La oposición busca torcerle el brazo a Evo para impedir su eternización en el poder

El santacruceño Yerko Añez, de 23 años, estudiante de Derecho, no tiene mucha memoria de cómo era Bolivia antes de la llegada de Evo Morales al poder, en 2006. Hijo de una maestra de escuela primaria estatal, su familia de clase media no forma parte de los "emergentes" que salieron de la pobreza gracias a las políticas del gobierno. Por el contrario, los ingresos de su madre y sus posibilidades de hacer carrera en la docencia se vieron congelados por su negativa a afiliarse al oficialista Movimiento al Socialismo (MAS).
Añez es hoy el vocero de la agrupación civil Bolivia Dice No, formada en 2016 para hacer campaña en el referéndum contra la reelección. "Evo representa lo mismo que vino a cambiar: el continuismo, la eternización en el poder. Y cuando alguien permanece mucho tiempo en el gobierno termina usando todo a su favor incluso para perseguir a quienes se le oponen", dijo Yerko a la nacion.
Bolivia Dice No es una de las decenas de agrupaciones y partidos políticos que esta semana pidieron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), reunida en Sucre, que se expida sobre el reclamo del mandatario en el sentido de que impedir su postulación para los comicios presidenciales de octubre vulnera sus derechos humanos.
Además, para el próximo jueves, a dos años del triunfo del no en el referéndum, ya pusieron en marcha una serie de movilizaciones en todo el país con el reclamo de que Evo dé marcha atrás con su candidatura, ya habilitada ante el Tribunal Supremo Electoral.
En las elecciones primarias del 27 de enero, en las que los nueve partidos fueron con un único candidato, lo más relevante fue el nivel de abstención. El vicepresidente y candidato a la reelección, Álvaro García Linera, había dicho previamente que si votaba menos del 50% de los afiliados al MAS no se "preocuparía". Y la concurrencia llegó apenas al 42%.
Las encuestas preelectorales marcan que la voluntad de los votantes se reparte por tercios entre Evo y el expresidente de izquierda Carlos Mesa (2003-2005), pero que el líder opositor podría derrotar al mandatario en una eventual segunda vuelta, e impedir su deseo de gobernar hasta 2025.
El tercer lugar en los sondeos lo ocupa el senador centrista Óscar Ortiz, de la agrupación Demócratas.
"Este es un gobierno autoritario que cometió tantos abusos que se les convirtió en una necesidad seguir en el poder. Yo investigué muchos casos de corrupción, pero hay una Justicia sometida que le da impunidad a los altos cargos", afirmó Ortiz en diálogo telefónico con la nacion.
"Por eso mi prioridad es defender la democracia, postulando el republicanismo democrático y la independencia de la Justicia", agregó el senador, que también apoya las marchas que comenzarán el jueves.
La mayoría de los opositores reconocen que en sus 13 años de gestión Evo puso a Bolivia en la senda del progreso como el país de mayor crecimiento del PBI en América del Sur durante los últimos cinco años. Llevó la tasa de desempleo a uno de los niveles más bajos de la región y redujo la pobreza del 63% al 36%. Pero esos logros empalidecen frente a su autoritarismo y el control hegemónico.
"Una de las estrategias del MAS es decirle a la gente que sin Evo hay riesgo de inestabilidad. El propio vicepresidente llegó a decir que si no hay continuidad ?el sol se esconderá, la luna se escapará y todo será tristeza'", señaló el analista político Jorge Dulon.
Otra estrategia del gobierno fue anunciar una serie de programas para congraciarse con el empresariado en la zona de Santa Cruz, motor económico del país.
Sea cual fuere el resultado de los comicios de octubre, todo indica que el oficialismo perderá los dos tercios que le permiten controlar el Congreso, y al menos una de las patas del poder ya no quedará en manos del MAS.

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