Rusia / El levantamiento en Asia Central y los atentados en la capital. La UE intenta mediar en la crisis de Kirguizistán
Enviará de urgencia un representante especial al país; EE.UU. suspendió el uso de su base
BISHKEK.- En respuesta a la creciente tensión entre el gobierno provisional y el derrocado presidente Kurmanbek Bakiyev, que se niega a dimitir, la Unión Europea informó ayer que intentará mediar en la grave crisis de Kirguizistán a través del envío de un representante especial a ese convulsionado país.
La decisión de Bruselas se produjo justo cuando crece el temor a una guerra civil entre fuerzas leales al mandatario, ubicadas al sur del país, y el gobierno provisional, respaldado por Moscú, que disolvió el Parlamento y que, según anticipó, convocará a elecciones dentro de seis meses.
Y surgió el mismo día en que el ejército estadounidense decidió suspender los transportes de sus tropas entre la base aérea del Pentágono en Kirguizistán y Afganistán. Por el momento, las tropas norteamericanas pasarán por Kuwait.
El representante especial para Asia central, Pierre Morel, viajará a la capital con el fin de "identificar la forma en que la UE, junto a sus socios internacionales, pueden facilitar una solución negociada y pacífica" para la crisis, según indicó un comunicado de Bruselas emitido ayer.
Morel colaborará con los enviados especiales de la ONU y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), que también llegarán próximamente a Bishkek.
Por su parte, el mandatario derrocado, acusado de nepotismo, corrupción y uso sistemático del fraude electoral, se mostró ayer más conciliador y declaró estar dispuesto a negociar con la oposición para evitar una guerra civil en este país, el más pobre de Asia central.
La ex república soviética es una nación clave para Estados Unidos, que utilizaba hasta ayer su base de Manas, cerrada por los disturbios, para la logística de sus tropas que combaten en Afganistán.
Tal base era vista con malos ojos por los opositores kirguises y por Moscú, que tiene su propia base en Kirguizistán, y ayer envió 150 paracaidistas, supuestamente para proteger a sus representantes en ese país.
Incluso el presidente norteamericano, Barack Obama, había enfurecido a la oposición, al pactar con Bakiyev la permanencia de la base de Manas, pese a las denuncias de corrupción y de violaciones de los derechos humanos en contra del gobernante. Por lo tanto, su caída constituye un revés de proporciones para la política norteamericana en Asia central.
"Estaría dispuesto a sentarme a la mesa de negociaciones con la oposición", declaró ayer Bakiyev en una casa de Jalal-Abad, la ciudad sureña donde se refugió tras huir de la capital, Bishkek.
"No tengo planeado salir del país y no voy a dimitir de la presidencia", sostuvo el presidente depuesto, cuya renuncia exige el gobierno interino instaurado por la oposición.
"No cuento con una guerra. Mi objetivo principal es prevenir el conflicto y la guerra civil", recalcó.
No hubo orden
"Haremos todo lo posible para evitar una guerra civil", dijo, por su parte, Roza Otunbayeva, que encabeza un gobierno provisional que hasta el momento sólo ha sido reconocido por Rusia.
Bakiyev también afirmó que no había ordenado a las fuerzas de seguridad abrir fuego contra los manifestantes durante los disturbios, acción que enfureció a los activistas opositores que protestaban contra un alza del 200% de los servicios de la luz y gas, y derivó en el derrocamiento del presidente y en el saqueo de edificios públicos.
Mientras, tras una noche de tiroteos en esta ciudad, miles de vecinos desafiantes se congregaron ayer en la plaza principal de Bishkek para llorar a las víctimas de la revuelta del miércoles pasado, que dejó 75 muertos y obligó al presidente a huir de la capital.
Los nuevos desórdenes callejeros ocurridos anteanoche en Biskhek se produjeron, al parecer, debido a los enfrentamientos entre los saqueadores y las fuerzas de seguridad respaldadas por civiles armados.
Hicieron que 67 personas solicitaran atención médica por heridas de arma de fuego y las balas de goma, especialmente lesiones de cabeza.
Los civiles congregados en la plaza de Ala-Too ayer culparon al ausente presidente por el derramamiento de sangre de esta semana.
"Lloramos a nuestros héroes, que sacrificaron sus vidas por el futuro de Kirguizistán´´, dijo Khatima Immamaliyeva, un oficinista de 44 años que portaba un clavel rojo y lloraba desconsoladamente.
"Bakiyev debe cargar con la responsabilidad de esas muertes", añadió.