La chispa de la protesta social vuelve a encenderse en Venezuela
CARACAS.- Una nueva esperanza recorre las calles de Venezuela . Cabildos populares llenos de gente, escraches contra dirigentes chavistas y el entusiasmo recuperado luego de 17 meses de silencio se repiten de forma simultánea en distintos puntos del país. Un grito unifica a todas las corrientes de la oposición y del chavismo disidente: "¡Fuera, Maduro!".
"¿Desde cuándo no se veía tanta gente en las calles gritando libertad?", preguntó el escritor Leonardo Padrón tras comprobar cómo el pueblo opositor se reúne de nuevo en Caracas y Valencia, San Cristóbal y Barinas. Los cabildos populares suman gente por todo el país, aunque todavía están lejos de las gigantescas cifras de abril de 2017 (un millón y medio de personas) y de septiembre de 2016 (un millón).
"Venezuela nació de un cabildo y hoy en los cabildos está renaciendo la esperanza y la energía", clamó ayer el dirigente opositor Juan Guaidó , presidente del Parlamento, durante el encuentro en Caricuao, zona popular de la capital.
La fuerte presión internacional, el derrumbe económico que se siente cada día, la polémica toma de posesión de Nicolás Maduro y el empuje de Guaidó se han confabulado para enturbiar el escenario impuesto por la revolución, que reaccionó con nervios ante un despertar que no esperaban. Incluso ayer un grupo de oficialistas intentaron boicotear a la fuerza el cabildo del Petare, la mayor favela de América Latina.
Concentraciones políticas que se suman a las protestas sociales, que sí estuvieron muy presentes en 2018: 12.715, a un promedio de 34 por día, según dio a conocer anteayer el Observatorio de la Conflictividad Social.
Comerciantes informales de Puerto Ayacucho sacaron a golpes a efectivos de la Guardia Nacional mientras centenares de usuarios del tren suburbano de Caracas se acumulaban en andenes y en la calle tras nuevas fallas en el servicio, tan usuales. Al municipio capitalino de Chacao todavía no llegó el agua en lo que va del año y las colas en busca de nafta y gas se reproducen en el interior del país. En Caracas volvió a desaparecer el pan.
Hasta los líderes empresariales, como Lorenzo Mendoza, presidente de Polar, el grupo industrial más importante del país, no se muerden la lengua esta vez. "Vendrá una nueva Venezuela. La situación no es viable, el optimismo que existe es porque sabemos que algo pasará", expresó.
"El juego se reactivó", confirma Félix Seijas, presidente de la consultora Delphos.
La preocupación también impactó de lleno en el discurso de Maduro, que esta semana exigió máxima dedicación a los jueces revolucionarios: "La guarimba [protesta] no puede volver al país, tenemos que garantizar la seguridad y el que intente guarimbear, que actúe rápidamente la ley y para la cárcel".
El chavismo contraprogramó tres marchas contra la gran manifestación opositora del miércoles próximo, el día que se conmemora la caída de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, en 1958.
Diosdado Cabello, número dos de la revolución, también extremó anteayer su discurso, al "alertar" al pueblo que se mantenga "rodilla en tierra, fusil al hombro, bayoneta calada y el morral [mochila] de Chávez en la espalda para defender la patria".
En la cúpula del poder revolucionario suenan las sirenas de alarma, sobre todo tras comprobar que sus dirigentes tampoco pueden pasear tranquilos. La policía detuvo a seis personas del grupo de católicos que la emprendieron a mandarinazo limpio contra la almirante Carmen Meléndez, gobernadora de Lara, durante la procesión de la Virgen de la Pastora en Barquisimeto. No le fue mejor al exministro y estrella del espectáculo bolivariano, el exbeisbolista Antonio Álvarez, que fue recibido con una lluvia de objetos cuando pretendía realizar el saque de honor en un partido de la liga venezolana.
"La clave es el paso político dado por Guaidó. Factores objetivos los hay todos, pero faltaba el factor subjetivo, el político. Y surgió un actor inesperado que amenaza con llevarse por delante a los establecidos. Se trata del atrevimiento institucional de Guaidó", resume Luis Salamanca, exrector del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Desde su llegada a la presidencia del Parlamento y su irrupción en la vida pública, el discípulo del preso político Leopoldo López ha sabido sumar voluntades políticas, algunas a regañadientes, mientras su ascendente crecía ante un pueblo que siempre tuvo el gusto por líderes fuertes. Los partidos que lo apoyan y su propia gente saben que para que llegue el apoyo de las Fuerzas Armadas es imprescindible el paso previo de la calle.
"Las próximas horas y semanas muy probablemente nos lleven a una escalada conflictiva de muy alto nivel. Maduro tendrá que moverse como peso pluma si no quiere ser avasallado por este nuevo momento cumbre", vaticina el politólogo Piero Trepiccione.
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