Kuwait, nuevo "faro de la diplomacia" en una región caótica
KUWAIT.- Como en buena parte del mundo árabe, en esta capital conviven los valores tradicionales con el consumismo desenfrenado. En el Avenues Mall, el centro comercial preferido de los kuwaitíes, mujeres de negro y con el velo islámico cargan decenas de bolsas de las mejores marcas de ropa. A algunas cuadras de ahí, en el zoco Mubarakiya, sectores más populares recorren las estrechas calles de este mercado en busca de comida, ropa hecha en China y juguetes baratos.
En ambos lugares hay un denominador común: lejos de los estereotipos de las ciudades árabes como lugares ruidosos y atestados de gente, se respira calma y tranquilidad. Todo es ordenado en este país que, gracias a sus enormes reservas petroleras -sextas del mundo- les garantiza un altísimo PBI per cápita (50.000 dólares) a sus habitantes.
Parece difícil creer que, a menos de 200 kilómetros de aquí, cruzando la frontera, el ejército iraquí libra una lucha sin cuartel con Al-Qaeda. Pese a algún malestar creciente, el emir Sabah al-Ahmad al-Sabah, amo y señor de Kuwait, sabe que en esta región convulsionada no basta con tener la casa en orden. También hay que llevar calma al barrio. Y esa parece ser su gran apuesta.
Conocido como el "decano de la diplomacia árabe", desde que se convirtió en emir en 2006 y durante las cuatro décadas previas que se desempeñó como canciller, se decidió a mantener buenas relaciones con todo Medio Oriente, convirtiéndose, para muchos, en un modelo de diplomacia.
El pequeño Estado de Kuwait está enclavado entre los dos enemigos jurados de la región. Comparte casi toda su frontera terrestre con Arabia Saudita, y está a apenas unos kilómetros de Irán, Golfo Pérsico de por medio. Lejos de los odios viscerales entre sunnitas y chiitas, logra llevarse bien con ambas potencias regionales.
Aliado incondicional de Estados Unidos, también pudo hacer las paces con el otro país con el que comparte frontera terrestre, Irak, el invasor de 1991. Hace dos años, el emir viajó a Bagdad y selló con el premier Nouri al-Maliki un deshielo de 20 años. La Guerra del Golfo es un recuerdo lejano. "Ya nadie habla de eso. Toda la ciudad fue reconstruida, no quedan secuelas de la invasión", dijo Yasmin, una funcionaria de la cancillería.
La diplomacia, apoyada en buena parte por jugosos aportes de petrodólares, es una política de Estado desde hace décadas. El emir sabe que Kuwait es un Estado pequeño, y que para garantizar su supervivencia debe llevarse bien con todos. No tiene ni la ambición de poder de otras monarquías del Golfo como Qatar, que apoyó militarmente la caída de Muammar Khadafy y la revuelta contra Bashar Al-Assad. Ni siquiera se desvela por el excéntrico glamour de Dubai. De hecho, salvo por algunos rascacielos del centro, ésta es una ciudad chata y monótona.
Kuwait es hoy confiable para todos. Por esa razón el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, le pidió a Al-Sabah que sea el anfitrión de la conferencia que se celebra hoy aquí para recaudar fondos para paliar el sufrimiento de los refugiados sirios y en la que participarán 69 países. Por la urgencia de la ayuda, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, decidió participar de esta cita, un preámbulo de lo que serán las negociaciones políticas de Ginebra el 22 de enero próximo.
La ONU reclama más de 6500 millones de dólares para garantizar el bienestar de los refugiados. La recaudación de fondos empezó ayer mismo, cuando se celebró una conferencia de ONG islámicas, en la que todos destacaron los esfuerzos de este país. "Kuwait es la capital de la caridad", apuntó Salem Abd Aslam, presidente de una fundación libia que llegó para donar fondos.
La unanimidad de los elogios de afuera no siempre es compartida en su país. Durante décadas, Kuwait fue elogiada como la más democrática de todas las monarquías del Golfo. Fue la primera en tener un Parlamento, la primera en permitir que las mujeres voten y sean votadas, y en la que hay mayores libertades civiles y políticas. Pero la omnipresencia del Al-Sabah en todos los rincones de esta ciudad recuerda que el emir puede ser algo más que persuasivo cuando quiere. Así lo hizo al condenar a 11 de años de cárcel a una mujer que lo criticó por Twitter, o cuando disolvió el Parlamento tras unas elecciones que no fueron de su agrado. Hasta ahí llega la tolerancia de la monarquía constitucional kuwaití.
Nueve muertos en Egipto
Al menos nueve personas murieron ayer en Egipto tras los feroces enfrentamientos registrados en la primera jornada del referéndum constitucional, que continuará hoy. La jornada electoral quedó signada por numerosos incidentes, protagonizados por seguidores de los Hermanos Musulmanes, cuyo objetivo es boicotear la reforma de la Carta Magna. El texto busca legitimar el derrocamiento del ex presidente Mohammed Morsi, el año pasado, y otorgar más poder al ejército.
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