La estrategia: disfrazar el rescate
BRUSELAS.- "Los hombres de negro no van a venir a España". La frase, lanzada ayer por el ministro de Hacienda español, Cristóbal Montoro, resume la gravedad del momento: la cuarta economía de la eurozona, cuyo sector bancario está bajo presión, lucha para evitar ser rescatada, aunque tenga que pedir ayuda.
La metáfora de Montoro se refiere a los miembros de la "troika", integrada por la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el FMI. Montoro agregó que el país "no es rescatable" por su peso en Europa.
El énfasis de Madrid en negar ese terrible escenario para el gobierno de Mariano Rajoy tiene su eco desde hace días en Bruselas, que se esfuerza en proporcionar globos de oxígeno a España, por ejemplo el "año de gracia" (2014 y no 2013) para que el país cumpla con la meta de reducción del déficit por debajo del 3% del producto bruto interno (PBI).
España lleva semanas aferrada al dogma financiero según el cual su economía, la cuarta en importancia de la eurozona tras Alemania, Francia e Italia, es muy grande para caer, en referencia a que su caída tendría graves consecuencias para Europa.
La aparente estrategia de Madrid para evitar la palabra "rescate" está a medio camino entre el derecho comunitario, los tratados de la Unión Europea (UE) y la semántica de las palabras, para vestir el resultado del proceso de la manera menos onerosa, en términos de imagen externa, y de soberanía económica ante Bruselas.
Madrid presiona a la CE y a la UE para crear una "unión bancaria" paneuropea, con la posibilidad quizá de que los bancos en problemas reciban ayudas directas sin pasar por los Estados, algo que no está contemplado en los tratados. Así España busca mitigar los efectos nocivos de lo que podría venir. Mientras hasta hace poco España no quería ser asimilada con Grecia, ahora pelea para no ser comparada con Irlanda, que recibió un rescate de 85.000 millones de euros hace dos años para reestructurar su sector bancario. Salvando las distancias, España necesita con urgencia una inyección de capitales para sus entidades financieras, afectadas por la explosión de la burbuja inmobiliaria.
La nacionalización parcial de Bankia se convirtió en el símbolo de los errores que contribuyeron a precipitar el final de un ciclo económico expansivo. Sólo en Bankia el gobierno de Rajoy inyectará 19.000 millones de euros, que se sumarán a los 4500 millones que el banco y su matriz, BFA, ya recibieron a fines de 2010 del fondo de rescate español FROB.
Una de las claves del debate son las ayudas directas a las entidades en problemas. Anteayer, el ministro de Economía francés, Pierre Moscovici, apoyó la iniciativa, mientras el comisario de Asuntos Económicos de la UE, Olli Rehn, accedió a debatir esa idea, que supone modificar los tratados europeos.
Según las normas, si España lo necesitara tendría que pedir un rescate a la UE y usar los recursos del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) para recapitalizar sus bancos.
La hipótesis de una posible unión bancaria europea y de la ayuda directa a los bancos estará en la mesa de negociación en la cumbre de los líderes europeos del 28 y 29 del actual en Bruselas. Alemania, la principal economía de la eurozona, se niega a esa posibilidad sin contrapartidas: una cesión importante de soberanía económica a Bruselas y la aplicación de duras políticas de ajuste y reformas estructurales de hondo calado.
Fernando Heller