La discusión por el futuro de la selva pone en riesgo el acuerdo con la UE
Los países europeos exigen que Brasil revierta la agresiva deforestación de la región amazónica
SAN PABLO.- Todo empezó cuando Brasil anunció que reasignaría los fondos de ayuda internacional destinados a proteger la selva amazónica para dárselos a los productores de soja y ganado.
A continuación, Alemania y Noruega congelaron decenas de millones de dólares de ayuda prevista. Entonces el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, mandó a la canciller alemana, Angela Merkel, a ocuparse de los problemas de su país, y señaló que Noruega caza ballenas.
Las tensiones entre Brasil y sus mecenas europeos sobre la preservación de la Amazonia, la selva tropical más grande del mundo, no solo van en aumento, sino que la disputa pone en jaque el acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur.
El tratado exige que Brasil cumpla con el acuerdo climático de París 2015, que puso plazo hasta 2030 para terminar con la deforestación ilegal de la Amazonia.
Pero Bolsonaro, que apuesta al desarrollo en Amazonia para sacar a Brasil de un estancamiento económico que ya lleva cuatro años, amenazó con retirar a su país del Acuerdo de París, y el mes pasado hasta se negó a reunirse con el ministro de Relaciones Exteriores de Francia para discutir el acuerdo. Prefirió ir a cortarse el pelo y se ocupó de transmitirlo en vivo.
Ahora la deforestación está en auge, y los europeos reclaman medidas.
El Ministerio de Medio Ambiente de Brasil dijo la semana pasada que daría de baja el comité que selecciona proyectos para combatir la deforestación y que reasignaría esos fondos para compensar a los granjeros cuyas tierras fueron expropiadas. Alemania congeló 39 millones de dólares en ayuda. Y Noruega otros 33 millones.
La Amazonia sufre un proceso sostenido de destrucción desde 2013, y la deforestación ilegal convirtió inmensos parches de selva exuberante en parcelas de soja y de forraje para ganado. Los productores ganaderos queman selva para hacer lugar a las vacas. En lo que va del año, los incendios forestales se dispararon un 70%, y los efectos del desmonte son bien visibles: el lunes, el humo de los incendios sumió a San Pablo en una tenebrosa oscuridad en pleno mediodía.
Bolsonaro, elegido el año pasado con un apoyo del poderoso lobby del campo, dice estar recuperando la Amazonia "para los brasileños". También prometió flexibilizar el proceso de permisos ambientales necesarios para construir diques, y criticó las multas aplicadas por la agencia de regulación ambiental de Brasil.
Pero los científicos temen que la deforestación esté llegando a un punto de no retorno: estiman que si se destruyen entre un tres y un ocho por ciento más de la Amazonia, el proceso empezará a retroalimentarse, o sea que la selva ya no volverá a crecer por sí misma.
Bolsonaro ya estaba bajo fuego: este mes se conocieron datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales, que revelaron que en junio pasado la deforestación se disparó un 88% en comparación con junio de 2018. Bolsonaro denunció que los datos eran falsos y echó al director del organismo.
Ante el retiro de ayuda financiera de Alemania y Noruega, ahora los líderes de las distintas regiones tienen que arreglárselas para llegar a un acuerdo con los países europeos que no pase por Brasilia. Los gobernadores de los nueve estados amazónicos emitieron un comunicado en el que "lamentan la posición del gobierno federal, que llevó a la suspensión de los recursos", y manifiestan su esperanza de poder recibir de manera directa esos fondos.
Traducción de Jaime Arrambide
Martina Lopes
Temas
Más leídas de El Mundo
La amenaza de una guerra directa. La ofensiva sin precedente de Irán dejó en evidencia un error de cálculo de Israel
"Todo esto se planifica". El monarca de un país europeo anunció que planea abdicar, pero mantuvo el misterio sobre la fecha
Fuerte descontento. Irán atacó a Israel en un momento de ebullición interna que anticipa cambios para el régimen islámico