La cumbre de Copenhague cerró con un tibio compromiso y muchas dudas
Estados Unidos logró un acuerdo con China, India y Sudáfrica "significativo pero no suficiente", explicó Obama al retirarse; los países definirán el número de porcentaje de CO2 a reducir en enero próximo
COPENHAGUE.- Después de permanecer 12 horas en Copenhague, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se retiró de la cumbre de cambio climático antes del voto final, con un acuerdo parcial pactado que consideró "significativo" pero "insuficiente y no será legalmente vinculante".
Estados Unidos anunció que llegó a un acuerdo con India, China y Sudafrica esta noche en Copenhague, aunque se trata de un compromiso "mínimo, no vinculante, con apenas algunas menciones a emprender un esfuerzo para que la temperatura de la Tierra no suba de dos grados centígrados en las próximas décadas y con una promesa de ayuda monetaria millonaria para que los países pobres del planeta luchen contra el calentamiento global.
"No es suficiente, pero es un buen principio", aseguró esta noche un funcionario de la Casa Blanca, citado en la cumbre de Copenhague. Se trata de un acuerdo gestado con fórceps entre Estados Unidos, China, India y Sudáfrica, según fuentes de la Casa Blanca.
Uno de los puntos más negativos del texto es que deja para febrero de 2010 el establecimiento de los objetivos de reducción de dióxido de carbono (CO2), el principal gas contaminante de efecto invernadero.
El acuerdo se produjo tras intensas negociaciones y después de que Obama, instara al mundo a "actuar antes de que sea demasiado tarde". Estados Unidos y China suman, juntos, el 40 por ciento de la contaminación global. Ambos se habían enzarzado en una agria disputa de la que no se movían ni un ápice.
Pero a pesar de las buenas palabras, la cumbre terminó con un acuerdo (a modo de "Declaración de Copenhague"), muy "descafeinado", en la cual los países ricos se comprometen a un objetivo conjunto de reducción de gases de efecto invernadero en al menos un 80 por ciento para 2050, para poder mantener así el objetivo de los dos grados (como máximo) de incremento de la temperatura global.
La ayuda del mundo rico para que los menos favorecidos puedan luchar contra el cambio climático se elevarán a 30.000 millones de dólares para los tres próximos años y a 100.000 millones de dólares anuales en 2020.
"El cambio climático supone un peligro creciente para nuestra población. Este riesgo no es ficción, sino ciencia", fueron las primeras palabras hoy de Barack Obama, que era esperado en Copenhague como un "mesías" que podría salvar la cumbre de Naciones Unidas del naufragio.
"Mientras nadie duda del cambio climático, nuestra habilidad para actuar sí que lo está", destacó Obama, en la intervención más esperada de toda la cumbre, que se inició el pasado 7 de diciembre.
Críticas. El ambiente de pesimismo era hoy generalizado. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, no ocultaba su decepción al afirmar, ante una nube de periodistas, que "se han hecho muy pocos progresos y China sigue empeñada en que la verificación de sus emisiones por parte de terceros supone una injerencia en su soberanía".
"La ausencia de una referencia de recorte de las emisiones del 50 pro ciento para 2050 es una desilusión", afirmó Sarkozy, al comentar el acuerdo alcanzado entre Estados Unidos, China, India y Sudáfrica.
"Creo que salvaremos la cumbre porque creo en los milagros". La frase, contundente, pronunciada hoy por el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ilustraba con claridad el clima de pesimismo que se abatía esta tarde sobre la cumbre mundial de la ONU, que, finalmente, pudo ser superado, aunque de forma tibia.
Ese era el nudo gordiano que debían cortar hoy Obama y el primer ministro chino, Wen Jiabao. Estados Unidos hizo un gesto simbólico ayer, por boca de su secretaria de Estado, Hillary Clinton, al afirmar que su país se sumará al esfuerzo económico internacional de 100.000 millones de dólares anuales para 2020 con el fin de ayudar a que los países pobres puedan luchar contra el cambio climático.
A cambio de su oferta económica, Washington esperaba un movimiento paralelo de Pekín, que se ha dado esta noche, aunque parece poco ambicioso. El gigante asiático valoró como "positivo" ese gesto estadounidense y estaría dispuesto a permitir, tal como quería EE.UU., que inspectores de la Naciones Unidas verifiquen que el plan de reducción de CO2 se vaya cumpliendo en los próximos años.
Los compromisos de los países industrializados para reducir las emisiones de CO2 no serán cuantificados en el entendimiento de Copenhague: el acuerdo alcanzado prevé la postergación de este importante tema a enero de 2010.
Las cifras con los compromisos de reducción del CO2 (dióxido de carbono) deberán ser comunicados por los países que aceptaron el acuerdo a más tardar el 1 de febrero de 2010, informaron fuentes locales.
Del texto del entendimiento se quitó la frase en la que se afirmaba que los países ricos se comprometen a reducir sus emisiones en un 80 por ciento en 2050 y los países en vías de desarrollo tomaron un compromiso de reducción del 50 por ciento en 2050.
Restan, en cambio, las cifras sobre ayudas económicas a los países más pobres y vulnerables tanto para el período de la "vía rápida" (2010-2012) como para las acciones a largo plazo para mitigar el cambio climático.
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