Claves americanas. La rebelión de la clase media
CIUDAD DE MEXICO.- Se está produciendo un fenómeno interesante en América latina: las protestas callejeras de la clase media contra la ola de secuestros que sacude la región está dominando la agenda política, desplazando a un segundo plano las tradicionales manifestaciones contra la política económica y la corrupción lideradas por la izquierda.
Cuando llegué a Ciudad de México la semana pasada, me pareció estar observando una repetición de lo que había visto en Buenos Aires, hace tres meses, cuando unas 250.000 personas se dieron cita frente al Congreso para exigir a las autoridades leyes más duras contra los secuestradores.
La manifestación cívica argentina, probablemente la más grande de su tipo en la historia reciente del país, había sido convocada por Juan Carlos Blumberg, un empresario hasta entonces desconocido. Su hijo Axel, un estudiante de ingeniería de 23 años, acababa de ser secuestrado, torturado y asesinado por sus captores tras una accidentada negociación por un rescate.
Al llegar a México, me encontré con un país donde el tema más candente en la prensa y las conversaciones en la calle era la "Marcha silenciosa´´ que, bajo el lema "Basta ya´´, estaba siendo organizada para el domingo, con el fin de exigir al gobierno federal y al de la ciudad mayor efectividad en la lucha contra los secuestros. Por lo menos 250.000 personas asistieron a la marcha.
Al igual que en la Argentina, la protesta mexicana fue convocada por grupos ciudadanos encolerizados por varios secuestros que tuvieron gran notoriedad. Los hermanos Vicente y Sebastián Gutiérrez, un ingeniero y un contador público que eran dueños de una agencia de automóviles, fueron hallados sin vida el 24 de mayo tras haber sido secuestrados una semana antes y dos días después de que sus padres pagaran un rescate.
Casi al mismo tiempo se dio a conocer la noticia de la muerte de Lizbeth Itzel Salinas, una economista de 26 años, que había sido secuestrada y torturada después de tomar un taxi. Desde entonces, más de 80 organizaciones cívicas anunciaron que se sumarían a la marcha del domingo 27. La causa del "Basta ya´´ acaparó las primeras planas de los principales periódicos mexicanos. Al igual que en la Argentina, en la protesta de México se vieron carteles que decían "Todos por Lizbeth´´.
"La gente está desesperada porque el número de secuestros crece todo el tiempo y las autoridades no hacen nada´´, dijo Guillermo Velasco, uno de los organizadores de la marcha. "Esta va a ser una marcha positiva. No venimos sólo a criticar, sino a hacer propuestas concretas para combatir la delincuencia´´, agregó.
La región más violenta
Entre las exigencias de los manifestantes mexicanos estaba la aprobación de una ley que fija un mínimo de 35 años de prisión para los secuestradores y que reduce a 15 años la edad para iniciar juicios penales contra secuestradores. En la Argentina, demandas similares hechas por Blumberg forzaron al Congreso a aprobar leyes más duras contra los secuestros, que habían estado estancadas durante años en el proceso legislativo.
Según la Organización Mundial de la Salud, América latina es la zona más violenta del mundo. Tiene un promedio de 27,5 homicidios cada 100.000 habitantes, comparado con 22 en Africa, 15 en Europa del Este y 1 en los países desarrollados.
¿Mi conclusión? No estoy seguro de que la revuelta de la clase media contra los secuestros moverá el péndulo político hacia la derecha, como lo pronostican algunos analistas, luego de tres años de importantes victorias electorales de la izquierda.
Pero no me quedan muchas dudas de que el alcalde de Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, y su colega de Buenos Aires, Aníbal Ibarra -dos bebesaurios, o versiones más jóvenes de los dinosaurios políticos de la vieja izquierda-, han cometido un serio error al desdeñar estas protestas como "una conspiración de ultraderecha´´ en el primer caso o en ignorarlas en el segundo. Ambos están ahora a la defensiva, por no haberse sumado a la cruzada contra la delincuencia.
Tienen razón en estar preocupados. Mucho antes de las actuales marchas, en octubre de 1999, hubo una protesta masiva contra los secuestros en Colombia. Poco después, en el año 2002, los colombianos eligieron como presidente a Alvaro Uribe, el candidato que proponía medidas más duras contra los criminales y, como vicepresidente, a Francisco Santos, uno de los líderes del movimiento que organizó la marcha. Hoy, Uribe tiene un 80% de popularidad, la más alta en América latina.
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