La guerra en Ucrania le imprime un giro al discurso de la ultraderecha
La mayoría de los partidos europeos que elogiaban las políticas y las conductas del Kremlin condenaron la invasión y aceptan que se reciba a los que huyen del conflicto
Seis días antes de las elecciones presidenciales de abril de 2017 en Francia, ovacionada por cerca de 5000 partidarios presentes, Marine Le Pen intentó asegurar el apoyo de su electorado con una promesa que no le fue suficiente para entrar en el Palacio del Elíseo: “Los protegeré. La inmigración masiva no es una oportunidad para Francia, es una tragedia”, vociferó.
El discurso que utilizó durante su campaña para estas elecciones, en las que ganó el segundo puesto y se enfrentará al presidente Emmanuel Macron en el ballottage, es otro. También lo es el de muchos otros líderes de ultraderecha, que tuvieron que apaciguar su retórica xenófoba y pro Vladimir Putin tras la invasión rusa a Ucrania.
Más de 4,5 millones de ucranianos que escaparon del infierno ruso fueron recibidos sin vacilar por la gran mayoría de los gobiernos europeos, una reacción que dista de aquella que se tuvo en 2015 cuando casi un millón de refugiados llegaron a Europa desde Siria, Afganistán e Irak.
“Es muy difícil para cualquier partido de la oposición enfrentarse a esta ola migratoria”, indicó a LA NACION Hilary Silver, profesora de sociología y experta en asuntos internacionales y política pública de la Universidad de George Washington.
“Lo que vimos fue un trato desigual de los migrantes en toda Europa. Los ucranianos están recibiendo alojamiento inmediatamente. Está la directiva de protección temporal que se aprobó en toda la Unión Europea, una medida que da a los ucranianos derechos que no recibieron otros refugiados”, agregó.
En Francia, donde recibir refugiados siempre ha sido un tema de debate, el 83% está a favor de acoger ucranianos, una posición compartida por los simpatizantes de las distintas fuerzas políticas, de acuerdo con una reciente encuesta de Ipsos. En Alemania se eleva al 91%, incluso en los simpatizantes del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD).
Silver sostiene que la razón de este trato diferencial está a la vista: es un éxodo de “vecinos, blancos y católicos”. Además, quienes escapan de Ucrania son en su mayoría mujeres y niños –porque los hombres de entre 18 y 60 años deben quedarse a pelear–, por lo que son vistos como una población indefensa y que regresará al país para poder reencontrarse con su familia. No menor es que esta población también está despojada del prejuicio terrorista.
Distanciarse de Putin
“Muchos partidos de extrema derecha, como el FPÖ austríaco y el Reunión Nacional francés, tenían fuertes y estrechos lazos con la clase política y el partido de Putin. Ahora, tienen que distanciarse y justificar su juicio obviamente equivocado y sus vínculos con un dictador”, precisó a LA NACION Ruth Wodak, profesora emérita y catedrática de Estudios del Discurso del Departamento de Lingüística de la Universidad de Lancaster.
Le Pen, que en el pasado ha aclamado al mandatario ruso como “patriota” y baluarte de los valores tradicionales de Europa, adoptó una posición “equilibrada” en torno de la crisis de Ucrania y centró su campaña electoral en temas inquietantes para los bolsillos de los franceses, como el impacto de las sanciones occidentales a Rusia. “Lo único que no quiero son sanciones sobre las materias primas rusas, que tendrán consecuencias nefastas para los franceses y para el mundo”, dijo el viernes pasado.
“A Marine Le Pen electoralmente no le está pasando factura actualmente la guerra en Ucrania porque el tema de discusión en Francia ya no es la guerra en Ucrania, sino las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania”, detalló a LA NACION el sociólogo investigador de la Universidad Complutense de Madrid, Guillermo Fernández Vázquez, especializado en el estudio de derechas radicales.
