La Corte complica a Jair Bolsonaro, que nombró a dos aliados en cargos claves
Un juez del Supremo Tribunal Federal (STF) ordenó investigar las acusaciones del dimitido Sergio Moro, que acusó al presidente de intentar interferir en investigaciones; el exguardaespaldas asumirá como jefe de la Policía Federal
RÍO DE JANEIRO.- Más problemas para el presidente Jair Bolsonaro. El Supremo Tribunal brasileño autorizó la apertura de una investigación al presidente brasileño a raíz de las acusaciones que lanzó Sergio Moro sobre una supuesta injerencia política en la Policía Federal, horas antes de que Brasil superase los 5000 muertos por coronavirus.
Cada día que pasa, las urgencias sanitarias se acrecientan al calor de los problemas políticos que envuelven al presidente y a su administración. El gigante sudamericano rompió ayer su récord diario de muertos, con 474 en las 24 últimas horas.
Con ese incremento, el país batió también una segunda marca aterradora: llegó a 5017 fallecidos y pasó las víctimas de China (4643), cuna del coronavirus. La cantidad de contagios, en tanto, creció 5385 y quedó cerca de los 72.000 casos.
"Consideramos el incremento como una curva de agravamiento de la situación", dijo Nelson Teich, ministro de Salud brasileño. San Pablo y Río de Janeiro, en el sudeste; Pernambuco, Recife y Ceará en el nordeste, y Amazonas, en el norte, son los estados más críticos.
Pese a que según algunos expertos Brasil se encamina a convertirse en el próximo epicentro mundial del virus, el Covid-19 se aceleró casi en un segundo plano en los últimos días ante las turbulencias políticas.
Las dificultades para Bolsonaro adquirieron un nuevo volumen tras la decisión del Celso de Mello, juez de la Corte, quien anteanoche habilitó una investigación contra el presidente y resolvió que la Policía Federal (PF) cuenta con 60 días para tomarle declaración al exministro de Justicia Moro.
El viernes pasado, el exjuez del Lava Jato dejó el gobierno en medio de escandalosas acusaciones a Bolsonaro, a quien señaló por querer cambiar al jefe de la PF para interferir políticamente en la fuerza y tener acceso a interrogatorios e investigaciones sigilosas. "El presidente no está exonerado de la responsabilidad penal derivada de sus actos", escribió De Mello en su decisión.
Si tras el proceso de investigación la Procuraduría entiende que se cometieron crímenes, podrá presentar una denuncia contra Bolsonaro y luego la Cámara de Diputados deberá autorizar la formalización de la denuncia.
La salida de Moro, el político más popular de Brasil, lastimó al presidente no sólo por el peso del exjuez, sino por las circunstancias en que dio el portazo. Bolsonaro negó cualquier tipo de injerencia en la PF. Sin embargo, el ultraderechista avanzó ayer con dos designaciones, una de ellas polémica. Designó como reemplazante de Moro, en el Ministerio de Justicia, a André Mendonça, un pastor evangélico que ha trabajado en la Abogacía General de la Unión. Y en la PF, el cargo que provocó la discordia con Moro, colocó a Alexandre Ramagem, un amigo de su familia y exjefe de seguridad de su campaña presidencial.
Ramagem fue anteriormente director de la agencia de inteligencia brasileña, y fue fotografiado en eventos con los hijos del presidente. La cercanía genera sospechas de que podría brindar el trato preferencial que había denunciado Moro.
"¿Y entonces? ¿Por eso debe ser vetado? ¿Al amigo de quién debería elegir?", había dicho Bolsonaro, desafiante, cuando periodistas en Brasilia le preguntaron por la proximidad de Ramagem a su familia. El opositor Partido Democrático Laborista presentó un recurso en la Corte para que anule la designación.
La popularidad del presidente puede entrar en erosión. No se trata apenas de la gestión errática de la crisis del coronavirus, según Eduardo Mello, profesor de la Fundación Getulio Vargas, sino de los constantes conflictos políticos.
Según el analista, el presidente saldrá dañado en capas de la clase media que en 2018 votaron al ultraderechista, visto como una opción para limpiar el sistema de una corrupción endémica. "La bandera anticorrupción no le pertenece más", consideró el profesor.
En esta nueva crisis, la mayoría de los brasileños le cree más a Moro que a Bolsonaro, según reveló una encuesta de Datafolha publicada el lunes. El 52% piensa que el exjuez, célebre por su papel en el Lava Jato, dice la verdad, mientras que un 20% confía en el ultraderechista.
Los constantes traspiés del presidente habilitaron a algunos sectores a agitar la idea de un impeachment, una experiencia que los brasileños vivieron como un trauma en 2016 con la salida de Dilma Rousseff.
"Debe ser pensado con mucho cuidado. El papel de los diputados en este momento es debatir la cuestión del coronavirus", dijo Rodrigo Maia, presidente de la Cámara, alejando cualquier posibilidad inmediata.
Bolsonaro pasó las últimas semanas reuniéndose con líderes del denominado centrao, un numeroso grupo de congresistas que negocia con el Ejecutivo el apoyo a pautas específicas. Así, el experto descartó que en lo inmediato haya juicio político: "El escenario más probable es el de un presidente desgastado hasta el final de su mandato".
"Debilitado, Bolsonaro les abre las puertas a los partidos tradicionales a ocupar espacios en ministerios y organismos. Puede intercambiar apoyo por clientelismo", consideró.
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