La resistencia rohingya, en pleno bosque y con hojas como alimento
Mientras que casi medio millón de personas de esa etnia fueron expulsadas del país, algunas familias aún sobreviven en su aldea, cerca de la frontera con Bangladesh
MAUNGDAW, Myanmar.- A lo largo de la ruta principal que corre unos 40 kilómetros al norte de Maungdaw, en Rakhine, un estado de Myanmar arrasado por la violencia, todas excepto una de las aldeas que antes eran hogar de miles de personas han quedado reducidas a cenizas.
Cientos de vacas deambulan por esos asentamientos desiertos y campos chamuscados. Los perros hambrientos se comen a los cabritos. En las ruinas de las mezquitas, los mercados y las escuelas, antes bulliciosos centros de los musulmanes, ahora reina el silencio.
Casi 500 personas fueron asesinadas y 480.000 miembros de la etnia rohingya han huido de sus hogares desde el 25 de agosto, cuando los ataques contra 30 estaciones de policía y una base militar por parte de milicias musulmanas desataron una feroz represión del ejército. El gobierno niega las denuncias de violaciones, asesinatos arbitrarios e incendio de viviendas que se presentaron contra sus fuerzas de seguridad.
"Teníamos miedo de que el ejército y la policía nos fusilaran si nos encontraban acá, así que nos escapamos del pueblo", dice telefónicamente Suyuid Islam, de 32 años, quien tras los ataques huyó de la aldea Yae Khat Chaung Gwa Son, al norte de Maungdaw. Suyuid está actualmente en un campo de refugiados en Bangladesh.
Los vecinos de su aldea dicen que fue incendiada por las fuerzas de seguridad en un operativo anterior contra los rohingyas insurgentes, a fines del año pasado. Quienes no lograron huir sobreviven desde entonces en casillas improvisadas y dependen de los alimentos que distribuyen los organismos de ayuda humanitaria.
Según la sede neoyorquina de Human Rights Watch, las fotos satelitales del norte de Rakhine muestran decenas de miles de hogares de 214 aldeas completamente destruidos. Las Naciones Unidas detectaron 20 kilómetros cuadrados de edificaciones arrasadas.
El gobierno de Myanmar dice que se incendiaron más de 6800 viviendas, pero culpa a los aldeanos y al Ejército de Salvación Rohingya de Arakan (ARSA, por sus siglas en inglés), responsable de los ataques del 25 de agosto.
"La información que tenemos de este lado es que los incendios fueron iniciados por los terroristas", dijo Zaw Htay, vocero de la líder birmana Aung San Suu Kyi.
Los periodistas realizaron dos viajes al norte de Rakhine; visitaron las localidades de Maungdaw, Buthidaung y Rathedaung, y recorrieron en auto la zona más afectada. Hubo breves diálogos con los vecinos, pero muchos de ellos tenían miedo de ser vistos con extranjeros, por eso la mayoría de las entrevistas se realizaron por teléfono y desde fuera del zona del operativo del ejército.
Poca ayuda humanitaria ha llegado al norte de Rakhine desde que las Naciones Unidas debieron suspender los envíos debido a los enfrentamientos armados y después de que el gobierno dejó entrever que esos alimentos estaban sosteniendo a los insurgentes. Los envíos por tierra de la Cruz Roja fueron detenidos y registrados por fuerzas hostiles de la etnia rohingya en la capital del estado, Sittwe.
En la aldea de U Shey Kya, donde en octubre pasado los rohingyas acusaron al ejército de Myanmar de violar a varias mujeres, un maestro aceptó hablar telefónicamente y dijo que apenas 100 de las 800 familias de la localidad se quedaron en sus casas.
Los que siguen ahí juegan al gato y el ratón con los soldados que llegan cada mañana y les exigen que se escondan en el bosque y vuelvan a dormir a la noche.
"Esta noche no tenemos nada para comer. ¿Qué esperan de nosotros? -dice el maestro-. Estamos cerca del bosque, donde podemos comer hojas y conseguir un poco de agua para sobrevivir." El hombre se negó a revelar su nombre porque las autoridades le advirtieron que no hablara con la prensa. Dice que escapar atravesando el monte en medio de la temporada de los monzones, con sus padres ancianos, sus seis hijos y su mujer embarazada, no era una opción.
Del norte de Rakhine también fueron desplazados unos 30.000 habitantes que no son musulmanes. Antes de este reciente éxodo, en Myanmar vivían alrededor de 1,1 millones de musulmanes de la etnia rohingya, en su mayoría en el estado de Rakhine. Myanmar les niega la ciudadanía y la mayoría budista del país los considera intrusos de Bangladesh.
Kamal Hussein, de 22 años, oriundo de Alel Than Kyaw, al sur de Maungdaw, dice que su aldea fue arrasada a principios de septiembre, tras lo cual huyó a Bangladesh. Hussein dijo que las hordas rohingyas "rociaron las casas con combustible, después salieron y los militares lanzaron una granada que prendió fuego todo".
El vocero del gobierno, Zaw Htay, dice que algunos edificios vacíos de la zona fueron incendiados por los rohingyas. "Ya instruimos a las autoridades locales para que tomaran las acciones pertinentes."
Tin Tun Soe, autoridad rohingya en la aldea de Chein Khar Li, donde un destacamento de seguridad fue blanco de una ataque, dice que todos los rohingyas fueron expulsados. Agrega que desde los ataques unas 1600 viviendas fueron incendiadas, pero culpa a los insurgentes.
"Son muchos, y mientras estén acá tendremos miedo", dice Tin Tun Soe.
El Gobierno toma el control de la tierra quemada
El gobierno de Myanmar se hará cargo de la reconstrucción de la aldeas incendiadas durante la ola de violencia en el estado de Rakain, que llevó a medio millón de musulmanes rohingyas a Bangladesh.
El plan de reconstrucción de áreas destruidas por incendios, por los que el gobierno ha responsabilizado a insurgentes rohingyas, posiblemente generará preocupaciones sobre las posibilidades de retorno de unos 480.000 refugiados y agravará los temores de que se esté llevando a cabo una limpieza étnica.
"De acuerdo con la ley, la tierra quemada se convierte en tierra administrada por el gobierno", dijo el ministro de Desarrollo Social, Ayuda y Reubicación, Win Myat Aye, durante una reunión en la capital del estado de Rakain, Sittwe, según reportó el diario birmano Global New Light. La ley indica que el gobierno supervisa la edificación de áreas afectadas por desastres, incluyendo zonas en conflicto.
Grupos de derechos humanos que utilizan imágenes satelitales han dicho que alrededor de la mitad de más de 400 aldeas de los rohingyas en el norte de Rakain fueron incendiadas durante la ola de violencia. Los refugiados acusan al ejército y a miembros de grupos budistas de llevar adelante una campaña de violencia y saqueos para expulsar a los musulmanes rohingyas de la ex colonia británica.
Antoni Slodkowski
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