En busca de ofertas. La fortaleza del euro provoca una invasión de europeos en EE.UU.
Cruzan el Atlántico para hacer compras de Navidad por la ventaja cambiaria
NUEVA YORK.- En su primer viaje a Nueva York, Michael Upton, de 42 años, un electricista de Birmingham, Inglaterra, quería aprovechar al máximo su visita de cuatro días anterior a Navidad. Al igual que otros que compartían su vuelo, Upton y su novia reservaron tiempo para una actividad que en esta temporada está ganando popularidad entre los europeos: cruzar el Atlántico para comprar en Estados Unidos productos europeos de lujo.
"En casa no compraríamos estas cosas a menudo", dijo Upton, un poco incómodo, mientras exploraba la boutique Lacoste de la Quinta Avenida. "Pero con estos precios sería una locura no entrar aquí." Su novia pagó 179 dólares por un cardigan. En Londres, el mismo cardigan Lacoste cuesta 130 libras, o alrededor de 250 dólares.
La caída del dólar con respecto al euro -más del 50% desde febrero de 2002- ha convertido a Estados Unidos en el paraíso de los compradores europeos. En septiembre, el turismo procedente de Europa Occidental había aumentado más del 15% respecto del año anterior, con 6,9 millones de visitantes, según datos del Departamento de Comercio de EE.UU. Con la proximidad de las vacaciones de fin de año, los visitantes europeos son atraídos hacia Estados Unidos por la perspectiva de comprar productos europeos mucho más baratos que en Europa.
"En Londres nunca compro productos de lujo", dijo Claerwin James, de 34 años, un pintor de visita por pocos días. "Pero esta mañana, cuando vi el bolso Paul Smith que había estado codiciando durante nueve meses, no pude resistir la tentación." Un residente de Londres que viaja a Nueva York pagará 1395 dólares por un impermeable Burberry, contra el precio vigente en Londres, 855 libras o 1650 dólares.
En la Colette Boutique de la rue Saint-Honoré de París, un cliente paga alrededor de 1000 euros, o 1325 dólares, por una cartera de cuero Prada, mientras que un comprador en Nueva York paga por la misma cartera alrededor de 1000 dólares en Saks. Los empleados de las boutiques Burberry, Prada y Gucci de la Quinta Avenida dicen que este año han atendido a más europeos que en cualquier otro momento que recuerden. Y los restaurantes franceses de categoría también experimentan una gran afluencia de clientes europeos.
"Hasta hace unos años solíamos tener como máximo dos clientes europeos por noche", dijo Ronan Henaff, gerente general de Atelier, el moderno restaurante de estilo provenzal del Ritz-Carlton, situado en Central Park. "Ahora tenemos 10 o más."
Cenar en Nueva York siempre ha sido relativamente barato comparado con París, dijo Henaff, pero ahora los clientes europeos se benefician con un descuento especial. Alain Ducasse, el chef francés con varias estrellas Michelin, dirige restaurantes de lujo en hoteles lujosos de ambas márgenes del Atlántico. El menú de tres platos de Essex House de Nueva York cuesta 150 dólares, unos 110 euros, una suma que no cubriría la entrada y el plato principal más baratos de su restaurante del Hotel Plaza Athenée de París.
Algunos europeos que viven en Nueva York se muestran un poco desdeñosos ante esta "invasión". "Personalmente, prefiero atender a estadounidenses antes que a franceses", dijo Henaff, un francés que ha vivido los último seis años en Nueva York. "Los franceses se quejan todo el tiempo porque no pueden fumar y ni siquiera dejan propina."
Impuestos y falsificaciones
Por su parte, los europeos se confunden cuando salen de compras en un país donde los impuestos no están incluidos en el precio como en Europa, sino que se agregan en la caja. Upton, el electricista, dijo que le resultó raro que el precio del cardigan Lacoste de su novia fuera de 165 dólares, pero que por los impuestos acabó costando 179,23 dólares. "Aquí compraremos prendas de Ralph Lauren, pero no de una marca europea o francesa", dijo Annie Mitton, una compradora parisiense, en el Prada de Greenwich Village. "Hay tantas falsificaciones en este país que es posible que uno no compre el producto genuino."
Otras visitantes se quejaron de que el bajo costo de los productos de lujo en realidad sirvió para aumentar sus gastos durante esta temporada."Es cierto que nuestras compras de artículos de lujo pueden habernos costado 600 euros menos viniendo a Nueva York", dijo Thomas Angerer, de 34 años, gerente de ventas de Regensberg, Alemania. "Pero mi esposa no hubiera hecho tantas compras si nos hubiéramos quedado en Baviera."
Por supuesto, no todos los productos de lujo europeos están en oferta de Nueva York. La colección de ropa Karl Lagerfeld, por ejemplo, se vende a precios comparables en ambas márgenes del Atlántico. Un vestido de cóctel negro de esa colección, que se vende por 79,90 euros o 105 dólares en Berlín, cuesta en Nueva York 99,90 dólares. Sumando el impuesto, los precios son idénticos. Pero ni siquiera los ahorros pequeños desalientan a los europeos.
"Compraré algo que me guste, si lo veo, y no me preocuparé demasiado si el precio es igual", dijo Samantha Maquin, una enfermera francesa que exploraba una tienda de Gucci antes de dirigirse a Chanel. "Adoro las marcas europeas y es divertido hacer compras en Nueva York."
Traducción: Mirta Rosenberg
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