Israel vuelve a un pasado que nunca dio resultados
¿Cómo termina la situación en Gaza? Ésa ha sido la cuestión en todas las ofensivas militares de Israel destinadas al fracaso durante los últimos 16 años: la Operación Viñas de Ira, en el Líbano; la Operación Plomo Fundido, en Gaza, y ahora la Operación Pilar Defensivo, todas ellas, qué casualidad, iniciadas en vísperas de elecciones generales en Israel.
Gilad Sharon, el hijo de Ariel Sharon, que orquestó el retiro de Israel de Gaza en 2005, tiene una idea para terminar con esto, y así lo expresó en el diario The Jerusalem Post: "Tenemos que derribar barrios enteros en Gaza. Derribar toda Gaza. Estados Unidos no se detuvo con Hiroshima. Como los japoneses no se rindieron de inmediato, también tiraron la bomba en Nagasaki. En Gaza no debería haber ni electricidad ni combustible ni vehículos en movimiento: nada. Entonces sí que pedirían realmente un alto el fuego".
Bombas atómicas, apagones, inmovilidad, la nada misma: Sharon se permite apelar al viejo sueño israelí de que el pueblo palestino simplemente debería desaparecer. Pero por supuesto que no desaparecen. Se reagrupan. Encuentran nuevos líderes. Resisten y sus pérdidas no hacen más que alimentar su odio hacia Israel.
La historia es vieja. Ya en 1907, el sionista Yitzhak Epstein escribió un artículo llamado "La pregunta escondida", en el que señalaba: "Nos hemos olvidado de un pequeño detalle: nuestra amada tierra está ocupada desde hace siglos por una nación que no tiene la menor intención de irse". El sionismo, advertía Epstein, debía enfrentar y resolver "la cuestión árabe".
En los preliminares de la actual operación militar, la cuestión específica para Israel era qué hacer con los cohetes que lanza Gaza contra los israelíes. Ningún gobierno puede aceptar que sus civiles sean blanco permanente de ataques con cohetes desde un territorio vecino.
Para el premier Benjamin Netanyahu, la pregunta era qué hacer: redoblar la apuesta o proseguir con las negociaciones de un alto el fuego, que hasta el momento se desarrollaban informalmente entre los buenos oficios de Egipto y el líder del ala militar de Hamas, Ahmed al-Jabari, el responsable tanto del secuestro como de la liberación del soldado israelí Gilad Shalit, el año pasado. El objetivo de esas conversaciones en pos de un alto el fuego era, en palabras del negociador independiente israelí Gershon Baskin, "dejar atrás los esquemas del pasado".
El 14 de noviembre, Netanyahu tomó su decisión: Al-Jabari fue asesinado, con video incluido de su auto explotando por los aires.
Y ahí estaban de vuelta todos los esquemas del pasado: niños palestinos entre las por lo menos 100 víctimas fatales que ya se produjeron en Gaza, tres israelíes muertos por los cohetes, los edificios del gobierno palestino destruidos por las bombas, los diplomáticos desesperados por lograr un cese del fuego, el Congreso de Estados Unidos aislado por su apoyo genérico a lo que sucede, Israel tanteando un final de partida plausible mientras crece la furia en toda la región.
¿Es bueno todo esto para Israel? No. A menos que entendamos las medidas que radicalizan la situación, erosionan las posturas intermedias, demuestran la imposibilidad de un acuerdo y, por lo tanto, facilitan la ocupación permanente de Cisjordania por parte de Israel, la expansión de sus asentamientos en ese lugar y el ocaso imparable de la idea de paz entre los dos Estados.
Éste bien podría ser el criterio utilizado por Netanyahu en pos de una victoria táctica de su Operación Pilar Defensivo (así como una victoria para el partido Likud en las elecciones del próximo 22 de enero).
No habrá otra "victoria" para Israel. Como lo señaló Aluf Benn, editor en jefe del diario israelí Haaretz, "el asesinato de Al-Jabari pasará a la historia como otra fanfarronada militar iniciada por un gobierno saliente en vísperas de elecciones".
Benn argumenta que Al-Jabari era, de hecho, el contacto de Israel en Hamas que lograba una tregua a cambio de dinero que no funcionaba del todo. Ahora "Israel tendrá que conseguirse otro subcontratista que cuide la frontera sur como lo hacía Al-Jabari".
En otras palabras, Hamas no se irá a ninguna parte. Tendrán que lidiar con ellos. Estados Unidos está ahora en tratativas con los Hermanos Musulmanes (emparentada con Hamas) y los salafistas del nuevo Egipto. Nada mejor que lidiar con la realidad.
Me entero por mi colega Ethan Bronner que Israel prefirió metaforizar sobre sus repetidas operaciones militares: "Cortar el pasto", como "una tarea que debe ser realizada regularmente y que nunca se acaba". Claro que bombardear Gaza es un poderoso fertilizante para las raíces del odio.
Medio Oriente se abrió al mundo. Los jóvenes árabes piensan en sus propias sociedades. Israel, atascada en sus esquemas del pasado, tiene otra opción: poner a prueba la buena voluntad de los palestinos, en vez de castigar su mala fe. Netanyahu ni siquiera lo intentó. Mientras no lo haga, el final seguirá siendo malo.
Traducción de Jaime Arrambide
Más leídas de El Mundo
Investigación confidencial. Reino Unido suspendió a un enviado comercial a la Argentina en medio de una fuerte polémica
Tenía 24 años. Conmoción en Uruguay por el femicidio de una joven cuando iba a la facultad
“Tercera Guerra Mundial”. La fuerte advertencia del primer ministro ucraniano sobre el futuro del conflicto con Rusia