La cumbre entre Obama y Xi, bajo la sombra del escándalo
WASHINGTON.- En momentos en que crece en Estados Unidos el escándalo por la vigilancia del gobierno sobre millones de comunicaciones telefónicas, el presidente estadounidense, Barack Obama, y su par chino, Xi Jinping, iniciaron su primera cumbre conjunta, que estará dominada por el reclamo de Washington por el creciente espionaje informático de secretos por parte de China.
En el inicio de una reunión de dos días en una lujosa finca de Palm Springs, California, Obama se mostró inquieto ante Xi por el creciente ciberespionaje chino, que incluye varios intentos de obtener los diseños de avanzadas armas estadounidenses. "Todas las naciones deben seguir las normas internacionales. Ése será el telón de fondo de las conversaciones que tendrán los dos presidentes", adelantó un funcionario norteamericano en la antesala de la cumbre.
Las gestiones de Obama para impedir que China espíe por Internet a Estados Unidos, sin embargo, quedaron diluidas por las noticias de que su propio gobierno recopiló información de llamadas y de Internet de millones de ciudadanos estadounidenses como parte de sus esfuerzos antiterroristas.
Si bien existen diferencias entre los presuntos ataques cibernéticos de China contra Estados Unidos y las intromisiones telefónicas del gobierno de Obama, autorizadas por la justicia, ambos casos resaltan los grandes poderes tecnológicos de que gozan los gobiernos para acceder a la información de forma encubierta de individuos, empresas y gobiernos.
Tras años de acusaciones de piratería informática por parte de Estados Unidos, también Pekín insiste en que es víctima de ciberespionaje. En tal sentido, el jefe de la principal agencia de seguridad en Internet de China dijo esta semana que tenía "montañas de datos" de ataques informáticos de Estados Unidos contra objetivos chinos.
La polémica sobre la ciberseguridad puso ayer a prueba la disposición de ambos líderes para llevarse bien en lo que fue calificado como un encuentro informal para conocerse.
La cumbre que comenzó ayer en la estancia Sunnyfields, de hecho, es muy diferente al protocolo habitual rendido a los dirigentes chinos en sus visitas a la Casa Blanca. Los funcionarios estadounidenses explicaron que esperaban que la tranquilidad del lugar favorezca el diálogo franco entre ambos líderes, que ya se encontraron en 2012, pero cuando Xi era vicepresidente.
Tres meses después de asumir el control de la maquinaria del Estado chino, ésta es ahora la primera visita de Xi como presidente a Estados Unidos, y los expertos consideran que ésta podría ser la reunión chino-estadounidense más significativa en años. Además de abordar el tema del espionaje, medios locales señalaron que Obama aprovecharía el encuentro para lograr avances en una relación geopolítica que probablemente definirá en parte su legado, y que causó frustración en la Casa Blanca en las conversaciones poco distendidas con el ex presidente Hu Jintao.
Agencias AP, AFP y Reuters
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