Una tendencia que se afianza: se pone de moda aprender mandarín. La nueva exportación de China: el idioma
El gobierno chino creó un nuevo programa para promover la enseñanza de su lengua en el extranjero
SHANGHAI.- Se supone que conquistar el mundo no es fácil, pero Xu Lin, directora del nuevo programa del gobierno de Pekín para promover la enseñanza de la lengua china en el extranjero, a veces debe creer que sí lo es.
Xu está a cargo de la creación de una red global de centros culturales chinos, llamada Institutos Confucio, para enseñar a extranjeros de todo el mundo un idioma con fama de ser casi inaccesible por sus dificultades. Pero lejos de tener que extremar recursos para su convocatoria, Xu está descubriendo que los extranjeros acuden en masa.
"Hay un furor mundial por todo lo que tenga que ver con China. Este programa se lanzó como respuesta al extraordinario interés por el chino, sobre todo en los países vecinos", dijo la directora.
Durante décadas, en Estados Unidos y en Europa se miró con mucho recelo a China. Pero ahora aprender chino, ya sea para tener acceso a oportunidades comerciales o simplemente porque se puso de moda, está en pleno auge.
También nueva es la decisión del gobierno chino de seguir la ola, no sólo capitalizando el recién descubierto refinamiento que envuelve al idioma, sino también con la determinación de perpetuarlo como una manera de extender la influencia internacional china y la buena voluntad hacia el país.
Para algunos, la elección de un nombre un tanto anticuado como Instituto Confucio, que evoca cualquier cosa salvo un poder en ascenso, podría parecer extravagante dada la cada vez mayor propensión de Pekín hacia las imágenes de alta tecnología y las hábiles relaciones públicas. Sin embargo, el nombre habla sobre las ambiciones de poder "blando" del país.
Entre otras cosas, utilizar el nombre del filósofo más famoso de China excluye toda referencia a la ideología oficial, que sigue siendo el marxismo. El nombre Confucio, que fue un educador y una figura cuasi religiosa, también equivale a paz y armonía, valores que China proclama hoy insistentemente, con la esperanza de desalentar temores sobre su rápido ascenso.
Y a juzgar por las reacciones de sus desde hace tiempo recelosos vecinos, el esfuerzo parece resultar fructífero. Indonesia, que durante tres décadas prohibió la enseñanza del chino debido al apoyo de Pekín a los rebeldes comunistas, hace poco suprimió la prohibición. Vietnam, que durante mucho tiempo mantuvo una tensa relación con Pekín, aceptó un Instituto Confucio en su territorio. Según ciertas informaciones, en Corea del Sur, que combatió junto con Estados Unidos en una guerra contra tropas chinas en los años 50, el chino desplazó al inglés como idioma extranjero más popular.
Aunque están más avanzados en los países vecinos, donde la capacidad para comprender el chino ha sido considerada tradicionalmente un rasgo culto, los estudios del mandarín progresan considerablemente más allá de esa zona. Hasta el momento, 11 Institutos Confucio están en funcionamiento, en Estados Unidos, Europa, Africa y Asia.
Antes de que se inaugurara el primero en Estados Unidos, en la Universidad de Maryland, el College Board, el consejo educativo norteamericano que rige la incorporación de exámenes avanzados, sumó el chino a su lista de pruebas de idiomas extranjeros. Es la primera vez que una lengua del este asiático es incluida en esta lista.
Gran interés
En una encuesta de 2003 sobre escuelas secundarias norteamericanas, el College Board observó que 50 de ellas respondieron que les gustaría incorporar cursos avanzados en ruso, unas 175 optaron por el japonés, y 240 por el italiano, en tanto que 2400 respondieron que preferirían el chino. "No teníamos idea de que existía semejante interés", comentó Tom Matts, un funcionario del College Board, a la CNN.
En muchos aspectos, los Institutos Confucio parecen una vuelta a los años 50 y 60, cuando Estados Unidos, la ex Unión Soviética e importantes países europeos competían intensamente en pos de prestigio e influencia en el plano internacional. Moscú distribuía revistas como Vida Soviética a través de sus embajadas, y otros promovían el estudio de sus respectivos idiomas por medio de organizaciones culturales como la Alianza Francesa o el Instituto Goethe.
A medida que China se convierte en una gran potencia militar y económica y su diplomacia se vuelve más enérgica, Pekín también se empeña en hacer amigos y ejercer influencia sobre la gente. Junto con los recientes lanzamientos chinos de vuelos espaciales tripulados y el inmenso impulso para construir universidades de primera línea, además de generar una premiada investigación científica, algunos han definido la iniciativa de enseñar su idioma como parte de la "etapa Sputnik" del país, en referencia al primer satélite artificial, lanzado por la ex Unión Soviética en 1957.
Pero así como el Sputnik hizo cundir la alarma en Estados Unidos y otras partes por el surgimiento de una nueva superpotencia agresiva, los Institutos Confucio tienen la intención de hacer casi lo contrario, es decir, elevar el prestigio de China y, paralelamente, aplacar la angustia por la llegada de un nuevo poder.
"La organización cultural y de enseñanza británica British Council gasta más de 3000 millones de libras esterlinas [más de 5000 millones de dólares] por año, mientras que China está invirtiendo apenas 12 millones de dólares en los Institutos Confucio", afirmó Xu Lin.
En lugar de construir nuevas y costosas sedes en cada ciudad, los institutos se suman a asociados locales, ocupan espacios de sus edificios o logran que los gobiernos extranjeros paguen sus alquileres de viviendas. Y en lugar de enviar maestros para enseñar directamente a los estudiantes extranjeros, China envía a gente para capacitar y mejorar el nivel de los maestros chinos locales.
"China vislumbraba esto desde hace mucho tiempo", sostuvo Wu Yongyi, vicerrector de la Escuela Internacional de Estudios Chinos, de la Universidad Normal del Este de China, en Shanghai, que ha participado de diversas misiones para la enseñanza del mandarín en el extranjero desde los años 80.
"Actualmente, unos 90.000 estudiantes extranjeros -añadió- viajan a China cada año para estudiar su idioma, en tanto que hay 30 millones de individuos que lo estudian en todo el mundo. Después de que comenzaron las reformas económicas chinas, descubrimos que teníamos una urgente necesidad de comunicación y vimos que no era suficiente que nosotros aprendiéramos idiomas extranjeros. La comunicación podría mejorar si otra gente pudiera hablar chino. Es necesario que la comunicación sea de ida y vuelta, y ahora que nuestra economía se ha fortalecido podemos respaldar esta iniciativa."