Jessica Lynch y las "mentiras que matan"
MIAMI.- Toda guerra necesita de héroes y el Pentágono encontró la candidata ideal en Jessica Lynch, una soldado de 19 años.
Lynch, proveniente de Palestine, un pequeño pueblo de West Virginia, fue capturada el pasado 23 de marzo, cuando un convoy de su compañía fue emboscado al tomar erróneamente una curva cerca de Nasiriya, al sur de Irak.
Nueve de sus compañeros fueron muertos en el ataque y la soldado Lynch fue trasladada al hospital local, que por entonces se encontraba rodeado de fuerzas iraquíes. Ocho días mas tarde, cuando las tropas norteamericanas avanzaron sobre Nasiriya, Lynch fue rescatada por tropas especiales del ejército norteamericano, en una dramática operación captada por cámaras de TV equipadas con visores nocturnos. La prensa informó que había sido interrogada, golpeada, apuñalada y tenía heridas de bala.
La historia del rescate de Lynch se convirtió en el momento más conmovedor de toda la guerra. Vincent Brooks, vocero militar, declaró: "Unas valientes almas expusieron sus vidas para que esto ocurriera, leales al credo de que nunca dejarán atrás a un camarada herido".
El pueblo de Palestine tributó a Jessica una recepción heroica y pronto se convirtió en un sitio de peregrinaje. Una variedad de sitios en Internet comenzó a ofrecer en venta objetos alusivos, desde cuadros hasta botones, proclamando "América ama a Jessica Lynch".
Todo hasta que el 15 de mayo la BBC publicó una investigación demostrando que el rescate de la soldado había sido uno de los mayores operativos de manipulación de la prensa de memoria reciente.
No sólo no hubo ninguna necesidad de lanzar las tropas especiales sobre el hospital como si se tratase de una fortaleza, porque todas las fuerzas iraquíes, regulares e irregulares, habían abandonado el lugar el día anterior, sino que además Jessica había sido tratada con primorosos cuidados desde el primer momento. Como declaró el médico que la atendió, "no había ni balas ni puñaladas; apenas un brazo roto, un muslo lastimado y un tobillo dislocado como resultado de un accidente de tráfico."
La de Jessica es apenas una de la multitud de historias fraguadas, tergiversadas o erróneas que comienzan a emerger de la guerra en Irak. La cadena de televisión CBS informó que el búnker de Bagdad que los Estados Unidos bombardearon la primera noche de la guerra, como resultado de lo cual se especuló extensamente sobre la posible muerte de Saddam Hussein, nunca existió.
Citando el testimonio del coronel Tim Madere, a cuyo cargo estaba investigar sitios clave de la capital iraquí, no se encontraron rastros ni del presunto búnker, situado en un suburbio al sur de Bagdad conocido como Dora Farms, ni ninguna clase de restos humanos.
Semejanza con Hollywood
La semejanza entre los operativos de desinformación y acción psicológica concebidos y realizados por el Pentágono y la película "Mentiras que matan" ("Wag the Dog"), de Barry Levinson, no debe asombrar. El Pentágono ya había contratado los servicios de Jerry Bruckheimer, director de la película "Black Hawk Down", acerca de la fallida operación norteamericana en Somalia, para realizar la serie de televisión "Perfiles de la línea de fuego", que siguió a la invasión de Afganistán y la filmación del rescate de Jessica Lynch transitó sobre el mismo modelo.
Fue en este clima de crecientes evidencias de deliberado engaño por parte de la Casa Blanca que el decano del Senado, Robert Byrd, demócrata de West Virginia, precisamente el Estado del cual proviene Lynch, denunció que el pueblo norteamericano puede haber sido llevado "bajo falsas premisas" a aceptar una invasión no provocada de una nación soberana, en violación de la ley internacional. "Cuando se trata de derramar sangre norteamericana, cuando se trata de sembrar la catástrofe entre civiles, hombres, mujeres y niños inocentes, el cruel ocultamiento de la verdad no es aceptable", fustigó Byrd.
Si el presidente George W. Bush o su secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, sienten alguna preocupación por estas revelaciones, no lo demuestran. Cuentan, como suele suceder, con que la marea triunfalista que siguió a la ocupación de Irak arrastre todas las impurezas.
Ante la creciente presión de la prensa por la falta de evidencias de la existencia de armas de destrucción masiva, la justificación primordial por la cual Bush ordenó "una guerra preventiva", Rumsfeld declaró esta semana que era posible que la CIA hubiera exagerado la importancia de este tema y ordenó una investigación.
Pero la campaña electoral acaba de empezar y si las gruesas mentiras que, por lo visto, se desplegaron para justificar la invasión a Irak no comienzan a mostrar algún beneficio palpable, los encubridores tendrán que salir a dar explicaciones.