiran a que por lo menos la parte oriental de Jerusalén sea la capital de su futuro Estado- y los israelíes negocian desde hace meses el estatuto permanente de esta candente cuestión, y deberían llegar a un "acuerdo marco". En febrero último, el Vaticano pidió abiertamente que Jerusalén tenga un status internacional.
El papa peregrino, jefe espiritual de mil millones de católicos y líder político de indiscutida autoridad moral en todo el mundo, pese a las dificultades que encontrará y al cansancio acumulado, ayer parecía contento de haber llegado a Israel, y luego a Jerusalén, cuna del Salvador.
Una tierra a la que sólo Pablo VI había viajado antes que él, en 1964, en una visita totalmente distinta: pasó sólo 12 horas en el Estado judío y jamás dijo en público el término Israel. Juan Pablo II, que fue el impulsor del restablecimiento de las relaciones bilaterales y de una "nueva era de diálogo" entre cristianos y judíos, se quedará aquí hasta el domingo. Y no serán días fáciles.
Al margen de la preocupación que existe a raíz de las protestas de extremistas israelíes de ultraderecha y de sectores ultraortodoxos, el Papa deberá hacer gala de sus mejores dotes diplomáticas. Sobre todo hoy, día que pasará en tierras que Israel devolvió a la Autoridad Nacional Palestina, donde celebrará una misa en Belén, se reunirá con el líder palestino, Yasser Arafat, y visitará un campo de refugiados palestinos. ¿Qué les dirá?
Por lo pronto, ayer causó cierto escozor que el Papa enviara un telegrama a Arafat cuando el avión que lo trasportaba a Tel Aviv, desde Amman, sobrevoló los territorios autónomos palestinos. ¿Por qué? Porque aunque es habitual que el Pontífice envíe telegramas a los jefes de Estado de los países cuyo territorio sobrevuela, no lo es en absoluto en el caso del líder de un territorio que todavía no es un Estado.
Un gesto seguramente simbólico, que el Papa peregrino seguramente hizo no en favor de un pueblo, como algunos interpretarán, sino en favor de una verdadera paz en la región. El gran objetivo de su trascendente viaje a las raíces del cristianismo.
Dichos y hechos
Contentos. Cerca del 60 por ciento de los israelíes está satisfecho con la visita que ayer comenzó el Papa. El 46,9 por ciento cree que el Papa llega "para peregrinar por los santuarios cristianos", y el 40,5 que lo hace para "difundir un mensaje de paz y para el diálogo", mientras que un 4 por ciento supone que "viene a convertir a los judíos".
Sólo un 12 por ciento de los interrogados para un sondeo del Consejo Coordinador Interreligioso de Israel consideró de forma negativa el histórico peregrinaje papal.
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Ritual macabro. Un grupo de ultrarreligiosos judíos de Galilea practicaron un ritual en el que rezaron por la muerte de Juan Pablo II, pero sacerdotes católicos de ese lugar hicieron una serie de exorcismos para limpiar Tierra Santa del mal.
Los religiosos judíos pertenecen a un ala extremista del movimiento Jabad Lubavitch (seguidores del fallecido rabino Men achem Schneerson, de Nueva York) y practicaron el ritual en el cementerio de la ciudad israelí de Safed. Durante el acto, los ultrarreligiosos se envolvieron en el taledo (especie de chal blanco con franjas azules o negras, que se utiliza durante los rezos), sonaron el shofar (un cuerno de ternera que se toca en las grandes ocasiones) y pidieron por la muerte del Papa.
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Hotelería colmada. La visita del Papa a Israel ya ha tenido los primeros resultados en el plano económico, pues los hoteles de las ciudades que visitará el Pontífice registran una ocupación de cerca del 95 por ciento.
Con decenas de miles de peregrinos que llegaron al país, los hoteles de Jerusalén registran una ocupación de entre el 90 y el 95 por ciento, en Tiberíades del 95 por ciento y en Nazaret del 100 por ciento. Otras ciudades que no están en el itinerario papal, como Haifa y Tel Aviv, también registran un promedio de 80 por ciento de ocupación.
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