La feroz batalla por mostrarse como el más "presidenciable"
WASHINGTON.- El senador Barack Obama se ha presentado detrás de un atril adornado con un falso sello presidencial. El senador John McCain acaba de empezar un programa radial todos los sábados.
El avión de campaña de Obama fue bautizado O-Force One, una clara alusión al Air Force One presidencial. McCain pronunció un discurso en mayo en el que hipotéticamente revisaba su primera presidencia.
Aún no se sabe cuándo los dos candidatos celebrarán su primera cena de Estado, cuándo pasarán su primer fin de semana en Camp David o cuándo recibirán a los campeones de básquetbol, los Boston Celtics, en el Jardín de las Rosas.
Pero... ¡esperen! Ninguno de ellos ha sido elegido aún...
Es fácil olvidarse de ese pequeño detalle, dado que McCain, el candidato republicano, y Obama, su par demócrata, han estado asumiendo conductas y símbolos de los presidentes en funciones.
Todo candidato se esfuerza por proyectar una imagen coherente con el cargo que procura conseguir. Pero en estas elecciones, las primeras en 56 años que no incluirán la candidatura de un presidente o vicepresidente, los dos senadores, con mínima experiencia ejecutiva, parecen desesperados por actuar como presidentes.
Ambos se han embarcado en una suerte de "duelo" para proyectar la imagen de que ocupan un cargo que ninguno de los dos ha obtenido aún", dijo Joshua King, un veterano técnico de la escena política, que se desempeñó como director de producción en la Casa Blanca durante los años de Bill Clinton en el poder. "Gozan de relativa libertad para fabricar su propia versión del cargo oficial."
Tanto McCain como Obama se han embarcado en viajes de alto perfil al exterior, algo nunca visto en las últimas décadas. Obama viajó a Europa y a Medio Oriente la semana pasada, mientras que McCain visitó América latina a principios de mes. Estos viajes proporcionaron a los candidatos una plataforma móvil para imitar los encuentros "oficiales" de un comandante en jefe. Obama viajó acompañado por 12 asesores de política exterior y un ejército de hombres provistos de auriculares, cuyo número se acercaba al nivel de la custodia presidencial.
Aunque el séquito de McCain empalidece comparado con el de su rival, al igual que su Boeing 737 comparado con el 757 de Obama, sus viajes siguen transmitiendo una impresión inconfundiblemente presidencial. En Colombia, ofreció conferencias de prensa junto con el presidente Alvaro Uribe y utilizó el mismo formato que las apariciones presidenciales conjuntas. Y en todos los viajes la campaña de McCain distribuye miniagendas casi idénticas a las que se usan en la Casa Blanca.
"Obviamente, uno siempre quiere que su candidato parezca presidencial, sin actuar de manera demasiado presidencial", dijo Ed Rollins, un estratego republicano de larga trayectoria.
Este delicado equilibrio resultó más que evidente para Obama la semana pasada. Disfrutó de situaciones que por lo general son reservadas para los presidentes de viaje: fue fotografiado frente al número 10 de Downing Street, tuvo una vista panorámica desde el aire en Irak y se dirigió a miles de berlineses cerca de la Puerta de Brandemburgo.
Obama tiene algunas ventajas. Está acostumbrado a leer discursos de un teleprompter , como suelen hacer los presidentes (a diferencia de McCain), y recibió protección del servicio secreto desde la primera etapa de su campaña, algo que contribuyó a crear un aura de "candidato importante".
Pero Obama ha sido criticado por exagerar. En junio, su equipo de campaña exhibió un facsímil del sello presidencial. La versión incluía una "O" que cubría el cuerpo del águila y la frase en latín "Vero Possumus" (similar al eslogan de Obama, "Sí, podemos") en lugar del habitual "E Pluribus Unum" . El sello fue inmediatamente ridiculizado; tres días más tarde fue retirado. McCain también fue blanco de críticas el 12 de julio, durante su primer discurso radial semanal: el verdadero presidente también pronuncia un discurso todos los sábados a la mañana.
En varias oportunidades durante su gira, Obama y su equipo de campaña se tambalearon sobre el delgado límite que separa la conducta presidencial del engreimiento. Esto no pasó inadvertido en el equipo de McCain, que no se privó de burlarse, por ejemplo, cuando Obama dijo que quería familiarizarse con los líderes extranjeros con los que esperaba tratar "en el curso de los próximos 8 o 10 años".
El propio Obama se mostró consciente de que no debía cantar victoria antes de tiempo. A bordo del O-Force One, el miércoles pasado, le preguntaron si había estudiado los discursos que Ronald Reagan y John F. Kennedy habían pronunciado en Berlín. "Pero, ustedes saben, ellos eran presidentes -respondió Obama-. Yo soy un ciudadano."
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