Las consecuencias fueron visibles en quienes no lograron moderarse en la cuestión, como el ultraderechista Eric Zemmour, que solía soñar con un “Putin francés” y aseguró en su Twitter en septiembre de 2020 que Rusia era “el aliado más fiable, incluso más que Estados Unidos, Alemania o Gran Bretaña”.
Aunque consideró públicamente que la invasión rusa es “inaceptable”, desde el 24 de febrero el periodista francés perdió uno de cada cinco potenciales votantes. Así, obtuvo el cuarto lugar en las elecciones de hoy, con un 7,2%, muy por detrás del tercer puesto de Jean-Luc Melenchon (22,20%).
El líder conservador italiano Matteo Salvini, quien no dudaba en posar ante las cámaras con una remera con la cara de Putin, tampoco pudo ocultar sus lazos con el Kremlin. “No hablo con hipócritas”, fustigó un alcalde polaco en su visita a Polonia, uno de los principales países que recibe refugiados.
Beneficiados
En Alemania, Alice Weidel, la líder del AfD, un partido prorruso, condenó la invasión. No obstante, denunció el “fracaso histórico” de Occidente por ofrecerle una perspectiva de ingreso en la OTAN a Ucrania, en línea con su agenda anti-UE, lo que fue aceptado por sus simpatizantes.
Al primer ministro húngaro no le afectaron en absoluto sus estrechos lazos con a Putin. Viktor Orban se aseguró su tercera reelección con el 54% de los votos el domingo pasado, lo que despertó alertas en Bruselas por un posible distanciamiento de este miembro de la UE y de la OTAN.
No obstante, el nacionalista húngaro sugirió a Putin declarar un “alto el fuego inmediato” y discutir con los dirigentes de Ucrania, Francia y Alemania una forma de lograr un consenso. Además, si bien no condenó directamente a su par ruso, sí rechazó la invasión y votó a favor de eliminar a Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Otro hecho insólito es que Hungría haya abierto sus puertas para recibir a 419.101 ucranianos desde el 24 de febrero, posicionándose como el tercer país que más acogió refugiados, cuando el año pasado ordenó cerrar su frontera con Serbia para impedir el flujo de migrantes e incluso sugirió la construcción de un muro de 175 kilómetros de largo.
En cuanto a España, si bien Vox no ha sido un partido particularmente cercano a Rusia –de hecho en el Parlamento Europeo es aliado de partidos hostiles a Moscú–, “sí existían comentarios y hasta tuits de admiración por Vladimir Putin, aunque, insisto, mucho menos que en otros países europeos”, señaló Fernández Vázquez.
“Durante la primera semana de la invasión, parte de la opinión pública puso de manifiesto estos lazos ideológicos en cuanto a Vox y a Putin: posición del nacionalismo, matrimonio homosexual, cierta simpatía ideológica entre ambos. Pero Vox ha sabido distanciarse muy bien diciendo que los ucranianos son verdaderamente refugiados, que comparten raíces con los países europeos y que había que hacer una excepción con las personas venidas de Ucrania”, agregó.
En suma, dentro de cierto tiempo, “hay que ver si la cuestión no es tanto quién empezó esta terrible guerra, sino qué se puede hacer contra el aumento de los precios y el creciente número de refugiados. Ahí es donde los partidos de derecha podrían volver a tomar impulso”, reflexionó el sociólogo Johannes Kiess, de la Universidad de Siegen y del Instituto Else-Frenkel-Brunswik de la Universidad de Leipzig.
La posición que tuvo que adoptar la extrema derecha frente a la invasión de Ucrania también es visible en los partidos de la izquierda radical, simpatizantes del sistema político ruso.
“En Europa también hay partidos de izquierda radicales con vínculos tradicionales con Rusia. Para ellos, la guerra es un reto porque algunos de sus líderes y seguidores no quieren creer las atrocidades que cometen las tropas de Vladimir Putin o, al menos, insisten en que la OTAN también tiene parte de la culpa” de esta guerra, explicó Kiess.
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