Iván Duque asumió en Colombia decidido a hacer cambios en el proceso de paz
BOGOTÁ.- Con 42 años recién cumplidos, Iván Duque se convirtió ayer en el jefe de Estado más joven de la historia de Colombia, en una ceremonia marcada por la promesa de hacer "correctivos" a los acuerdos de paz con las FARC -que dividieron al país- y en medio de nuevas tensiones con el gobierno venezolano.
"Por el respeto a Colombia y por el mandato ciudadano que recibimos, desplegaremos correctivos para asegurar a las víctimas verdad, justicia proporcional, reparación y no repetición", dijo Duque respecto del pacto firmado por el presidente saliente, Juan Manuel Santos.
Aunque no dio pistas concretas sobre el tipo de modificaciones que introducirá al pacto, Duque criticó específicamente que los jefes rebeldes acusados de delitos atroces sigan ocupando los escaños que les reservó el acuerdo. El convenio, que permitió el desarme de 7000 guerrilleros el año pasado y alivió un conflicto de más de medio siglo, también prevé reformas rurales y un sistema especial de justicia.
"Las víctimas deben contar con que habrá reparación moral, material y económica por parte de sus victimarios, y que no serán agredidas por la impunidad", sostuvo Duque, que recibió la banda presidencial del presidente del Senado, Ernesto Macías.
El flamante presidente tomó el relevo de Santos en un momento crítico: la producción de coca alcanzó niveles récord y una variada multitud de bandas armadas luchan por territorios donde el Estado tiene escasa presencia, dos expresiones del vacío de poder en sectores del país y de las fisuras que dejaron los acuerdos con la guerrilla más antigua de la región.
"Quiero gobernar a Colombia con valores y principios inquebrantables, superando las divisiones de izquierda y derecha [...] Quiero gobernar con el espíritu de construir, nunca de destruir", dijo Duque.
Al abanico de retos inmediatos se suma la explosiva situación en Venezuela. Duque no solo deberá hacer frente al éxodo de venezolanos que escapan masivamente del descalabro chavista con destino a Colombia, donde ya se instalaron 870.000 migrantes: también enfrenta las acusaciones de Nicolás Maduro de que el supuesto atentado del sábado pasado se fraguó desde el Palacio de Nariño, una más de las constantes denuncias de los gobiernos chavistas contra las autoridades del país vecino.
"En defensa de los valores democráticos, nosotros rechazamos cualquier forma de dictadura en el continente americano y la denunciamos", dijo Duque, sin mencionar directamente a Maduro.
Fronteras adentro, los partidos de izquierda y otros críticos de Duque temen que sea un títere del expresidente de derecha Álvaro Uribe (2002-2010), su padrino político, que aún cuenta con el respaldo de millones de colombianos por su implacable lucha contra la guerrilla, pero que también es rechazado por otra parte de la población.
Duque tiene sus fichas por jugar y sus aliados en posición para los próximos años. Aunque fue opositor de Santos, logró el apoyo para la segunda vuelta de buena parte de los partidos de la coalición que respaldaron al gobierno saliente. Se sabe que en un principio tendrá el respaldo de los partidos históricos de Colombia, el Liberal y el Conservador, además de su Centro Democrático y otros grupos menores.
Con esas fuerzas se dispone a encarar una promesa de campaña, la de articular cambios de fondo en el pacto con las FARC, comenzando con la imposición de condenas judiciales a los responsables de crímenes de lesa humanidad, amparados por el paraguas protector de la llamada "justicia transicional".
Los rebeldes que confiesen sus crímenes están exentos de prisión, según el texto actual, una concesión dolorosa para muchos colombianos que todavía recuerdan con dolor las atrocidades del conflicto.
Duque y su partido también quieren impedir que los antiguos jefes rebeldes acusados de delitos atroces sigan ocupando las diez bancas que les reservó sin condiciones el acuerdo, otra concesión para que los combatientes se reconvirtieran a la vida civil como políticos.
En este nuevo contexto menos favorable a las guerrillas, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), con unos 1500 combatientes, quiere retomar con Duque las negociaciones que dejó sin concretar con Santos. Pero el nuevo mandatario anticipó que impondrá nuevas y duras condiciones que nublan el panorama.
"Quiero dejar absolutamente claro que un proceso creíble debe cimentarse en el cese total de acciones criminales, con estricta supervisión internacional y tiempos definidos", dijo Duque durante su discurso de posesión.
El conflicto entre los rebeldes izquierdistas y los paramilitares en más de medio siglo dejó por lo menos 260.000 muertos, 60.000 desaparecidos y millones de desplazados en Colombia desde sus comienzos, en 1964.
Los principales desafíos de la nueva gestión
Acuerdos de paz
El pacto sellado con las FARC no termina de convencer a gran parte de la sociedad colombiana, que sigue dividida al respecto. Duque promete mantenerlos, pero con cambios. Afirma que están mal ejecutados y quiere revisar la cláusula que exime de prisión a los exguerrilleros que confiesen sus crímenes, así como las diez bancas que se les dio en el Congreso.
Violencia rural
Grandes zonas rurales siguen indefensas, con escasa presencia del Estado y a merced de criminales que luchan por el negocio del narcotráfico; allí participan exguerrilleros de las FARC, combatientes del ELN y bandas que trabajan con los carteles mexicanos que controlan el negocio.
Brecha social
Duque deberá encarar la brecha social del país, uno de los más desiguales de la región. El Banco Mundial se hizo eco del problema en un reciente informe, en el que señaló que la desigualdad se manifiesta en el ingreso salarial, en factores de infraestructura y en el acceso de la población a los servicios básicos.
Ola migratoria
Colombia atiende un gigantesco éxodo migratorio desde Venezuela, con la que comparte una convulsa frontera de unos 2200 kilómetros. En los últimos años entraron más de 870.000 venezolanos, que huyen de la crisis social, económica y política desatada durante el gobierno de Maduro. Chavismo Además de la migración, Duque, que prometió trabajar por la transición democrática en Venezuela, asume en medio de un conflicto con el gobierno chavista. Maduro acusa al gobierno saliente de Juan Manuel Santos de haber estado detrás del presunto atentado del sábado pasado, durante un desfile militar en Caracas.
Detractores
Sus críticos de izquierda temen una excesiva proximidad de Duque con el expresidente Álvaro Uribe, su mentor, con quien siempre se mostró cercano y solidario. Pero también lo ven con cierta desconfianza desde sus propias filas: demasiado joven, con poca experiencia política (cuatro años) e incluso demasiado "centrista" para el paladar de los sectores más conservadores.
Agencias AP, AFP, DPA y Reuters
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