La justicia confirma la quiebra de Detroit
WASHINGTON.- La incapacidad política para superar situaciones de mala administración marcó ayer un triste récord: la ciudad de Detroit, que supo ser de las más prósperas de Estados Unidos, fue declarada "insolvente" por la justicia y convirtió a su expediente en el mayor caso de bancarrota urbana en la historia del país.
Apenas conocido el fallo, asociaciones de jubilados, sindicatos y acreedores cruzaron reproches en la carrera por defender sus acreencias en el default de más de 18.000 millones de dólares en la que, hasta hace poco, se consideraba una pujante "perla industrial" generadora de empleos para miles de personas.
"Esta ciudad fue diversa, pujante, bendecida con la vitalidad de la industria automotriz y orgullosa de su mote de Ciudad Motor'', reconoció el juez Steven Rhodes al leer su fallo. "Pero toda esa historia quedó atrás y hoy los problemas con catastróficos", dijo.
El magistrado enumeró los problemas que resquebrajaron a la ciudad. Desempleo, una deuda altísima, déficit crónico, emigración, incapacidad financiera para mantener los servicios públicos, inseguridad creciente. "La ciudad necesita ayuda", sintetizó.
Lo de ayer fue el primer paso de la historia, el diagnóstico de la enfermedad. Ahora falta que las autoridades y los acreedores negocien un plan de quiebra y que sea avalado por la justicia.
Todo quedó al rojo vivo. Los jubilados tienen miedo de convertirse en el pato de la boda y que les recorten sus haberes; los empleados públicos, que los dejen sin beneficios, y los maestros y médicos, que les bajen los sueldos.
"Detroit se convierte ahora en un gran laboratorio de ensayos que servirá también para probar la suerte que podrían correr otras ciudades del país en situación similar", dijo Pat Walker, experto en quiebras de la Universidad de Michigan.
El desenlace de ayer es el saldo de un retroceso de décadas. En los años 60, la ciudad era el centro de la pujante industria automotriz norteamericana. Pero eso cambió y hoy el sector emplea apenas a la décima parte de operarios que en aquel entonces.
Comenzó una etapa de declive a la que no se le encontró reversión posible. La población hoy es de apenas 680.000 personas, y sobre ellas recae el financiamiento de una infraestructura tres veces mayor que la necesaria: de alumbrado público a escuelas y hospitales, todo supera lo que se necesita y lo que puede financiarse por presupuesto.
El gobernador del estado de Michigan, el republicano Rick Snyder, defendió la necesidad de la quiebra como "una oportunidad para empezar de nuevo".
Snyder nombró para el manejo de la crisis un "administrador de emergencia", Kevyn Orr. Para este experto financiero, la situación presupuestaria es "inaceptable" y se impone una solución de fondo. Lo que no está claro es qué camino tomará esta ciudad que no supo reciclarse para salir adelante.
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