La democracia está revolucionando Africa
Lamin Janka, a quien en 1999 los rebeldes de Sierra Leona le cortaron las manos, votó con el dedo gordo del pie en las elecciones de mayo, las primeras que ese país celebra tras diez años de guerra civil.
También hace un mes, los habitantes de Mali, una de las naciones más pobres del mundo, desbordaron las urnas para elegir un presidente entre 24 candidatos.Y en el diminuto reino de Lesotho, que en 1998 fue arrasado por estallidos sociales y un frustrado golpe militar, los ciudadanos votaron sin sobresaltos un nuevo Parlamento.
Pero en un continente mejor conocido por sus feroces dictaduras, hambrunas descomunales y conflictos fraticidas, estos sucesos pasaron prácticamente inadvertidos en el resto del mundo.
En el seno de Africa, sin embargo, se vive una verdadera revolución, o lo que algunos analistas prefieren llamar "la segunda independencia". De hecho, desde que los africanos se liberaron del yugo colonial -para caer bajo el dominio de juntas militares o minorías blancas-, los cambios políticos e institucionales en el territorio jamás habían sido tan abrumadores como en la última década.
Abriéndose paso
Aunque en forma tambaleante, la democracia comienza a abrirse paso en la mayoría de los países del Africa subsahariana: en 1989, sólo cinco de ellos tenían gobiernos democráticos, mientras que hoy, 42 de las 48 naciones de la región han celebrado comicios multipartidistas.
"Además de las presiones internas, como la aparición en escena de una sociedad civil cada vez más fuerte que comienza a organizarse en los 80, la transformación política africana fue fomentada también por la ola democratizadora que se daba en todo el mundo, sobre todo en Europa del Este", dijo a LA NACION Marisa Pineau, profesora de Historia de Africa de las universidades de Buenos Aires y Quilmes.
Precisamente, un factor decisivo para la apertura democrática en Africa ha sido el final de la Guerra Fría, que había colocado al continente en el centro de la batalla ideológica entre el Este y Occidente y alentado algunas de sus contiendas más prolongadas (en Angola, por caso, la paz comienza a asomarse este año luego de casi tres décadas de matanzas).
Sin el patrocinio de las potencias extranjeras, varios dictadores africanos no pudieron sostenerse en el poder, como Mobutu Sese Seko, en el antiguo Zaire, o Sani Abacha, en Nigeria (aunque antes de ser obligados a dar un paso al costado, ambos se encargaron de saquear las arcas de sus respectivos Estados).
Pero incluso muchos de los que sí sobrevivieron al desplome de la Unión Soviética, como los eternos líderes de Kenya (Arap Moi), Mozambique (Joaquim Chissano), Namibia (Sam Nujoma) y Angola (José Eduardo dos Santos), han anunciado recientemente que no buscarán su reelección.
Y en los vecinos Malawi y Zambia, las campañas de los presidentes Muluzi y Chiluba para enmendar la Constitución causaron este año motines y airadas demostraciones en las capitales de ambos países. Hasta el inescrupuloso Robert Mugabe, empecinado en aferrarse al poder de Zimbabwe aun a costa de la violencia y el fraude electoral -como quedó demostrado en las escandalosas elecciones de marzo último-, debe lidiar con una oposición cada vez más sólida y un aluvión de sanciones internacionales.
Los resultados de la transición, sin embargo, han sido bastante desparejos. Al igual que en Europa del Este, donde algunos países no paran de dar tropezones, en el mapa político local figuran naciones como Benin, Sudáfrica y Mali, con democracias consolidadas; algunas que intentan hacerla prender tras varios falsos comienzos, como Nigeria; y otras que directamente retrocedieron, como Sudán o la República Democrática del Congo (enfrascadas en brutales conflictos).
El continente más pobre
Además, los nuevos vientos de cambio, mayores libertades civiles y crecientes reformas de mercado no garantizan una mejor calidad de vida para los africanos. Según el Banco Mundial, el ingreso per cápita en la región -menos de 500 dólares al año- es menor hoy que a fines de los 60, lo que hace que muchos se pregunten dónde está la diferencia -en términos económicos- entre democracia y dictadura. Africa sigue siendo el continente más pobre del mundo, el de menor inversión extranjera y mayor deuda externa, el más castigado por el flagelo del sida y el escenario actual de 18 conflictos armados.
"Hay que tener en cuenta que la democratización política en el continente vino acompañada también por la liberalización económica, lo que se traduce en una mezcla explosiva", señaló Pineau.
La especialista recordó que durante las dictaduras de los 70 y 80 existía en Africa un fuerte proteccionismo económico, además de subsidios importantes para agricultores y pobres urbanos, por lo que los estragos del hambre y la pobreza no se sentían con tanta fuerza como hoy. "No hay una solución a corto plazo para Africa, sino todo lo contrario -se lamentó- . Y el continente aún depende en gran medida de la ayuda internacional para subsistir."
No obstante, la experta subrayó que cada vez hay menos espacio para gobiernos dictatoriales en Africa, y que la población "no está dispuesta a volver atrás".
Seguramente no le faltaba razón a Winston Churchill cuando en 1947 afirmó que "la democracia es el peor de los sistemas... a excepción de todos los demás".