La pandemia enfrenta a los países ricos con los países pobres
NUEVA YORK (The New York Times).- Cargamentos de máscaras arrebatadas de los aviones en la pista de los aeropuertos. Países que pagan el triple del precio del mercado para desplazar a otros oferentes. Acusaciones de "piratería moderna" contra gobiernos que tratan de asegurarse los insumos médicos para su propia gente. Mientras Estados Unidos y los países de la Unión Europea compiten para adquirir el escaso equipamiento médico contra el coronavirus, la disputa global por las máscaras y los kits de testeo pone en evidencia una nueva brecha entre países pobres y países ricos.
Los fabricantes les dijeron a los científicos de África y Latinoamérica que sus órdenes de pedido de kits de prueba no podrán ser cumplidas hasta dentro de meses, debido a las disrupciones en la cadena de suministros y a que casi todo lo que producen va a parar a Estados Unidos y Europa. Todos los países informan pronunciadas subas en los precios de los insumos médicos, desde máscaras hasta kits de prueba.
La enorme demanda mundial de máscaras, sumada a las nuevas distorsiones en el mercado privado, obligó a algunos países emergentes a pedir la ayuda de UNICEF. Etleva Kadillo, supervisora de suministros del organismo, cuenta que están tratando de adquirir 240 millones de máscaras para colaborar con 100 países, pero que hasta ahora apenas consiguieron 28 millones de unidades.
"Hay una guerra encubierta y nos preocupa que la pierdan los países más pobres", dice la doctora Catharina Boehme, directora ejecutiva de la Fundación para Nuevos Diagnósticos Innovadores, que colabora con la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que los países más pobres accedan a pruebas médicas.
En África, Latinoamérica y algunas regiones de Asia, hay muchos países que ya están en desventaja, con sistemas de salud frágiles, desfinanciados y muchas veces sin el equipamiento necesario. Hasta ahora, en los países en vías de desarrollo se reportaron menos casos y muertes por coronavirus, pero muchos expertos temen que la pandemia sea especialmente devastadora en los países más pobres.
Los testeos son la primera defensa contra el virus y una importante herramienta para evitar que los hospitales se llenen de casos que finalmente no se confirman. Lo fabricantes están dispuestos a ayudar, pero el nicho de la industria que produce los kits de testeo y los reactivos químicos para procesarlos las pruebas de laboratorio están desbordados por la demanda internacional.
"Jamás se había producido escasez de reactivos químicos", reflexiona Doris-Ann Williams, directora ejecutivo de la Asociación Británica de Diagnósticos In Vitro, que representa a los productos y distribuidores de pruebas de laboratorio para detectar el coronavirus. "Pero ahora todos los países del mundo quieren lo mismo y al mismo tiempo".
El doctor Boehme dice que la competencia por esos recursos "es una catástrofe global en potencia", ya que una cadena de abastecimiento usualmente coherente se convirtió rápidamente en una pulseada a brazo partido. Los mandatarios de "todos los países" se están comunicando personalmente con los ejecutivos de las fábricas para que los pongan primeros en la lista de espera de suministros vitales. Algunos gobiernos incluso ofrecieron despachar aviones privados.
The New York Times: In Scramble for Coronavirus Supplies, Rich Countries Push Poor Aside.https://t.co/m5YgXhD6W3via @GoogleNews&— Deidre Eversull (@DeidreEversull) April 9, 2020
En Brasil, el doctor Amilcar Tanuri no puede ofrecer aviones privados. Tanuri dirige los laboratorios estatales de la Universidad Federal de Río de Janeiro, que en vez de estar testeando a los pacientes "están prácticamente parados", debido a que los reactivos que necesitan están siendo redireccionados a países más ricos. "Si no podemos testear, estamos a ciegas", dice Tanuri. "Este es el principio de la curva epidémica, y me preocupa que el sistema de salud pública quede desbordado de inmediato"
Brasil es el país latinoamericano más golpeado hasta el momento, con más de 16.000 casos confirmados y tiene atrasados unos 23.000 testeos. También es el país de la región que ha dado la respuesta más polémica ante la pandemia: su presidente, Jair Bolsonaro, sigue desconfiando públicamente de la peligrosidad del virus.
Pero por debajo del barullo político, los científicos brasileros intentaron desde un principio acelerar los testeos. Tanuri se ocupó frenéticamente de contactar a fabricantes de tres continentes en busca de los reactivos químicos necesarios para procesar las 200 muestras que recibe diariamente en su laboratorio: en todas partes le dijeron que Estados Unidos y Europa ya habían comprado toda su producción de los próximos meses por adelantado."Si compramos algo que va a llegar dentro de 60 días, es demasiado tarde", estima Tanuri. "El virus es más rápido que nosotros".
La situación es similar en algunos países africanos. Tras registrar su primera muerte por coronavirus el 27 de marzo, Sudáfrica actuó con rapidez, implementó una estricta cuarentena y anunció un ambicioso rastrillaje casa por casa que ya logró testear a 47.000 personas. Sudáfrica tiene más de 200 laboratorios públicos, una impresionante red que supera a la de países ricos, como Gran Bretaña, y que fue desarrollada después de la penosa experiencia de los brotes de tuberculosis y HIV. Pero al igual que Brasil, Sudáfrica depende de los fabricantes internacionales de los reactivos químicos y equipos que hacen falta para procesar los análisis.
A report in the New York Times today said rich countries are outbidding developing countries for PPE and healthcare supplies. Open-source solutions like the Badger Shield may be a way for these countries to manufacture their own. #ppeshortage#covid19https://t.co/79gtILKrDp&— Delve (@delve_design) April 9, 2020
Los expertos explican que los productores de kits de testeo son un sector industrial muy chico. Doris-Ann Williams, representante de ese sector en Gran Bretaña, dice que no hay escasez de reactivos químico, pero que las demoras se producen por el desborde de demanda y los procesos de control de calidad necesarios. "Los fabricantes no les quieren vender solo a los países ricos", explica Paul Molinaro, director de suministros y logística de la OMS. "Quieren diversificarse, pero enfrentan esta situación de competencia entre los diferentes gobiernos", señala Molinaro.
La semana pasada, el presidente norteamericano Donald Trump invocó la Ley de Defensa de la Producción para prohibir la exportación de máscaras a otros países y exigirles a las empresas de Estados Unidos un incremento en la producción de insumos médicos.
La empresa norteamericana 3M, fabricante de una de las máscaras de seguridad más solicitadas, le respondió con un comunicado en el que advierte de las "graves consecuencias humanitarias" que puede tener dejar de suministrarles máscaras a Latinoamérica y Canadá. Esta semana, la empresa y el gobierno de Trump llegaron a un acuerdo que le permite a 3M seguir exportando a países en desarrollo, a condición de producir 166 millones de máscaras para Estados Unidos en los próximos dos meses.
Aunque es difícil criticar a los gobiernos por intentar cuidar a su propio pueblo, los expertos sanitaristas creen que ayudar a los países más pobres es en beneficio de todos. "El brote de un virus respiratorio altamente contagioso es un riesgo para todos los países, sin importar donde se produzca", dice Charles Holmes, exdirector médico del Plan de Alivio de Emergencia para el HIV del gobierno de Barack Obama. "Por su propio interés, los países ricos deberían asegurarse de que los países más pobres logren contener la pandemia".
The New York Times - Traducción de Jaime Arrambide
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