Brasil / La renuncia de ministros golpeados por escándalos. La cruzada de Rousseff contra la corrupción amenaza su coalición
Temen que la dimisión de funcionarios de otros partidos debilite la gobernabilidad
BRASILIA.- La cruzada por la "limpieza ética" promovida en Brasil por la presidenta Dilma Rousseff, que le costó ya el cargo a tres ministros por sospechas de corrupción, amenaza con agrietar su variopinta coalición gobernante integrada por diez partidos, según coincidieron analistas y amplios sectores políticos.
La última baja en medio de un huracán de denuncias de supuestas irregularidades en todas las esferas del poder fue la del ministro de Agricultura, Wagner Rossi, influyente dirigente del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que dimitió el miércoles pasado al cargo que tenía ya en el gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva.
Rousseff designó anteayer como reemplazo a Jorge Mendes Ribeiro, también del PMDB, formación de centroderecha a la que pertenece el vicepresidente Michel Temer y que, por su condición mayoritaria en el Congreso es un actor clave en la balanza política en Brasil.
Con la caída de Rossi, el temor a que se desate una crisis en el centro de la alianza oficialista es cada vez mayor, ya que este ex ministro contaba con el respaldo del poderoso Temer. Esta semana, el Partido de la República (PR) se retiró de la coalición gobernante para adoptar una posición de "independencia" y "apoyo crítico".
"Me preocupa" que la presidenta Rousseff esté comenzando a perder "gobernabilidad", pues hay congresistas y partidos que están molestos y le restan apoyo en su lucha contra la corrupción, aseguró el senador oficialista Cristovam Buarque.
"Es una vergüenza que algunos parlamentarios se alejen de Rousseff porque ella está haciendo lo correcto. Espero que mantenga la firmeza en la limpieza", añadió Buarque.
El mapa de fuerzas de la Legislatura indica que el gobierno cuenta con una amplia mayoría en las dos cámaras, pero la fidelidad de los congresistas es inestable. La única organización absolutamente alineada con el Palacio del Planalto es el oficialista Partido de los Trabajadores (PT); sin embargo, cuenta con menos de un quinto de Diputados y un octavo del Senado; por lo tanto, tiene un peso insuficiente para gobernar.
Esta semana, Lula siguió de cerca la crisis y, según trascendió, es otro de los que teme que la coalición entre el PT y el PMDB se haga trizas. Lula le sugirió a Rousseff que evitara chocar contra el PMDB para no poner en riesgo la estabilidad de su joven administración, de sólo ocho meses.
Tras la baja de Rossi, nada indica que la "limpieza ética" acabe ahí, pues la oposición también exige la salida del titular de Turismo, Pedro Novais, cuyo viceministro Frederico Silva da Costa fue detenido la semana pasada por sospechas de fraudes.
La prensa y los analistas destacaron la actitud implacable de Rousseff y su decisión de no interferir en la actuación de la policía y los órganos controladores del Estado. Ayer, la presidenta recibió un apoyo inesperado, el del ex mandatario opositor Fernando Henrique Cardoso.
También marcan la diferencia que eso supone respecto a la gestión de Lula, a quien siempre la oposición acusó de "amparar" a los corruptos para garantizar la gobernabilidad.
"Si ahora la consigna es la limpieza, será difícil parar este proceso ante esa suciedad acumulada durante los ocho años de un gobierno cómplice", indicó anteayer en su editorial el diario O Globo.
Folha de S. Paulo, por su parte, también dedicó su editorial a la situación política, y apuntó a que Rousseff "se escapa por ahora del riesgo de que esta moralización se desmoralice para preservar la base de apoyo en el Congreso", pues la "limpieza ética" tiene pleno respaldo popular, reflejado ya en las encuestas.
Sin embargo, subrayó que el PMDB, que durante los últimos años ha sido salpicado por numerosos escándalos de corrupción, "sigue en el gobierno" y ahora es "menos confiable que nunca", pues uno de sus dirigentes, como Rossi, ha sido alcanzado por la "escoba" de Rousseff.
Los temores de un mayor resquebrajamiento en la base de apoyo a Rousseff son compartidos y expresados por parlamentarios como Buarque, quien dijo: "Rousseff corre el riesgo de tener problemas por sus aciertos y no por sus errores".
Buarque dijo confiar en la "sensatez" de los partidos y citó como "esperanza" un frente suprapartidario creado esta semana en el Congreso para apoyar la cruzada de Rousseff contra la corrupción.
El senador Pedro Simón, miembro del PMDB, advirtió que ese grupo intentará generar un movimiento en la sociedad civil para "impedir que Rousseff se quede sola". Según Simón, la presidenta "está haciendo contra la corrupción todo lo que sus antecesores no hicieron", por lo que "hay que sacar a la gente a la calle para apoyarla".
En la ofensiva de Dilma contra la corrupción, el primero en caer fue Antonio Palocci, histórico dirigente del PT, que dimitió en junio al Ministerio de la Presidencia por sospechas de enriquecimiento ilícito. En julio, cayó Alfredo Nascimento, entonces ministro de Transportes y presidente del PR. Al margen de las denuncias, Rousseff perdió también en Defensa a Nelson Jobim, otro ministro "heredado" de Lula, quien dimitió tras confesar que ni siquiera había votado por ella para la presidencia.
Una manifestación contra la impunidad
RIO DE JANEIRO (AFP).– Un grupo de cariocas está organizando, a través de las redes sociales, una gran manifestación contra la corrupción, después de una serie de escándalos en ministerios del gobierno de la presidenta Dilma Rousseff. Christina Maza, una de las coordinadoras de la manifestación "¡Todos juntos contra la corrupción!", prevista para el 20 de septiembre en Río, declaró ayer que el movimiento comenzó hace quince días en Facebook y su éxito fue instantáneo. "Comenzamos hablando sobre crear un movimiento contra la corrupción y la impunidad, otros difundieron la idea y se convirtió en una bola de nieve", dijo.
Agencias EFE y ANSA
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