Las crisis de los emergentes, un espejo
WASHINGTON.- Default de la deuda. Rebaja en la calificación crediticia. Parálisis en las negociaciones políticas.
Esos términos, antes asociados primordialmente con el mundo en vías de desarrollo, ahora abundan en el poderoso Estados Unidos. Y mientras el Congreso coquetea con la perspectiva -antes inimaginable- de no pagar las facturas del país, la acalorada disputa sobre la votación para aumentar el techo de su deuda está propinándole otro golpe a la imagen de Estados Unidos.
La crisis financiera global, originada por la mala regulación de sus sectores inmobiliario y bancario, ya empañó la percepción del país en el extranjero. Y ahora, para los expertos en economía política que pasaron sus carreras enfocándose en las economías emergentes, las difíciles negociaciones en Washington traen demasiados recuerdos de las divisiones típicas de países en desarrollo.
"Asistimos a muchas reuniones con latinoamericanos, y solíamos quejarnos de sus problemas; ahora son ellos los que nos dicen: «Eso parece típico de Estados Unidos»", dijo Peter Hakim, director de Diálogo Interamericano, un grupo de investigación política de Washington. "Lo que más impresiona es la imposibilidad de llegar a un acuerdo. De repente, Estados Unidos es una democracia incapaz de hacer acuerdos; estamos polarizados", agregó.
Esa clase de polarización es común en el mundo en vías de desarrollo. Estados Unidos fue con frecuencia un crítico del desorden institucional de países como Brasil, donde una multitud de partidos dificulta la promulgación de la legislación, o de México, donde el problema opuesto -el prolongado gobierno de un partido único- ahogó toda alternativa política.
Sin embargo, el punto muerto al que ahora ha llegado el sistema bipartidario norteamericano demuestra los desafíos de un gobierno dividido como el que eligieron los norteamericanos en noviembre pasado. Dado que no sólo es la cuna de la economía más grande del mundo, sino también de su mercado más líquido y más seguro en el ámbito de la deuda, las repercusiones de su derrumbe financiero son mucho mayores que las de una crisis más limitada, típica de mercados emergentes.
El secretario de Comercio británico, Vince Cable, le dijo a la BBC anteayer que "los chiflados de derecha" del Congreso estaban boicoteando un acuerdo, lo que significa una amenaza mayor al sistema financiero global que la crisis de la eurozona. La presidenta de la Argentina, Cristina Fernández, cuyo propio país incurrió en un default hace una década, preguntó la semana pasada: "¿En qué momento el sueño americano se convirtió en pesadilla?".
El ejemplo de Chile
La agencia Moody's sugirió que Estados Unidos debería eliminar el techo de deuda para prevenir este tipo de incertidumbre que hoy invade a los mercados financieros. En cambio, aconsejó seguir el ejemplo de Chile, donde los aumentos de la deuda están restringidos, pero no técnicamente limitados. Los países de rápido crecimiento en América latina lograron una vía de crecimiento más sostenido, en parte gracias a reformas tendientes a reducir su carga de deuda y a contener sus déficits presupuestarios.
La insistencia de los líderes republicanos en el recorte del gasto, algo que según muchos economistas perjudicaría a una economía frágil, ha convertido a las agencias calificadoras en una fuerza impulsora de la política. Ya estuvieron en la mira por haber dado altas calificaciones a bonos inmobiliarios de baja calidad, lo que contribuyó al derrumbe financiero de 2007-2008.
Además, tuvieron un papel central en las crisis de deuda de mercados emergentes en Rusia, Asia y América latina a fines de la década del 90 y fueron criticadas por demorar en degradar a países con dudosos antecedentes crediticios. Si Estados Unidos sufre la rebaja de su calificación, las tasas de interés podrían subir, lo que alimentaría el riesgo de una nueva recesión. Algunos economistas de Wall Street dicen que la recuperación ya está frenada porque la amenaza de un default implica otro golpe más a la confianza de los consumidores. Otra consecuencia nefasta de la disputa fue que desvió la discusión de los esfuerzos por reducir un índice de desempleo que ya llega al 9,2% hacia el debate sobre los recortes del gasto que seguramente diluirá el crecimiento económico.
Los inversores están cada vez más preocupados y escandalizados porque los políticos de Washington permitieron que la crisis llegara tan lejos. "El grado de disfuncionalidad política asombrará a muchos, especialmente en un momento en que Estados Unidos necesita unidad y objetivos comunes en Washington para poder enfrentar el alto índice de desempleo y otros desafíos", dijo Mohamed el-Erian, cogerente de inversión del megafondo de bonos Pimco. Haag Sherman, de Salient Partners, dijo que el tono acalorado de la política le recuerda los tiempos en que Estados Unidos realmente era una nación en desarrollo. "Entonces, éramos un mercado emergente, y ahora hay algunos rasgos de una economía emergente: creciente concentración de riqueza, un atrincheramiento de la clase política", indicó.
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