La "revolución burguesa": el sueño chino se hace realidad
Para 2022, el 75% de la población urbana será de clase media, según un informe de la consultora McKinsey
PEKÍN.- Con la mirada fría y el ceño fruncido, una china de unos 30 años intenta incansablemente estacionar su enorme camioneta 4x4 en medio de los hutong, los callejones estrechos de los barrios tradicionales de Pekín. Entre volantazos, levanta una nube de polvo e impide el paso a bicicletas, carretas, autos de tres ruedas y peatones. La chica puede ser la amante de un funcionario o una joven empresaria destacada. Poco importa. Para todos aquellos que la observan, ella es una de las que lo lograron. Ella es el sueño chino hecho realidad.
Como ella, millones de personas componen la nueva clase media china. Ganan entre 9000 y 35.000 dólares al año, según un estudio de la consultora McKinsey, en el que además se afirma que para 2022, el 75% de los residentes urbanos entrarán en esta categoría. Es decir, serán entre 700 y 800 millones de personas los que formarán la "nueva burguesía" china.
En términos globales, es un grupo social definido a partir de un ingreso que permite compras discrecionales, diferentes de aquellos gastos básicos como la alimentación o la renta. Pero en China el concepto discrecional comienza a tener polos opuestos: una bicicleta, o precisamente, una camioneta 4x4.
McKinsey lo cataloga como un efecto dominó: los pobres serán ricos y los ricos serán siempre más ricos. Y lo más importante: todos gastarán. En 2012, 220 millones de trabajadores migrantes -los responsables de mantener en marcha el sistema chino, como obreros, operarios o mozos, entre otros trabajos básicos- gastaron unos 677.000 millones de dólares. Esta cifra es superior a lo gastado por todos los consumidores de Turquía o de Indonesia, según el diario Financial Times.
Los gastos de los migrantes internos aumentarán siempre más, especialmente debido a la evolución en el gasto de la población china. Aquellos nacidos en los años 90 ya gastan el 53% del total de sus ingresos, comparado con el 47% y el 38% que gastan aquellos nacidos en los 80 y en los 70, respectivamente. Es este paso simbólico del 50% del gasto el que implica el mayor cambio en China, pues deja de ser un país de ahorradores, como tradicionalmente lo ha sido, para ser uno de consumidores.
Las previsiones no se basan en optimismo, sino en un análisis del crecimiento salarial en China, que en el caso de los migrantes aumentó en un 20% anual en la última década. En el primer trimestre de 2013 el ingreso promedio mensual creció ya en un 12,1% comparado con el mismo período de 2012.
El sector de servicios ha creado 37 millones de empleos nuevos en los últimos cinco años, que ofrecen un 40% más de retribuciones que los sectores tradicionales, como manufactura, construcción y minería. En este sentido, se ha abierto un nuevo abanico de oportunidades para la última generación de migrantes, pues, a diferencia de sus padres, tienen posibilidad de elegir. Muchos terminan yéndose a las ciudades, buscando satisfacer sus deseos consumistas de estatus y de imagen, con trabajos en comercio o servicios, rechazando el campo y las fábricas.
Si bien los productos consumidos por los migrantes son aún de primera necesidad, aumentan el reconocimiento y el posicionamiento de las grandes marcas, que van desde extranjeras, como Kentucky Fried Chicken o Samsung, hasta las chinas, explica Sheun Rein, autor del libro The end of cheap China .
Con estos nuevos consumidores en escena, se transforma el consumo de aquellos que originalmente están en la posición más alta. La parte más rica de la clase media china, que se ubica entre los 17.000 y los 35.000 dólares de ingresos y que se orienta hacia los productos de lujo, será siempre más numerosa.
China está ante el nacimiento de un nuevo "mainstream", afirma McKinsey. De un consumo base se pasará a uno más sofisticado, en productos electrónicos, mobiliarios y de lujo, como vestimenta y accesorios. Se busca un individualismo, que se opone tajantemente a la práctica comunista maoísta de tener todos un vestido igual.
La revolución burguesa china es la materialización del "sueño chino", la palabra propagandística del nuevo gobierno de Xi Jinping. Es la mezcla entre dinero, realizaciones individuales, controles oficiales, nacionalismo y una pizca de confucionismo, para así tener ideológicamente amalgamada esa fuerza poblacional que llevará a China a un desarrollo armonioso.
Para extender el sueño chino a todos los rincones del país, se propuso la fórmula del "Chengzhenhua", que significa "Urbanización de ciudades intermedias y pequeñas", y que consiste en la transferencia gradual de 400 millones de campesinos a ciudades sostenibles con amplias ofertas de servicios y consumo. Según los cálculos oficiales, en el proceso de urbanización del migrante, no sólo se transforma el campesino, sino que se activaría la economía local.
El gobierno se encuentra ante una encrucijada: debe cumplir lo prometido a los que están abajo, entregándoles una parte de la gran torta, y al mismo tiempo, mantener la mejoría social para aquellos que ya tienen dinero, pues quieren una vida mejor.
Gabriele Battaglia