John Roberts, nuevo líder del Tribunal Supremo de EE.UU.
WASHINGTON (AFP).- El Senado estadounidense confirmó definitivamente este jueves la designación vitalicia del juez John Roberts a la presidencia de la Corte Suprema, mientras que la oposición demócrata, dividida, preparaba la batalla de la próxima candidatura a esa institución clave.
Nominado por el presidente George W. Bush para reemplazar al ultraconservador William Rehnquist, muerto de cáncer a principios de mes, Roberts recibió el apoyo de toda la mayoría republicana y de una parte de la oposición demócrata, es decir de 78 senadores contra 22.
Estará en condiciones de asumir su cargo a partir de la primera sesión pública de la Corte Suprema a partir del lunes, cuando reanude sus actividades, tras prestar juramento a las 15 locales, anunció la Casa Blanca.
El también magistrado de la Corte Suprema John Paul Stevens le tomará el juramento, en una ceremonia presidida por el presidente Bush en la Casa Blanca.
El presidente del Partido Demócrata, Howard Dean, así como el jefe del grupo parlamentario de esa agrupación política, Harry Reid, se pronunciaron en contra de Roberts, por no haber percibido en las declaraciones del próximo presidente de la Corte un compromiso con la defensa de los derechos fundamentales, incluyendo el derecho al aborto.
La mayoría de los potenciales candidatos a la investidura demócrata para la presidencial de 2008 hicieron otro tanto, como Hillary Clinton y el número dos de la comisión de Relaciones Exteriores, Joseph Biden, cuya posición fue saludada por grupos progresistas.
Un poco más de la tercera parte de la oposición, en cambio, votó a favor de Roberts, de 50 años, quien se había presentado "sin programa político" hace dos semanas a las audiencias de la comisión del Senado, y deslumbrado por su manejo del derecho.
"Reconozco de buena gana la existencia de una incógnita, tal vez (los que están en contra de la nominación) tienen razón y yo estoy equivocado. Sólo el tiempo lo dirá", dijo el influyente senador demócrata Patrick Leahy.
Esta división de los demócratas, convocados a votar "según su conciencia", pone de manifiesto las dudas de la oposición sobre la táctica a seguir en la batalla que se aproxima sobre el segundo cargo vacante en la Corte Suprema, una batalla que piensan librar sin concesiones.
Se trata en efecto de una institución clave de la sociedad estadounidense, llamada a zanjar debates fundamentales, como el derecho al aborto, la pena de muerte e incluso la ampliación de los poderes presidenciales en tiempos de guerra.
El asiento que queda por llenarse estaba ocupado hasta ahora por la renunciante jueza conservadora moderada Sandra Day O´Connor, que encarna el centro ideológico del organismo.
"En una Corte más dividida que nunca, ella encarna el voto pivote. Todo el mundo, a derecha e izquierda, sabe lo que está en juego aquí", explica Jay Sekulow, un responsable de la asociación conservadora American Center for Law and Justice.
Los demócratas llamaron a encontrar un candidato de consenso para reemplazar a O´Connor. "Si el presidente decide nombrar a un candidato de consenso (...), será recibido con los brazos abiertos de nuestro lado del espectro" político, prometió el neoyorquino Charles Schumer, anunciando sin embargo que votaría contra el juez Roberts.
Con el fuerte contingente de votos contra Roberts, la derecha religiosa destacó que "si los demócratas del Senado se oponen al muy popular juez Roberts, entonces se opondrán a cualquier candidato republicano", como destacó Tony Perkins, del Family Research Council.
De hecho, la izquierda no se hacía demasiadas ilusiones y se esperaba que el presidente Bush, en lo más bajo de su popularidad en los sondeos, elija a alguien que satisfaga a su base electoral.
"La mejor manera de galvanizar a la derecha dura es darle los jueces que ella quiere", predice la presidenta de la organización Alliance for Justice Nan Aron.
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