La crisis en las "tres derechas" agita a España
Ciudadanos se niega a negociar con el radical Vox para formar gobierno; el PP intenta mediar
MADRID.- Será un partido minoritario, pero la derecha radical de Vox se cansó de que las demás fuerzas la consideren un paria dentro del espectro político español. De cara a las negociaciones para formar gobierno, hizo una demostración de fuerza para ganarse "respeto" y la cuota de poder que le dieron los votantes.
"Estamos cansados de que se nos mire por arriba del hombro. Reclamamos el respeto que nos merecemos y que merecen nuestros votantes", dijo Santiago Abascal, el líder de la agrupación, a la hora de motorizar la nueva estrategia.
El puñetazo en la mesa pone en peligro la posibilidad de que las tres fuerzas del arco de derecha -Vox, el conservador Partido Popular (PP) y el liberal Ciudadanos- se queden con el gobierno de la ciudad de Madrid, la vidriera de España.
También pone en riesgo la posibilidad de que esas tres fuerzas conserven la poderosa región de Madrid, donde el gobierno del PP necesita que los votos de Vox y de Ciudadanos apuntalen su permanencia.
Peor aún, si persiste la crisis en "las tres derechas", como se las llama aquí, podría peligrar su gestión en la región de Andalucía, donde en diciembre pasado hicieron su debut como fuerza asociada y lograron así desplazar al socialismo, que gobernó allí durante cuatro décadas.
El problema estriba en la negativa del liberal Ciudadanos a "negociar" con lo que define como "extrema derecha". El partido de Albert Rivera está dispuesto a "aceptar" los votos y el respaldo de Vox para formar gobierno. Pero "de ninguna manera" aceptará "sentarse a una misma mesa para negociar acuerdos de gobierno".
"No habrá negociaciones a tres bandas", dejó en claro el secretario general de la agrupación, José Manuel Villegas. La estrategia será "negociar en forma preferente con el PP. Y si con el PP no se puede, veremos si lo hacemos con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE)", dijo.
La afirmación cayó como una patada en el hígado para Vox, que está harto de que Ciudadanos "lo mire desde arriba del hombro", según dicen sus directivos. "Es muy hipócrita que pretenda nuestros votos pero no nos quiera en la mesa", añadieron.
La cuerda se tensó en una demostración de fuerza por parte de la pequeña pero decisiva agrupación: si no hay negociación conjunta, no hay votos, hizo saber Vox.
En medio, el PP, que tiene vínculos tanto con Vox como con Ciudadanos, se esfuerza por lograr una vía de acercamiento.
Lo curioso de la crisis es que, en medio de los desafíos y las demostraciones de fuerza, hasta indubitables dirigentes de la izquierda española sostienen que el mote de "ultraderecha" para Vox es poco menos que una exageración.
Entre ellos se encuentra Julio Anguita, el referente histórico de Izquierda Unida en España, para quien llamar "ultraderecha" a la agrupación Vox es absurdo.
"Vox no es ultraderecha. En realidad, es apenas el ala más derechista del PP, del que se desprendió. Pero no tiene nada que ver con el resto de las fuerzas de derecha extrema en Europa", dijo, en un juicio que comparten otros, aunque en su caso es más llamativo aún.
Poco menos que inexistente hasta hace menos de un año, la agrupación que muchos llaman de "extrema derecha" irrumpió con llamativa fuerza en la política española.
Sobre todo, a partir del coqueteo del gobierno socialista con el independentismo catalán y con la incapacidad del conservador Partido Popular (PP) para encontrar una vía alternativa a la crisis separatista de esa región.
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